Clasificación de los huesos: según forma, tamaño, estructura, función
La clasificación de los huesos es un método práctico para simplificar el estudio y entender mejor el funcionamiento de estas estructuras anatómicas propias de los vertebrados.
Los huesos son órganos rígidos que conforman el esqueleto. Cumplen funciones mecánicas y de protección, además de tener un papel fundamental en la formación de células sanguíneas y sirven como sitio de almacenamiento de minerales esenciales.
El conjunto formado por los huesos, músculos, ligamentos y elementos amortiguadores, forma el sistema esquelético locomotor, que garantiza el movimiento, equilibrio, plasticidad y elasticidad del cuerpo. Todos los tipos de hueso se distribuyen en el cuerpo sin un orden específico, más bien dando forma a un sistema funcional y práctico.
Las células óseas se diferencian tempranamente en el feto, formando huesos primitivos que quedan en su posición definitiva durante el primer trimestre de la gestación. Sin embargo, dado que el individuo continúa aumentando de tamaño hasta alcanzar la adultez, los huesos tienen la capacidad de alargarse a través de un proceso mediado por hormonas.
Independientemente de su tamaño y forma, todos los huesos están formados por un tipo de tejido óseo que puede ser totalmente sólido (hueso compacto) o tener espacios huecos en forma de esponja (hueso esponjoso o trabecular) o ambos.
Las células óseas tienen una característica particular que es la de remover y reemplazar el tejido de los huesos durante toda la vida. Este proceso se conoce como remodelamiento óseo. Así, en condiciones normales, el esqueleto completo de un adulto es reemplazado cada 10 años por medio de la actividad celular del hueso.
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Clasificación de los huesos
Para lograr la composición armónica del esqueleto existen varios tipos de hueso que se diferencian tanto en tamaño y forma como en la distribución del tejido celular óseo.
Por lo tanto, reconocemos diferentes tipos de huesos dependiendo del sitio dónde se encuentran ubicados.
Según su tamaño se clasifican en largos y cortos; según su forma en planos, sesamoideos e irregulares; y según su estructura en compactos y esponjosos.
– Tipos de hueso según su tamaño
Largos
Los huesos largos son todos aquellos que son más altos que anchos, independientemente de su tamaño. Algunos ejemplos son el fémur, la tibia y la clavícula. Los huesos que forman los dedos se consideran también largos ya que son más altos que anchos.
Este tipo de huesos son esenciales para dar equilibrio al cuerpo, aunque también forman parte de las articulaciones proporcionando movimiento. Muchos de ellos soportan una carga importante de peso, como los huesos de las piernas.
Durante la etapa de crecimiento se alargan por un proceso mediado por la hormona del crecimiento que es secretada por la glándula pituitaria, que se encuentra en el cerebro. Anatómicamente se distinguen varias partes en el hueso largo, estas son:
– Epífisis: los extremos.
– Diáfisis: el cuerpo.
– Metáfisis: área de unión entre la epífisis y la diáfisis.
– Cartílago articular: es la porción de tejido blando que une dos huesos, formando una articulación.
– Periostio: lámina externa que cubre el hueso, muy fibrosa y resistente con alto contenido de vasos sanguíneos y terminaciones neurológicas.
– Endostio: superficie que recubre la parte interna del hueso.
– Arteria: denominada arteria nutricia, constituye el aporte sanguíneo para las actividades metabólicas de las células óseas. Cada hueso tiene una arteria que lo nutre.
– Cavidad medular: espacio que contiene un tejido rico en triglicéridos y que constituye un importante reservorio energético.
Cortos
Se denominan huesos cortos a aquellos cuyas dimensiones, en altura y ancho, son iguales o casi iguales, adoptando una forma cuboidea. Proporcionan estabilidad, amortiguación y soporte al esqueleto, pero no movilidad.
Ejemplos de estos son algunos huesos de la mano y el pie, específicamente los que forman el carpo y el tarso.
– Tipos de hueso según su forma
Planos
Son aquellos que tienen forma aplanada y donde su altura y extensión predominan sobre su espesor.
Su función principal es la de protección de órganos, como las costillas, el esternón, los huesos de la pelvis y los del cráneo. También proporcionan una superficie suficiente para la inserción de algunos músculos.
Están compuestos principalmente por tejido óseo esponjoso, el cual contiene la médula ósea que es el órgano encargado de la formación de células sanguíneas.
Por este contenido, rico en tejido medular, se prefieren al momento de la realización de biopsias de médula ósea o de extracción de ese material para transplante. Uno de los huesos más utilizados para estos procedimientos es el isquion o hueso pélvico.
Sesamoideos
Son huesos de pequeño tamaño que se encuentran incrustados dentro de un tendón o músculo.
Su función es la de actuar como polea, proporcionando una superficie lisa sobre la cual las estructuras blandas, como los tendones, puedan deslizarse sin encontrar fricciones.
Se encuentran presentes en varias ubicaciones, pero es fácil evidenciarlos mediante radiografía, junto a la articulación del primer dedo del pie. La calcificación de los huesos sesamoideos es un hallazgo de importancia ya que indica que el paciente ha llegado a la pubertad.
Irregulares
Los huesos irregulares son aquellos que, por tamaño o forma, no entran en ninguna de las categorías anteriores. Son de forma peculiar y cumplen diferentes funciones dependiendo del sitio en el que se encuentren.
Las vértebras de la columna vertebral son un ejemplo de huesos irregulares que se ocupan de proteger la médula espinal; el hueso hioides, que se ubica en el cuello, es una superficie de inserción para los músculos de la masticación y deglución.
– Tipos de hueso según su estructura
La estructura del hueso se refiere al tipo de tejido que lo conforma. Puede ser compacto o esponjoso. Estos tejidos están dispuestos en todos los huesos del cuerpo en mayor o menor proporción, dependiendo de la forma y función de cada uno.
Por lo tanto, los términos hueso compacto o hueso esponjoso se refieren específicamente a la parte estructural interna de la anatomía de cada hueso y no a un tipo adicional a los anteriormente descritos.
Hueso compacto
También llamado cortical, es un tejido fuerte, denso y duro que representa alrededor del 80% de la masa ósea total del cuerpo. Es muy resistente a la torsión y la compresión.
Está formado capas firmes de laminillas que se disponen en forma de columna, otorgando la alta densidad característica de este tejido. Dentro del hueso compacto se encuentran las células óseas más importantes, los osteocitos.
Está ubicado principalmente en el cuerpo de los huesos largos, diáfisis, y en la parte exterior de los huesos planos. También existe tejido compacto en los huesos cortos dependiendo de su ubicación.
Este tipo de tejido contiene los vasos nutricios del hueso, y forma canalículos por donde las células óseas reciben su suministro de sangre.
La actividad metabólica del hueso compacto es baja pero tienen una gran capacidad para formar hueso nuevo, por lo tanto es un tejido esencial cuando ocurren lesiones como fracturas. Este proceso se conoce como remodelamiento óseo.
Hueso esponjoso
Conocido también como trabecular, es un tipo de tejido muy poroso que se encuentra ubicado en los extremos de los huesos largos, epífisis, en las vértebras y en el interior de los huesos planos.
Está compuesto por trabéculas o tabiques duros que forman espacios vacíos, dentro de los cuales se distribuye la médula ósea roja.
Durante el movimiento se ocupa de amortiguar la fuerza que recibe el hueso, transmitiéndola hacia la superficie de tejido compacto, que es más resistente.
Dentro de este tejido, la médula ósea lleva a cabo la formación y liberación de células sanguíneas hacia el torrente. Este proceso se denomina hematopoyesis.
Anatomía ósea
El hueso es la unidad anatómica principal del esqueleto. El cuerpo del adulto cuenta con 213 huesos. Están compuestos por un tejido especializado que contiene varios tipos de colágeno y gran cantidad de calcio, lo que le aporta su rigidez característica.
Junto con los ligamentos y músculos forman el sistema esquelético, un aparato de soporte y protección del cuerpo.
Los huesos contienen un tejido vivo llamado médula ósea, que se ocupa de la creación y liberación de células sanguíneas a la circulación. Este proceso se denomina hematopoyesis.
La función principal de los huesos es servir de sostén para los tejidos blandos y proteger los órganos y elementos vitales. Además de esto son sitios de almacenamiento de sales minerales, como calcio y fosfato, por lo que cumplen un papel fundamental en el mantenimiento del equilibrio del organismo.
En el hueso ocurre un complejo proceso de formación y reabsorción de masa ósea mediada directamente por las células que se encuentran en su interior.
Las células formadoras de hueso se denominan osteoblastos y las que lo reabsorben son los osteoclastos. Estas son células especializadas que tienen la capacidad de reconocer los estados de estrés y traumatismo, haciendo posible la eliminación de tejido poco funcional y la formación de nuevo hueso.
Durante el crecimiento, las células óseas se activan para elaborar tejido que alarga el hueso. Esto sucede en una parte específica de los huesos la cual no se encuentra totalmente solidificada durante la infancia y adolescencia.
Referencias
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