Súcubo: etimología, origen histórico, principales súcubos
El súcubo —según el imaginario medieval— es una figura demoníaca con aspecto de mujer, cuyo objetivo es seducir a los hombres para llevarlos a su perdición. Generalmente, los súcubos se introducen en la mente humana mediante las fantasías y los sueños, además, suelen ser imágenes femeninas muy bellas y sensuales.
Los súcubos han sido relacionados con la parálisis del sueño, ya que su mito se utilizaba para explicar este fenómeno que incapacita al individuo para realizar cualquier movimiento durante el período transitorio entre sueño y vigilia. También se ha vinculado a los súcubos con las poluciones nocturnas, que consisten en eyaculaciones involuntarias producidas durante el sueño.
Por lo tanto, se puede afirmar que los súcubos son demonios que se manifiestan por medio de la mente humana y cuentan con un carácter profundamente erótico. Estas imágenes diabólicas femeninas se han registrado desde el comienzo de las primeras civilizaciones y han formado parte de diferentes mitologías y creencias alrededor del mundo.
Uno de los súcubos más emblemáticos ha sido Lilit, una figura extraída del folclore judío que tiene sus raíces en la antigua Mesopotamia. Algunos afirman que Lilit fue la primera esposa de Adán (antes que Eva), quien luego se transformó en un demonio que engendra hijos con el semen derramado por los varones durante la polución nocturna.
La autora Margarita Torres, en su texto Demonio y mujer: la marca de satán y el combate contra él (2015), estableció que la mujer ha sido demonizada desde tiempos muy antiguos. Por ejemplo, Aristóteles (384-322 a. C.) consideraba a la mujer como un ser inferior e imperfecto, mientras que Tertuliano (160-220 d. C.) creía que el cuerpo femenino era símbolo del mal.
Todas estas creencias ayudaron a difundir la imagen de la mujer peligrosa y sensual que se puede percibir en la iconografía y literatura cristiana, donde muestran a una mujer monstruosa y deshumanizada, pero con una belleza seductora. Según algunos autores y psicoanalistas, estas entidades diabólicas son la representación de los deseos sexuales reprimidos.
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Etimología
“Súcubo” es una variación del término succuba, constituido por dos palabras: el prefijo sub-, que quiere decir “arriba de” y el verbo cubare, que se traduce como “yacer”.
En consecuencia, la palabra súcubo se puede traducir como alguien o algo que está arriba de una persona. En cambio, los “íncubos” –que también son entidades diabólicas— son aquellos que están dentro de la persona.
Por otro lado, la palabra “diablo” proviene del griego Diábolos, que quiere decir calumniador y acusador; mientras que la palabra “demonio” proviene del término daimonion, que se traduce como “espíritu” o “ser espiritual”, sin embargo, con el pasar del tiempo adquirió un significado maléfico.
En conclusión, se puede establecer que un súcubo es una especie de demonio o diablo, ya que es un espíritu dedicado a calumniar y a hacer el mal. Además, este espíritu realiza su aparición en los sueños de los hombres, por lo que yace encima de ellos mientras duermen.
Origen histórico
Existen muchas hipótesis sobre el surgimiento de los súcubos como entidades diabólicas. La versión más discutida establece que los súcubos surgieron de los hijos que tuvo Adán luego de aparearse con Lilit; dicha creencia es aprobada por algunos místicos judíos, quienes defienden que esta mujer es mencionada en el Antiguo Testamento durante el Libro del Génesis.
Imaginario judeocristiano
Aunque en muchas mitologías se han encontrado imágenes e historias similares a las del súcubo, ninguna ha sido tan importante e influyente como la versión judeocristiana de esta entidad. Por esta razón, los súcubos se hicieron notar con mayor fuerza durante la Edad Media.
De hecho, se han encontrado registros de muchas confesiones realizadas durante la Inquisición donde varias personas admiten haber tenido encuentros con estas figuras. Esto sucedía especialmente en los conventos, donde la reclusión ocasionaba que tanto monjas como curas percibieran imágenes sexuales y demoníacas.
Según la creencia judeocristiana, los demonios son el reverso de los ángeles, por lo que son seres negativos cuya esencia tiene una inclinación a la mentira y el sadismo, por lo que logran ganar adeptos a través de la tentación.
Así mismo, la iconografía cristiana a lo largo de su historia ha representado a los demonios en actitud de desorden, por lo que suelen personificar la anarquía y el caos. Sin embargo, estos mantienen la misma jerarquía que los ángeles, lo que quiere decir que conservan su esencia angelical.
Esta característica les permite ser bellos y resplandecientes cuando les apetece y explica la belleza sobrenatural que es inherente a los súcubos. No obstante, los súcubos no siempre se presentan apetecibles, ya que también pueden tener una apariencia escalofriante.
Durante el renacimiento: Malleus maleficarum
A pesar de que la imagen del súcubo tuvo mayor apogeo en la Edad Media, durante el renacimiento salió a relucir un manual de inquisidores llamado Malleus maleficarum, publicado en 1486. En este texto, se explica de qué manera se presenta el demonio y cómo debe ser combatido.
Además, en esta obra se admite la existencia de los súcubos e íncubos; los primeros son asociados con la morfología femenina, mientras que los segundos con la masculina.
Según la autora Margarita Paz, la etimología de estas palabras hace referencia a la posición adoptada en el acto sexual. Por consiguiente, los íncubos seducían a las mujeres, mientras que los súcubos a los hombres.
Durante el romanticismo: la belleza fatal del súcubo y la estética de lo diabólico
En el desarrollo del romanticismo (finales del siglo XVIII y transcurso del siglo XIX), fueron frecuentes las pinturas y las obras literarias inspiradas en el imaginario de los súcubos e íncubos.
Por ejemplo, el escritor Theophile Gautier escribió una obra titulada La muerta enamorada (1836), donde se relata la historia de un monje que ha sido seducido por la belleza destructiva de una mujer.
Este religioso, llamado Romualdo, decide darle la extremaunción a una dama llamada Clarimonda. Sin embargo, el sacerdote la revive con un beso y la mujer se convierte en una malvada criatura que decide visitarlo todas las noches.
Desde el comienzo de la obra, el sueño juega un papel primordial. De hecho, en muchas ocasiones el lector no sabe si Romualdo está soñando o si está viviendo la realidad.
En cambio, dentro de la disciplina pictórica se destacó una obra titulada La pesadilla (1790), realizada por el pintor Johann Heinrich Füssli. En la pintura se observa a un demonio que se posa encima de una joven dormida.
El ropaje transparente de la mujer le otorga a la escena un fuerte carácter erótico, sin embargo, la pintura resulta escalofriante por los colores oscuros y por el rostro terrorífico de la entidad diabólica.
Principales súcubos
Litit es el súcubo más importante dentro del imaginario occidental. Sin embargo, han existido otras entidades diabólicas similares a lo largo de la historia:
Abrahel
Abrahel es una súcubo cuya historia comenzó a adquirir popularidad luego de que el autor Nicolás Remy la describiera en su obra Demonolatria (1581). Según este texto, Abrahel tiene la forma de una mujer alta de delicada silueta, sin embargo, no puede ocultar del todo su esencia demoníaca.
Según la leyenda, esta entidad logró conquistar a un pastor llamado Pierrot, quien habitaba en las orillas del Mosela. Abrahel le ofreció su cuerpo a cambio de la vida del hijo del pastor, a quien asesinó con una manzana envenenada. Pierrot se sintió mal por sus actos y entró en desesperación.
Por lo tanto, Abrahel decidió visitar nuevamente a Pierrot, prometiéndole la resurrección de su hijo si el pastor accedía a adorarla como un dios. Así lo hizo el pastor, consiguiendo que su hijo volverá a la vida pero con una mirada lúgubre.
Luego de un año, el demonio abandonó el cuerpo del muchacho, quien cayó en el suelo desprendiendo un terrible hedor. Pierrot tuvo que enterrar a su hijo de forma oculta.
Lamia
Lamia fue un súcubo originario de la mitología grecolatina, caracterizada por ser una terrible seductora y asustar a los niños. Algunos autores consideran que Lamia es un antecedente de las vampiresas modernas y es un equivalente a Lilith y a Xtabay (súcubo maya).
Según el historiador Diodoro Sículo (siglo I a. C.), antes de ser un súcubo Lamia fue una reina de Libia que se enamoró de Zeus. Hera — la esposa de Zeus— sufrió un fuerte ataque de celos y transformó a Lamia en un monstruo; además, asesinó a sus hijos.
Físicamente, Lamia tenía la cabeza y los pechos de una mujer, sin embargo, el resto de su cuerpo era similar al de una serpiente. Se cree que la etimología del nombre proviene del griego lamyrós, que quiere decir “glotón”.
La historia de Lamia ha sido tomada como inspiración por muchos artistas. Por ejemplo, el poeta romántico John Keats escribió un libro titulado Lamia y otros poemas.
Xtabay
Xtabay era una figura mitológica perteneciente a la cultura maya. Algunos historiadores afirman que era la diosa del suicidio y estaba casada con el dios de la muerte.
No obstante, esta criatura fue más conocida por presentársele a los hombres con el objetivo de embrujarlos para asesinarlos o hacerlos perderse en los bosques.
Referencias
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