Historia

Cultura tiahuanaco: descubrimiento, origen, ubicación, organización


La cultura tiahuanaco, a veces escrita como tiwanaku, fue una civilización que se originó a escasos kilómetros del lago Titicaca y se extendió a los actuales países de Chile, Argentina y Bolivia y Perú. Esta cultura comenzó a desarrollarse sobre el 1500 a. C, aunque no empezó a mostrar su esplendor hasta el 200 a. C.

El principal centro religioso y capital de esta cultura fue la ciudad de Tiahuanaco, construida cerca del río del mismo nombre, en el actual departamento de La Paz, en Bolivia. El primero que describió las ruinas de Tiahuanaco fue el cronista español Pedro Cieza de León, en el siglo XVI.

La sociedad creada por la cultura tiahuanaco era multiétnica y en su territorio se hablaban una gran cantidad de lenguas, desde el uru hasta el aimera, pasando por el quechua o el puquina. Su estructura política se ha descrito como teócrata-militarista, con los sacerdotes como máximos mandatarios.

Los trabajos arqueológicos han permitido descubrir lo avanzado de su cerámica, de su arquitectura y de su litoescultura. Entre los restos descubiertos destacan la Puerta del Sol, el centro ceremonial de Kalasasaya o monolitos como el Ponce o el Fraile. En la mayoría de los casos, estas obras tenían motivos religiosos.

Índice del artículo

Descubrimiento

El descubrimiento de la cultura tiahuanaco se debe al cronista español Pedro Cieza de León, quien describió sus hallazgos a mediados del siglo XVI. Este español llegó a América en la década de 1520, cuando aún era muy joven. En el nuevo mundo participó como militar en algunas campañas de conquista.

En 1547 se puso a las órdenes de Pedro de la Gasca, entonces presidente de la Real Audiencia de Lima y gobernador interino del virreinato del Perú. Fue en esa época cuando Cieza de León inició su recorrido por los Andes y a escribir sus crónicas sobre la historia del territorio.

Esos primeros escritos le valieron ser nombrado oficialmente cronista de las Indias por La Gasca. Este le proporcionó los medios para que continuara con su labor de documentación histórica.

Pedro Cieza de León continuó viajando sin descanso por todo el Perú y, en uno de sus recorridos, descubrió los restos de la civilización tiahuanaco.

El cronista dejó reflejado todos sus descubrimientos en su obra Crónicas de Perú, redactada entre 1540 y 1550. Este libro estaba estructurado en cuatro secciones. En la segunda de ellas, llamada “El Señorío de los Incas”, Cieza de León describió lo que había visto en Tiahuanaco.

Exploraciones en el siglo XIX y XX

Los estudios más importantes sobre la cultura tiahuanaco tuvieron lugar a partir del siglo XIX, con personajes como Ephraim Squier o Charles Weiner. Ya a comienzos del siglo XX, la zona fue estudiada más formalmente por arqueólogos como Alphonse Bandelier o Max Uhle.

También en el siglo XX destacaron las investigaciones del estadounidense Wendell Bennett o las del boliviano Carlos Ponce Sanginés.

Origen e historia de la cultura tihuanaco

La cultura tiahuanaco fue una de las más longevas de toda la zona andina. Por ese motivo, han existido diversas propuestas de periodización por parte de diferentes expertos.

Así, Wendell Bennett propuso dividir la historia de esta cultura en tres periodos: temprano, clásico y decadente. Estudios posteriores plantearon otras propuestas, como cuando Wallace denominó el periodo temprano como cultura Keya.

Más adelante, Ponce Sanginés realizó su propia propuesta que consistía en dividir la historia tiahuanaca entre cinco fases.

Origen

Los orígenes de la cultura tiahuanaco se sitúan en el horizonte formativo. Según la periodización de esta cultura, correspondería a su periodo aldeano, que comenzó sobre el 1500 a. C.

En esa etapa inicial, esta cultura compartió el altiplano con otras dos culturas, la wankarani y la chiripa. Esta última se caracterizó por su fuerza creativa y algunos arqueólogos la consideran como la precursora directa de tiahuanaco.

Tradición pucará

Otros expertos afirman que el antecedente más claro de la cultura tiahuanaco fue la tradición pucará. Esta estaba situada al norte de los ríos que conforman la cuenca del Titicaca y habría sido el punto de encuentro entre las culturas de la sierra central y de la costa.

La influencia de la cultura pucará sobre tiahuanaco se pueden contemplar en la arquitectura, la escultura, la cerámica y la iconografía.

Los asentamientos pucarás fueron ocupados por miembros de la cultura tiahuanaco y es posible que estos los adoptaran como lugares sagrados. Según los estudios realizados, los habitantes de Tiahuanaco recogieron los modelos de construcción de pucarás y los utilizaron en su capital.

Periodo aldeano: épocas I y II (1500 a. C. – 45 d. C.)

Se trata de una etapa de formación de la cultura tiahuanaco. Algunos autores afirman que, en realidad, su comienzo no puede datarse hasta el 200 a. C., por lo que el periodo anterior formaría parte de sus antecedentes.

En esta fase, Tiahuanaco no era más que una pequeña aldea compuesta por casas rectangulares construidas con piedra y muros de adobe. Estas viviendas estaban conectadas mediante pequeñas calzadas.

Las excavaciones arqueológicas no han encontrado restos de edificios monumentales o religiosos, ni existen evidencias de la existencia de clases sociales. Los cuerpos de los enterramientos, realizados directamente en cestas de piedra, muestran señales de que se practicaba la deformación craneal.

La economía de este pequeño asentamiento estaba basada en la agricultura, sobre todo de la patata. Para su posterior desarrollo fue fundamental la domesticación de la llama, lo que significó la aparición del pastoreo. Esos animales, además, se usaron para transportar productos para intercambiarlos.

Periodo urbano: épocas III y IV (45-700 d. C.)

Ya en el siglo II, Tiahuanaco dejó de ser una simple aldea para empezar a convertirse en un gran centro ceremonial. Dentro de la ciudad se construyeron dos conjuntos arquitectónicos principales: el de Akapana y el de Puma Punku. Esta estructura dual fue utilizado por todas las grandes urbes andinas.

En esta época, los alfareros de Tiahuanaco desarrollaron un estilo propio caracterizado por su realismo. Su manera de trabajar la cerámica influyó posteriormente a culturas como la huari.

La mayoría de las piezas eran antropomorfas o representaban a los animales de la zona. En general, todas estaban relacionadas con sus creencias religiosas.

Periodo imperial: época V (700 d. C. – 1187 d. C.)

Durante el siglo VIII, Tiahuanaco se extendió por la costa y por los valles interandinos, además de afianzar su influencia en el altiplano y la sierra.

Según la hipótesis más aceptada, esta expansión territorial no tuvo carácter militar. La cultura tiahuanaco utilizó la religión y el intercambio de sus productos decorados con símbolos religiosos para lograr una posición de dominio. Además, también influyó su control de la actividad agrícola y sus conocimientos de metalurgia y las matemáticas

Los restos arqueológicos demuestran que esta expansión alcanzó el norte de Chile (San Pedro de Atacama), los valles de Cochabamba y Cerro Baúl. En esta última zona entraron en contacto con el Imperio huari.

La decadencia de Tiahuanaco coincidió en el tiempo con la caída del Imperio huari, en el siglo X. Se estima que en esas fechas comenzó una importante crisis social y política provocada por una sucesión de malas cosechas provocadas por la sequía.

Una sangrienta guerra civil, en el siglo XII, terminó por provocar el colapso de la cultura tiahuanaco. El territorio que habían dominado quedó dividido en pequeños estados regionales aimaras, entre los que destacaron los reinos lupaca, pacajes y colla.

Ubicación de la cultura tihuanaco

La cultura tiahuanaco apareció al sur del lago Titicaca, una zona caracterizada por tener un clima muy duro debido a su altitud, superior a los 3 400 metros. Sin embargo, se trata de una región rica en pastos para las llamas y propicia para el cultivo de tubérculos.

Desde esa zona original, la cultura tiahuanaco fue extendiendo su influencia por una ancha franja de los Andes. Esa influencia alcanzó Chile por el norte; Cochabamba (Bolivia) por el este; la costa del océano Pacífico por el oeste; y por el sur llegó a Perú y Bolivia.

Fue precisamente en ese último país en el que la influencia de Tiahuanaco fue más notable. Por ese motivo, muchos historiadores bolivianos la consideran como “la cultura madre de Bolivia”.

Capital

El principal centro ceremonial y capital de esta cultura fue Tiahuanaco, situada entre las cuencas del río del mismo nombre y del Katari. La ciudad se encontraba entre los 3 800 y los 4 200 metros sobre el nivel del mar, a 15 kilómetros al sureste del lago Titicaca. Hoy en día, esa zona se encuentra en el departamento de La Paz, al oeste de Bolivia.

Al comienzo de esta cultura, Tiahuanaco era solo una pequeña aldea. Con el tiempo, evolucionó hasta contar con unos 40 000 habitantes y convertirse en una gran urbe ceremonial.

Organización social

La estructura política de la cultura tiahuanaco estaba basada en la religión. Esta teocracia tenía su correspondencia en la división social que existía en la sociedad, con tres clases claramente diferenciadas: la élite, los artesanos y los campesinos. Algunos historiadores añaden una cuarta clase social, compuesta por los comerciantes.

Evolución socio-política

En un primer momento, la organización social de Tiahuanaco era bastante igualitaria. Con el tiempo, esta organización fue haciéndose más compleja hasta convertirse en un estado teocrático y altamente jerarquizado.

Además, esa teocracia también fue evolucionando para incorporar rasgos militaristas, sobre todo al final de su historia.

La importancia de la religión se veía reflejada en la posición preponderante de los sacerdotes. La casta sacerdotal se encontraba en la cúspide de la pirámide socio-política y basaban su poder en el culto al dios Viracocha, considerado como la deidad que creó el mundo y gobernaba el universo.

Esta élite era la encargada de organizar todos los ritos y ceremonias que se realizaban en honor de los dioses. Sus residencias se encontraban en la ciudad capital y en otros centros urbanos como Lukurmata o Pachiri.

Desde el centro religioso principal, la ciudad de Tiahuanaco, esta cultura utilizó su religión como una herramienta para extender su influencia.

Clases sociales

Además de los sacerdotes, el resto de la élite social estaba compuesta por los militares y los altos funcionarios administrativos. Después se encontraban los distintos tipos de artesanos y, en la base de la sociedad, los campesinos.

Estos últimos, aparte de su trabajo en el campo, tenían que encargarse de varias tareas durante su tiempo libre. Tras terminar la temporada de cosecha, debían trabajar en las obras públicas y, durante ese tiempo, el Estado era el responsable de su alimentación y alojamiento. Además, recibían periódicamente comidas especiales, obsequios, chicha y hojas de coca.

Por otra parte, los grupos de artesanos calificados se dedicaban en exclusiva a sus oficios. Sus centros de trabajo se encontraban en los barrios que rodeaban los núcleos ceremoniales de Tiahuanaco y otras ciudades.

La élite se distinguía fácilmente del resto de la población por sus ropajes. Así, solían usar joyas, túnicas, tocados, orejeras y gorros muy sofisticados y que luego eran enterrados junto a sus cuerpos.

Sociedad mercantilista

La sociedad tiahuanaco fue, en sus comienzos, muy mercantilista. Esta característica se debió a que artículo comercialmente a muchas ciudades.

Solo con el tiempo, esta cultura creó un aparato militar, aunque no existen evidencias de que lo utilizara para sus conquistas.

Una de las teorías sobre la crisis que aceleró la decadencia de esta cultura afirma que comenzó cuando los comerciantes, quienes habían conseguido un importante poder económico, reclamaron el correspondiente poder político. Esto acabó provocando una guerra civil.

Religión y dioses de la cultura tihuanaco

Las fuentes sobre la religión de la cultura tiahuanaco proviene de los estudios de los restos arqueológicos y de algunos mitos que fueron heredados por los incas y recogieron los españoles.

Se sabe que eran politeístas y que muchos de sus dioses estaban relacionados con la agricultura. Una de sus deidades más importante fue Viracocha.

Dios Viracocha o del Báculo

El dios Viracocha o el del Báculo fue la divinidad principal de la cultura tiahuanaco. Según algunas teorías, este dios sería el mismo que los reinos aimaras adoraron bajo el nombre de Tunupa o el Viracocha de los incas.

Este dios recibía culto en la meseta del collao desde antes de la aparición de Tiahuanaco y después también estuvo presente en el panteón huari.

La representación más conocida y mejor conservada de Viracocha se encuentra en la Puerta del Sol. En ella, la deidad aparece en posición central y rodeada de seres alados.

Según la mitología, este dios fue el creador de las personas. Para ello, utilizó un gran trozo de piedra para dibujar a los humanos y, después, les dio vida.

Además, se pensaba que Viracocha también creó a unos gigantes con el propósito de que movieran las enormes piedras utilizadas para la arquitectura. Sin embargo, no quedó contento con su creación y envió un diluvio para destruirlos.

Chachapuma

Los hallazgos arqueológicos han mostrado que también se rendía culto a una deidad considerada exclusiva de esta cultura: Chachapuma.

Este dios era representado como una figura humana con una macara de felino con la nariz alargada, algo que se piensa que era una referencia a la utilización de alucinógenos en las ceremonias. Además, portaba un hacha en una mano y una cabeza-trofeo en la otra. Su imagen aparecía en esculturas y keros,

Chachapuma era adorado como “el sacrificador” y tenía una gran importancia en la vida de Tiahuanaco, ya que también tenía el papel de protector de los templos ceremoniales más significativos. Los arqueólogos señalan que este dios estaca relacionado con el culto al “degollador” de Pucará.

Amaru y Mallku

Muchos de los dioses de esta cultura estaban relacionados con la agricultura y con el agua. Entre ellos se encontraban Amaru y Mallku, muy representados en los bajorrelieves de los monolitos que construían. Estos dos dioses fueron después adoptados por los señoríos aymaras y por los incas.

Alucinógenos

Las investigaciones realizadas han demostrado que los rituales de esta cultura eran muy complejos. Además se sabe que en ellos se consumían distintos tipos de sustancias alucinógenas.

Estas sustancias, además de las hojas de coca, eran las semillas de huilca y el parica, ambos tomados en tabletas. En los monolitos erigidos por esta cultura, como el de Bennet y Ponce, se pueden ver imágenes de dichas tableta, que también han sido encontradas en tumbas de San Pedro de Atacama y la propia Tiahuanaco.

La procedencia de los alucinógenos era, sobre todo, el Chapare, hoy en el departamento de Cochabamba, en Bolivia. No solo los consumían los sacerdotes, sino que también se les suministraba a los humanos destinados al sacrificio ritual.

Sacrificios

Las excavaciones realizadas en el complejo arqueológico de Akapana sacaron a la luz piezas de alfarería, trozos de cobre, huesos de algunos animales y enterramientos humanos.

En el primer nivel de la pirámide de Akapana se encontraron restos de hombres y niños con evidencias de haber sido desmembrados. Estos restos, sin cráneo, se encontraban junto a camélidos desarticulados. En el segundo nivel apareció un torso humano también desarticulado.

Todos estos cuerpos pertenecían a víctimas de sacrificios humanos. La teoría más extendida es que fueron ofrendas dedicadas a la construcción de la pirámide.

Cerámica

Dentro del arte de Tiahuanaco sobresalió la cerámica, especialmente por sus vasos kero, con la base angosta y la boca más ancha como una de sus piezas más características.

Otra de sus piezas más representativas fueron los huacos, retratos humanos sobre vajilla, textilería o construcciones arquitectónicos.

Los investigadores señalan que su cerámica recibió influencia de la desarrollada por la cultura pucará, especialmente en la iconografía del Personaje de los Cetros y de los Chamanes Sacrificadores.

Características y temática

La cultura tiahuanaco desarrolló sobre todo una cerámica incisa, esto es, con su decoración realizada mediante incisiones realizadas en el barro antes de que se endurezca. Sus vasos son de tamaño mediano, con paredes gruesas y generalmente pintados de marrón, blanco, anaranjado y rojo.

Sus motivos decorativos representaban animales como felinos, cóndores y serpientes, además de figuras geométricas.

La técnica de los alfareros de Tiahuanaco era muy avanzada. Sus piezas mostraban con frecuencia un grado notable de estandarización, lo que indica que existía cierto control sobre la producción.

Dentro de la mencionada policromía de sus creaciones, que combinaba hasta cinco colores, el más empleado era el anaranjado.

Sus piezas más características fueron el kero y el pebetero. El primero se fabricaba principalmente de madera o de arcilla con los bordes también de madera. Este tipo de vaso se ensanchaba gradualmente desde la base hasta el borde superior, hasta doblar su diámetro. Muchas veces, estos keros estaban decorados con una cabeza de ave o de puma o con un rostro humano.

El pebetero, por su parte, solía tener la forma de un felino con su lomo abierto. Se trataba de un huaco destinado a las ceremonias, cuya función era servir de incensario en los templos.

Arquitectura

Las primeras construcciones de esta cultura, realizadas con piedras rectangulares, eran bastante primitivas. El siguiente paso les llevó a levantar sus características chullpas, unas torres funerarias. Por último, levantaron grandes monumentos con piedras talladas y pulidas.

Su arquitectura fue de carácter monumental y megalítico, lo que implica el uso de grandes bloques de piedra. Estos bloques se unían mediante el uso de grapas de cobre.

Entre sus edificaciones más destacadas se encontraban las pirámides escalonadas, los patios hundidos y las plataformas.

Ciudadela de Tiahuanaco

En el principal centro ceremonial de esta cultura, Tiahuanaco, se levantó el centro religioso más importante de su civilización. Su arquitectura se completaba con relieves decorativos y panos incisos sobre estelas.

Las edificaciones más importantes de la ciudad eran el Kalasasaya, la Puerta del Sol, la Puerta de la Luna, el Templete semisubterráneo y el Puma Punku.

La Puerta del Sol

Este gran bloque de madera está ubicado en el patio semisubterráneo. Se trataba de portal de entrada a un importante edificio que cumplía la función de templo de ceremonias.

La Puerta del Sol tiene una altura de 3 metros, mientras que su anchura alcanza los 3,73 metros. Su peso, aproximado, es de 12 toneladas.

Toda la piedra que compone la puerta está decorado mediante plano relieve. En su centro aparece la imagen del dios de las Varas o Viracocha.

Kalasasaya

Este templo abierto era utilizado como observatorio astronómico solar para que los habitantes de Tiahuanaco pudieran determinar las estaciones del año.

El edificio, de planta rectangular, era semisubterráneo. Para descender se empleaban escaleras que estaban rodeadas de un muro rocoso adornado con cabezas clavas.

En Kalasasaya están ubicados tres de las estructuras más conocidas de Tiahuanaco: el monolito Ponce, el monolito El Fraile y la Puerta del Sol.

Puma Punku

Puma Punku, la Puerta del Puma, fue construida con enormes piedras. En varios lugares se han encontrado varios utensilios que pudieron usarse en su construcción, como los martillos de piedra o algunas herramientas de metal. Esta puerta se distingue por el uso de bloques en forma de H que encajan a la perfección entre sí.

Se cree que, durante su mejor momento, Puma Punku debió tener un aspecto impresionante. Estaba adornado con placas de metal pulido, con cerámica de brillantes colores y con telas.

Escultura

Al igual que pasaba en la arquitectura, la escultura de esta cultura estaba realizada con grandes bloques de piedra. Con ellos representaron, sobre todo, seres antropomorfos.

Los trabajos escultóricos más notables fueron los monolitos de carácter monumental, como el de El Fraile, Ponce y el de Bennett.

El primero de ellos representa una figura de 2,8 metros de alto y está esculpido en arenisca. El de Bennett, por su parte, está esculpido en el mismo material y cuenta con una representación antropomorfa que sostiene un vaso en una mano y una figurilla en la otra.

Referencias

  1. Historia Peruana. Cultura Tiahuanaco. Obtenido de historiaperuana.pe
  2. EcuRed. Cultura de Tiahuanaco. Obtenido de ecured.cu
  3. Carpeta Pedagógica. Cultura Tiahuanaco. Obtenido de carpetapedagogica.com
  4. The Editors of Encyclopaedia Britannica. Tiwanaku. Obtenido de britannica.com
  5. UNESCO World Heritage Centre. Tiwanaku: Spiritual and Political Centre of the Tiwanaku Culture. Obtenido de whc.unesco.org
  6. Cartwright, Mark. Tiwanaku. Obtenido de ancient.eu
  7. Encyclopedia. Tiahuanaco. Obtenido de encyclopedia.com