Historia

Hegemonía británica: origen, características y final


La hegemonía británica fue el periodo histórico en el que Gran Bretaña se convirtió en la primera potencia mundial. Aunque su poderío fue creciendo a partir del siglo XVII, se considera que su máximo esplendor comprendió entre 1815 y 1914, una época denominada siglo imperial.

Aunque, como el resto de las potencias mundiales, los británicos utilizaron la conquista y la colonización para construir su imperio, su principal herramienta fue el comercio. Su gran dominio de los mares y la Revolución Industrial provocaron que sus compañías comerciales alcanzaran todos los puntos del planeta y establecieran acuerdos beneficiosos.

La expansión del imperio permitió a Gran Bretaña alcanzar un enorme desarrollo económico. Su mejor momento llegó cuando habían perdido sus colonias norteamericanas (que formaron Estados Unidos), pero su posición en Asia y en África y los intercambios comerciales permitieron que se convirtiera en el país más poderoso de la época.

Esta hegemonía decayó con la Primera Guerra Mundial. Gran Bretaña, a pesar de encontrarse entre los vencedores, se vio sobrepasada poco a poco por una nueva potencia mundial: Estados Unidos. Unas pocas décadas después, con la Segunda Guerra Mundial, este cambio de centro de poder se consolidó.

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Origen y causas

El siglo XVII vio como España empezaba a perder su condición de gran potencia y entraba en decadencia. Francia, por su parte, intentó ocupar su lugar, pero sin conseguir establecer una hegemonía clara.

El comercio empezó a desplazar su foco del Mediterráneo al Atlántico. Naciones con una gran tradición naval, como Países Bajos e Inglaterra acapararon parte de las nuevas rutas comerciales y, además, se convirtieron en potencias coloniales.

Tras derrotar a Napoleón en Waterloo, en 1815, Inglaterra consolidó su posición como gran potencia europea. Comenzó entonces el llamado siglo imperial, la etapa histórica en la que el Imperio británico conoció su mayor esplendor.

Causas

Los enfrentamientos entre las grandes potencias europeas, tanto bélicos como diplomáticos, habían sido constantes en la historia. A partir del descubrimiento de América, esas disputas se desplazaron a los nuevos territorios coloniales, tanto en ese continente como en África o Asia.

Además de las guerras, también eran habituales los ataques a las rutas comerciales de cada país. En esos momentos, el control del comercio de materias primas ya se había convertido en fundamental para el crecimiento político y económico de las naciones europeas.

A pesar de las riquezas que obtenía de sus colonias americanas, España comenzó a dar signos de decadencia. Buena parte de lo obtenido se gastaba inmediatamente en gastos militares. Su control de los mares fue pronto discutido por potencias como Inglaterra o Países Bajos.

En la creación de su propio imperio, Gran Bretaña no solo utilizó tácticas militares y coloniales. El comercio, organizado mediante grandes compañías, fue una de sus principales estrategias para adquirir control de vastos territorios.

A diferencia de los españoles, no se preocuparon demasiado por convertir a los pueblos nativos a ninguna religión. En la mayoría de sus colonias, además, tampoco enviaron población para colonizarlas.

Revolución Industrial

La Revolución Industrial se produjo cuando el Imperio británico ya poseía un enorme poder. Sin embargo, sí influyó de manera notable en que su hegemonía fuera indiscutible.

Esta revolución se inició a mediados del siglo XVIII, con la mecanización de la industria textil. Después, aprovecharon la potencia de la máquina de vapor para aumentar aún más la producción y para los transportes.

Todos los cambios que provocó esta revolución permitió a Inglaterra convertirse en la única potencia industrial. Hasta bien entrado el siglo XIX, sus métodos de producción le permitieron vender en todos los mercados a precios más competitivos.

Su penetración comercial permitió al país tener el poder real en grandes áreas del planeta sin necesidad de conquistas militares.

Características de la hegemonía británica

Gobierno

El Imperio británico estaba gobernado por la Corona, cuyo poder era superior al de otras casas reales de los territorios imperiales.

Sin embargo, la pérdida de Estados Unidos llevó a Gran Bretaña a adoptar una estrategia de control distinta a la de otros imperios. Así, en lugar de pretender gobernar sus colonias de manera directa, en muchas ocasiones prefirió hacerlo de manera más indirecta.

Lo importante, en este caso, era no perder los beneficios comerciales. Gran Bretaña, a partir de la mitad del siglo XIX, creó el denominado modelo de colonia autogobernada. Este estatus, reservado para los territorios mayoritariamente blancos, como Canadá o Australia, le permitió conservar su poder sin desgastarse en luchas políticas.

Más adelante, en 1887, los británicos fundaron la Commonwealth, una comunidad de naciones unidas más por los intereses económicos que por los políticos.

Libre comercio

Con la pérdida de las colonias norteamericanas en 1776, tras una guerra que concluyó con la independencia de Estados Unidos, finalizó el llamado Primer Imperio británico.

A partir de ese momento, Gran Bretaña centró su expansión colonial en Asia y África. Además, los británicos cambiaron su política al entender que podían mantener los beneficios económicos de sus colonias sin necesidad de gobernarlas directamente.

Todo el sistema económico y comercial en el que se basó su hegemonía provenía de la doctrina conocida como liberalismo, formulada por Adam Smith. Este modelo sustituyó al mercantilismo, que se había caracterizado por la lucha entre países por la riqueza.

Con el liberalismo, el libre comercio se abrió paso como el modelo económico dominante y el Estado cedió parte de sus poderes en favor de las empresas privadas.

Nuevo Imperialismo

El Nuevo Imperialismo fue el modelo seguido por Gran Bretaña en su expansión colonial entre 1870 y la Primera Guerra Mundial. Durante esta época, las potencias europeas, más Estados Unidos y Japón, entraron en una carrera por conseguir territorios en Asia y África.

En el caso británico, esta época comenzó en 1875. Ese año, compró parte del Canal de Suez, en Egipto, con el propósito de controlar este paso navegable entre el Mediterráneo y Asia. En 1882, Gran Bretaña acabó ocupando el país norteafricano.

Su expansión por el resto de África fue también muy rápida. Entre 1885 y 1914, Gran Bretaña controlaba el 30% de toda la población del continente.

La India, por su parte, era uno de los principales proveedores de materias primas para los británicos, además de un gran mercado paras sus productos. En un primer momento, el gobierno del país recayó en la Compañía de las Indias Orientales. En 1885, pasó a depender directamente de la Corona inglesa.

Pérdida de la hegemonía

Gran Bretaña fue una de las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial. Al finalizar el conflicto, su territorio imperial alcanzó su máxima extensión. No solo se hizo con Palestina y Mesopotamia, sino también con las colonias alemanas (país derrotado en la guerra) en África.

Problemas económicos

A pesar de las nuevas incorporaciones al imperio, Gran Bretaña comenzó a perder su hegemonía mundial a partir de esos años posteriores a la Gran Guerra.

Uno de los motivos fue la situación económica, muy dañada tras el conflicto. Estos problemas no permitían a Gran Bretaña mantener el control de su gran imperio y su deuda no paraba de crecer.

Lucha contra el colonialismo

Los problemas de control de las colonias provocados por la mala situación económica se agravaron por la aparición de movimientos nacionalistas en muchos territorios.

Durante la década de 1920, la situación política del imperio comenzó a cambiar. Todos ellos firmaron por separado el Tratado de Versalles que ponía fin a la Primera Guerra Mundial y, en 1926, los dominios británicos fueron declarados independientes.

Esa independencia se confirmó por el Estatuto de Westminster en 1931. A partir de ese momento, cada uno de los dominios británicos eran iguales políticamente a la metrópolis.

Esto, no obstante, no significó que los británicos no continuaran obteniendo provecho económico de sus antiguas colonias. Mediante la Commonwealth, aún existente, siguieron manteniendo una primacía comercial en muchos de los nuevos países.

Referencias

  1. Muy Historia. El poder del Imperio Británico. Obtenido de muyhistoria.es
  2. Orueta, Eneko. El Raj Británico de la India, la joya de la corona. Obtenido de archivoshistoria.com
  3. Vieira, Mariana. Perceptions of Peaceful Transfer of Power: From the British to the American Empire. Obtenido de strifeblog.org
  4. Morgan, Kenneth. Symbiosis: Trade and the British Empire. Obtenido de bbc.co.uk
  5. The Editors of Encyclopaedia Britannica. Commonwealth. Obtenido de britannica.com