Biología

Relaciones tróficas: concepto y ejemplos


Las relaciones tróficas son aquellas que vinculan a dos o más organismos donde uno actúa como depredador o entidad que se alimenta de otro, y otro funciona como alimento o ente del cual se alimentan. Esto comprende la transferencia de energía de un lugar del ecosistema a otro.

Es una regla general que las plantas, las algas y cualquier organismo que sintetice su propio alimento (organismos autótrofos) representan la base para cualquier relación trófica en la naturaleza, ya que estos se encargan de transformar la energía del ambiente en moléculas orgánicas que pueden ser aprovechadas por los demás organismos del ecosistema.

Existe una gran diversidad de relaciones ecológicas que vinculan a especies diferentes, pero cualquier tipo de relación trófica, de una u otra forma, involucra algún organismo autótrofo.

En todos los ecosistemas se pueden observar relaciones tróficas, incluso en aquellos con las condiciones más extremas. Así, los científicos siempre intentan conocer todas las relaciones tróficas de un ecosistema, ya que esto les permite entender y representar su funcionamiento y el flujo de nutrientes en el mismo.

Para comprender adecuadamente una relación trófica se requieren muchas horas de observación y estudio del comportamiento de las especies en el ecosistema donde habitan, lo que impone algunas restricciones para el estudio de estas relaciones entre especies.

Índice del artículo

Concepto de relación trófica

Toda forma de vida en el planeta sobrevive gracias a que puede obtener y utilizar la energía de una fuente externa a sí misma. Esta energía le permite desarrollarse, crecer, reproducirse y realizar todos los procesos biológicos que le caracterizan.

Sin embargo, en la naturaleza existen muchas estrategias y formas de vida diferentes. Por ejemplo, las plantas y las algas obtienen su energía de la luz solar; los herbívoros se alimentan de las plantas y los carnívoros se alimentan de animales herbívoros, por ejemplo.

El concepto de “relaciones tróficas” debe, por lo tanto, incluir muchas estrategias evolutivas diferentes, ya que la transferencia de energía de un individuo a otro puede ocurrir por medio de una gran diversidad de procesos.

Las relaciones tróficas pueden incluir desde la cooperación mutua de las especies, hasta el beneficio de una especie y la muerte de la otra. Incluso, en algunas estrategias ambas especies vinculadas se transfieren energía mutuamente, en una especie de retroalimentación.

De este modo, el concepto de relaciones tróficas puede encontrarse en la literatura desde muchos enfoques diferentes. Sin embargo, todos concuerdan en que las relaciones tróficas son la “transferencia de energía de un individuo a otro”.

Ejemplos de relaciones tróficas

En los estudios ecológicos se definen primero las relaciones interespecíficas y luego las relaciones tróficas en función de estas interacciones. Algunos ejemplos de las estrategias más estudiadas y observadas dentro de las relaciones tróficas son:

Competencia

La competencia es quizás la interacción interespecífica, y a su vez la relación trófica, mayormente observada en la naturaleza, ya que por esta se controla la energía que puede obtener un animal que se alimenta de un animal o del ambiente entorno, en el caso de los organismos autótrofos.

– Las plantas en los bosques de selva nublada compiten por los espacios en los que pueden captar mayor cantidad de luz solar.

– En el mar observamos cómo los depredadores de diferentes especies compiten para atrapar la mayor cantidad de peces en un cardumen de una especie determinada.

En todos estos casos existe una transferencia de energía, ya que el que “gana” la competencia recupera las fuerzas utilizadas para tal fin, mientras que el que “pierde” termina con sus reservas energéticas disminuidas e, incluso, en algunas ocasiones el perdedor muere.

Parasitismo

Desde el punto de vista antropocéntrico, el parasitismo es, tal vez, una de las peores relaciones tróficas en la naturaleza. Esta consiste en que uno de los individuos obtienen su alimento de otro, sin que el otro obtenga ningún beneficio.

Además, el individuo que es parasitado se ve perjudicado debido a la energía que el individuo parásito le quita.

Un ejemplo clásico del parasitismo como una relación trófica está representado en los diversos parásitos que afectan al ser humano: T. cruzi, T. saginata, P. falciparum, entre otros.

Todos estos parásitos utilizan el cuerpo humano como ecosistema para vivir, alojándose, alimentándose e incluso reproduciéndose dentro este; pudiendo hacerlo a partir de la energía que obtienen del entorno que parasitan.

Por otra parte, estos parásitos disminuyen la energía de los cuerpos a los que infectan, causando un gran deterioro y una disminución de la actividad fisiológica normal de los hospedadores.

Mutualismo

El mutualismo es una relación trófica en la que ambos individuos dependen uno del otro para obtener energía. Este tipo de relación es muy común en la naturaleza y son interacciones muy exitosas, sobre todo en los ambientes extremos.

Un ejemplo de este tipo de interacción que se encuentra en casi cualquier ecosistema del planeta (excepto la Antártida) corresponde a los líquenes, quienes se componen de una especie de hongo y de una especie de alga.

El alga le proporciona parte de sus fotoasimilados al hongo, mientras que el hongo le proporciona al alga un sustrato adecuado sobre el cual vivir (con suficiente cantidad de agua y luz, etc.).

Depredación

Esta interacción, vista desde el punto de vista trófico, consiste en el beneficio de uno de los individuos que participa y en la muerte del otro. El individuo definido como “depredador” obtiene energía a partir de la muerte del otro, denominado “presa”.

Ejemplo clásico de esta relación trófica son los leones (Panthera leo) cazando antílopes (Hippotragus niger) en las llanuras africanas. Los leones acechan a la manada de antílopes para capturar y comerse a alguno de los individuos de esta.

El o los leones que son depredadores obtienen energía asimilable al devorar a su presa, siendo esta el antílope.

Amensalismo

El amensalismo es una interacción interespecífica muy difícil de identificar en los ecosistemas.

Sin embargo, es una relación trófica fácil de describir, puesto que un individuo no percibe ningún efecto de la interacción (no obtiene energía) y el otro se perjudica de la interacción, es decir, pierde energía.

Desde el punto de vista trófico hay una transferencia de energía de una especie al ecosistema, ya que la energía no la obtiene ninguno de los individuos que participa. En otras palabras, una de las especies hace que la otra pierda energía, pero no la gana para sí.

Una relación trófica amensalista puede observarse cuando los perros comen pasto para “purgarse”. Estos le causan un efecto negativo a la planta porque le quitan superficie de absorción de luz y causan heridas en sus tejidos, mientras que el perro no gana un solo gramo de energía al alimentarse de la planta.

Esta relación puede ser vista desde el punto de vista trófico en que hay una transferencia de energía desde la planta al entorno por la relación que ocurre entre los dos individuos: el perro y la planta.

Comensalismo

El comensalismo es definido como una interacción ecológica interespecífica entre dos organismos en la que uno de estos se beneficia, mientras que el otro no obtiene ni beneficios ni pérdidas. En la literatura se representa como una interacción “+/-”.

Una relación trófica comensalista puede verse en las rémoras (Remora remora) que acompañan a los tiburones en todo momento. Estas se alimentan de los trozos de carne que se liberan alrededor del tiburón cuando este se alimenta de sus presas.

El comensalismo es una relación trófica difícil de identificar en los ecosistemas, ya que en muchos casos esta es temporal, es decir, que ocurre solo durante un periodo de tiempo definido y solo en pocas ocasiones dicha interacción es permanente o se mantiene durante un tiempo prolongado.

Referencias

  1. Bradstreet, M. S., & Cross, W. E. (1982). Trophic relationships at high Arctic ice edges. Arctic, 1-12.
  2. Bunwong, K. (2011). Numerical Simulation on Ecological Interactions in Time and Space. Numerical Analysis: Theory and Application, 121.
  3. Clarke, G. L. (1955). Elements of ecology (Vol. 79, No. 3, p. 227). LWW.
  4. Glavič, P., & Lukman, R. (2007). Review of sustainability terms and their definitions. Journal of cleaner production, 15(18), 1875-1885.
  5. Lindeman, R. L. (1942). The trophic‐dynamic aspect of ecology. Ecology, 23(4), 399-417.
  6. Robert, S. (2015). Elements of Ecology. Pearson Education India.