Historia

Los 11 Dioses Teotihuacanos Más Importantes


Los dioses teotihuacanos —entre los que se encuentran Tlátol, Huehuetéotl y Xipe Tótec—conformaron la base espiritual de la cosmogonía de los pueblos antiguos mexicanos, así como sus más fervientes creencias. Teotihuacán fue una de las ciudades precolombinas más florecientes, por lo que las deidades de esta zona tuvieron amplia trascendencia.

Cuando los olmecas desaparecieron del golfo de México se generó una especie de vacío en cuanto a la civilización. Fue entonces cuando pequeñas poblaciones se fueron asentando en la zona para ir poblando diferentes regiones de Mesoamérica.

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Cerca del volcán Xitle se estableció la primera ciudad estado (altépetl): la comunidad cultural de Cuicuilco, ubicada exactamente al sur del lago Texcoco. Este lago fue desecado para evitar las plagas y  enfermedades que se originaban producto de las altas temperaturas. 

Algunos textos aseguran que los habitantes de Teotihuacán eran descendientes de la cultura náhuatl y que procedían del norte, al igual que los mexicas. La cultura teotihuacana fue tan relevante que la gran ciudad de Cuicuilco, en su época de mayor florecimiento, compitió con Teotihuacán en sus primeras etapas.

Los dioses regían todos los espacios y entornos, entre los que destacan el calendario agrícola y los rituales para invocar el agua. Sus deidades eran seres poderosos y mágicos que otorgaban la vida y también la quitaban; bajo esta noción dual de la vida y la muerte transitaban las comunidades con fe ciega.

Existen varias representaciones de dioses en figuras y estatuillas de grandes felinos, como el jaguar y la pantera. Por ejemplo, dentro de la simbología religiosa, el jaguar —también conocido como panthera onca—era considerado una criatura mágica gracias a sus habilidades extraordinarias, y su imagen fue utilizada en los rituales de los chamanes.

Índice del artículo

Origen de la cosmovisión

El sedentarismo agrícola marcó el inicio de la tradición mesoamericana (2500 a. C.), que se desarrolló de manera autónoma hasta entrado el siglo XVI. Fueron 4000 años de intercambio social compartido entre distintos pueblos que estaban enlazados por una historia en común.

A pesar de los cambios radicales producidos por la Colonia y el proceso de evangelización, estos pueblos construyeron una visión propia del cosmos que edificó tradiciones con características  que se han mantenido hasta el presente.

Los mayas plasmaron en textos jeroglíficos y códices antiguos lo que contenían los libros indígenas que fueron redactados durante la Colonia. Estos rezaban que la creación del universo era un proceso cíclico y el hombre era la figura central.

Historia trascendente

El proceso de creación del cosmos siempre se ha relacionado con la intervención de divinidades, quienes decidieron un orden que se transformó en una historia sagrada.

Esta historia ha sido narrada de generación en generación, de manera escrita u oral, a través de un lenguaje cargado de símbolos que expresa los valores y sentimientos de estos hombres hacia el mundo.

Este mito de la creación explica el origen de todo, incluyendo la conducta de los seres humanos. Para los devotos, es una historia verdadera que, junto con los demás mitos de su comunidad, constituye el código de valores y marca la senda de su comportamiento en este mundo.

Elementos religiosos de la cultura teotihuacana

Rituales y calendarios

Las ceremonias de celebración se ajustaban a los solsticios, eclipses y equinoccios. Estos eran los eventos astronómicos con los que se asociaba la construcción de pirámides y templos, ya que eran los dioses quienes regían estas fechas del calendario.

Sacrificios humanos

Estas prácticas expresaban el compromiso y devoción a sus dioses al momento de elevar una pirámide. También se hacían para proteger y garantizar la abundancia en la ciudad.

Guerreros enemigos y traidores eran enterrados vivos, desangrados, decapitados o se les extraía el corazón.

Arquitectura

Las portentosas edificaciones construidas por estos pueblos para venerar a sus dioses dan cuenta de la magnitud de su entrega, adoración y compromiso ante este soberbio panteón indígena. Teotihuacán se convirtió en un centro religioso importante e imponente.

A continuación se describen algunas de estas construcciones, cuyas estructuras expresaban el profundo sentimiento religioso que estas comunidades profesaban a sus dioses:

Pirámide del Sol

Se trata de una construcción de cinco niveles sobre la base de un túnel sagrado; encima de esta existía un pequeño templo. En el interior de la pirámide hay un pasadizo de 100 metros que conduce a una cámara de entierro.

Pirámide de la Luna

Fue construida posteriormente a la del Sol y tiene una estructura similar, aunque no posee cámaras internas. En la base se pueden hallar ofrendas a los dioses, esculturas de animales en roca verde y también pueden encontrarse rocas de obsidiana.

Es probable que estas construcciones fueran el lugar de descanso para los sacrificios humanos. También se han encontrado allí restos de animales sacrificados.

Templo de Quetzalcóatl

Es una estructura monumental decorada con esculturas del dios del agua (Tláloc) y de la serpiente emplumada.

Ahí reposan hombres y mujeres sacrificados  como celebración por la culminación de la obra.  También se pueden hallar en su interior objetos religiosos y cuchillos de obsidiana.

Las obras de arquitectura que se erigieron dentro de Teotihuacán le dieron el posicionamiento como espacio religioso simbólico en Mesoamérica; fue conocida como la ciudad en donde nacen los dioses.

Las deidades eran veneradas y fueron representadas en esculturas, pinturas e incluso en construcciones arquitectónicas. Sus leyendas e historias mitológicas llegaron hasta nuestros días a través de los rastros arqueológicos e incluso en poesías religiosas, además de las expresiones artísticas previas.

Los 11 principales dioses teotihuacanos

Quetzalcóatl

También conocido como la Serpiente emplumada, es el dios principal y representa la dualidad del hombre. El cuerpo físico y el alma están representados en la serpiente y en las plumas, respectivamente.  

En estas características también se ven representadas la fuerza de la tierra y el cielo. Su principal atributo era el poder de la transformación y hacía referencia a la perfección del hombre.

La cabeza rodeada de serpientes que emerge desde lo alto entre las plumas le confirió el nombre de Serpiente emplumada.

Tláloc

Es considerado uno de los dioses más temidos y adorados por los pueblos mesoamericanos. Era el dios de la lluvia, de quien dependían los ciclos del agua necesarios para que crecieran los cultivos de estos pueblos, que eran netamente agrícolas.

A Tláloc también se le atribuía el poder del rayo. El territorio conferido a este dios era Tlalocán, lugar mitológico que según los teotihuacanos estaba ubicado hacia el este del universo. Según describe la cosmología teotihuacana, en Tlalocán nunca falta el alimento y es el origen de todas las fuentes de agua que requiere la Tierra para su subsistencia.

Tláloc es representado con anteojeras y lengua bífida como la de una serpiente. También tiene caracoles y conchas, que representan su carácter fértil.

Su presencia es sobrecogedora y expresa la necesidad que tiene el hombre de recibir de la tierra los alimentos esenciales. Es un dios dual: su otra cara la representa la diosa de los lagos y las corrientes de agua.

Chalchiuhtlicue

Es la otra cara del dios de la guerra y el agua (Tláloc). Esta diosa se asocia con la fertilidad y se representa con grandes orejeras, un poncho y una falda de jade con estampados geométricos. Su cuerpo se muestra robusto y calza unas sandalias.

La representación de esta deidad está ataviada a la manera teotihuacana, con adornos en la cabeza. Está simbolizada en la imponente escultura que se encuentra muy cerca de la pirámide de la Luna, y que posteriormente fue trasladada al Museo Nacional ubicado en la calle de Moneda, en Ciudad de México.

Huehuetéotl

Es el dios del fuego y está representado como un anciano desdentado, arrugado, barbudo y jorobado. Los hallazgos arqueológicos lo ubican como uno de los dioses más antiguos.

Después de que la ciudad de Cuicuilco fue destruida por una erupción volcánica, se encontraron figuras que presentan al dios sentado y con brasas a su espalda. El dios Huehuetéotl estaba asociado con el calendario solar.

La representación de la deidad sobre brasas sugiere la furia del volcán de Xitle, que hizo brotar fuego por su boca y estremeció la tierra acabando con la ciudad de Cuicuilco.

Este dios representa entonces la memoria del volcán. El brasero que lo precede se utiliza para colocar incienso o resinas aromáticas (copal), para así prenderles fuego.

La representación de Huehuetéotl está esculpida en piedra. Sobre su cabeza hay una figura de rombo y sus manos reposan sobre sus piernas, una empuñada y la otra con la palma hacia el cielo.

Mujer araña 

Fue venerada como la diosa de la oscuridad y del inframundo. Estaba representada con un tocado con la cara de un pájaro verde, parecido  a una lechuza o un quetzal.

Se encuentra rodeada de ​arañas y su cuerpo es de un color amarillento.  Además, lleva una pieza principal y muy característica que atraviesa su nariz: se trata de una barra alargada con tres círculos.

Justo debajo de esta barra cuelgan de tres a cinco “colmillos”; los más externos hacen una curva hacia el medio y el que está en el centro apunta hacia abajo.

De su cabeza surge una forma vegetal similar al árbol del mundo, y de las gotas de agua de sus ramas brota una cantidad de mariposas y arañas. Estas gotas ruedan por las manos de la diosa.

Xipe Tótec

Era el dios de las cosechas (del maíz y la agricultura), de la enfermedad y de la orfebrería. Se le consideraba influyente en todos los aspectos vinculados con la vida, la muerte y la resurrección.

Xipe Tótec fue símbolo de la renovación y del desprendimiento, y sus acciones estaban enfocadas en regenerar el espíritu del ser humano.

Dios gordo

Según las investigaciones arqueológicas y antropológicas llevadas a cabo, esta divinidad también era la representación de la vida y la muerte.

Su aspecto era el de un hombre equilibrado y elegante. Su rostro era mofletudo y sereno, con los párpados entreabiertos y los pómulos afilados y pronunciados. Algunos investigadores indican que esta deidad estaba relacionada sobre todo con la muerte y que tenía una función funeraria.

Dios del Pulque

En los rituales religiosos teotihuacanos se utilizaba una bebida alcohólica llamada pulque, y una de sus representaciones más comunes era la de un conejo.

Según la cosmovisión teotihuacana, existió un grupo de conejos sagrados que se reunían en las ceremonias. Algunos de estos respondían a los nombres de Macuiltochtli, Texcatzonatl, Tepoztécatl, Colhuatzincatl y Ometochtli.

Dios desollado

Este dios es comparado con Xipe Tótec. Se le representa con un cuchillo ensangrentado y cubierto con piel humana, así como con pequeñas cabezas cuyos ojos son punzados.

Es considerado el dios de las estaciones, la vegetación y la enfermedad. También se asocia con la dirección este del universo, lugar por donde nace el Sol; de ahí viene el predominio del rojo en sus representaciones.

La concepción de este dios era muy peculiar: su relación con la agricultura viene dada porque se creía que su representación respondía al hecho de que él mismo se desollaba para proporcionar alimento a los hombres. Esta acción se compara simbólicamente con la pérdida de la piel exterior que sufre el maíz antes de germinar.

Yacatecuhtli

Era el dios de los viajeros de negocios y de los comerciantes, y estaba representado con un haz de palos. Los comerciantes ataban sus productos y los rociaban con sangre de sus oídos para ofrendar a este dios.

Esta acción debía garantizar el éxito en los negocios y, además, los protegía de las bestias y ladrones del camino durante sus viajes.

Dios de la muerte

Otras esculturas encontradas fueron asociadas a la muerte y el inframundo. Una de estas en particular se trata de una escultura de color rojo en forma de círculo, labrada por ambas caras y con un cráneo a la mitad visto desde el frente; también tenía varios pliegues alrededor.

Esta representación se encontró frente a la Pirámide del Sol, ubicada hacia el lado oeste. Se cree que la forma de esta escultura hace referencia a la ruta del Sol descarnado hacia Xibalbá, también conocido como el mundo de los muertos.

Una tradición que se negó a morir

La violenta instauración de un nuevo orden político y social que impuso la colonización de estos pueblos intentó desterrar sus tradiciones y valores religiosos, que representaban sus más férreas creencias.

Sin embargo, la fuerza simbólica de todo lo que era digno de respeto y sagrado para esta comunidad trascendió a pesar del profundo cambio, superando persecuciones, tortura y muertes.

Los hombres poderosos de estas comunidades no abandonaron su herencia cultural. Aprovecharon el nuevo alfabeto que les imponían para escribir en esa lengua sus nuevos textos, y documentar así sus tradiciones orales.

Estos escritos fueron complemento de sus antiguos códices, en donde asentaron sus tradiciones religiosas, sus ritos, su historia, sus fiestas y sus anécdotas relacionadas con la naturaleza.

Gracias a esto, el panteón de los dioses teotihuacanos permanece incólume en la historia  colectiva de sus regiones, formando parte del imaginario cultural de los países que atesoran y consagran su espíritu a esta herencia religiosa que consolida y mantiene viva la historia de sus creencias.

Referencias

  1. “Los dioses teotihuacanos” en queaprendemoshoy.com. Recuperado en 15 de marzo de 2019 de queaprendemoshoy.com: queaprendemoshoy.com
  2. Peque José M. “Teotihuacán y sus dioses. Divinidades de la cultura teotihuacana” en Arquehistoria. Recuperado en 15 de marzo de 2019 de Arquehistoria: arquehistoria.com
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  5. “Religión teotihuacana. Conoce la influencia de sus cultos y creencias” en Religiones.net. Recuperado en 15 de marzo de 2019 de Religiones.net: religiones.net
  6. De la Garza Mercedes. “Mitos mayas del origen cosmogónico” en Arqueología Mexicana. Recuperado en 16 de marzo de 2019 de Arqueología Mexicana: arqueologiamexicana.mx