Biología

Diversidad de los seres vivos y sus interacciones


Diversidad biológica o biodiversidad son los términos que utilizamos para referirnos a la inmensa variedad de organismos vivos que habitan en los ecosistemas de la Tierra. Se dice que hay diversidad en un ecosistema cuando hay múltiples especies diferentes de animales.

Si prestamos suficiente atención, no importa el lugar donde nos encontremos, podremos darnos cuenta de que estamos rodeados de diferentes tipos de seres vivos: árboles, arbustos, flores, aves de tamaños y colores diferentes, insectos, hongos, mascotas de distintos tipos, etc.

Esto es a lo que llamamos biodiversidad y representa a todos los organismos que componen a la biósfera (esa capa de nuestro planeta donde habitamos) a los que vemos y conocemos, y a los que ni siquiera sabemos que existen.

Al referirnos a la biodiversidad, también incluimos a un sinnúmero de seres que no podemos ver: a los organismos microscópicos, es decir, parásitos, bacterias, algas, hongos, arqueas y otros organismos unicelulares imposibles de observar sin instrumentos especiales para ello.

Aunque todos los seres vivos compartimos ciertas características que nos definen como vivos, no somos todos iguales: un perro es muy diferente a una hormiga y un niño es muy distinto a una flor.

Es por ello que los seres humanos, a lo largo de su historia, han ideado estrategias para ordenar y clasificar a los seres vivos, y los científicos de hoy reconocen la existencia de tres grandes grupos o dominios llamados: Bacteria, Archaea y Eukarya.

Los animales, los hongos, las plantas, los protistas y las algas pertenecen al dominio Eukarya y sus vidas están en íntima relación con las de los organismos pertenecientes a los dominios Bacteria y Archaea.

De hecho, todos los seres de la biósfera dependen, generalmente, de otros seres vivos y de las interacciones que establecen con estos para sobrevivir, formando una gran red que los conecta directa o indirectamente.

Interacciones entre los seres vivos

Ningún ser vivo habita a lo largo de toda su vida en un ambiente aislado de otros seres vivos, y es por ello que no es difícil pensar que ocurren encuentros entre organismos distintos, independientemente del ambiente del que hablemos.

A estos encuentros, que pueden ser directos o indirectos, los llamamos interacciones ecológicas o interacciones bióticas, y son fundamentales para el funcionamiento de los ecosistemas que componen a la biósfera.

Un ecosistema se define como el conjunto de comunidades de seres vivos que habitan en un espacio y tiempo determinados y que están bajo la influencia de los mismos factores bióticos y abióticos.

Las comunidades son grupos de poblaciones de diferentes especies que coexisten en un mismo espacio y las poblaciones son grupos de individuos de la misma especie.

Por ejemplo, si nos referimos al ecosistema marino, estamos hablando de todos los organismos que habitan en el mar y que están en condiciones similares de temperatura, salinidad, radiación, profundidad, etc.: las algas marinas, los corales y crustáceos, los peces, moluscos y mamíferos marinos, entre otros.

Un ecosistema no solo está representado por los organismos que lo componen y por las condiciones abióticas propias de un ambiente determinado, sino que comprende, además, a las relaciones que tienen lugar entre organismos y entre los organismos y el ambiente.

Relaciones tróficas

Los organismos vivos necesitan alimento para sobrevivir, sea cual sea el organismo del que hablemos. Por esta razón, las interacciones más importantes que existen entre la diversidad de seres que habitan en la biósfera tienen que ver con qué y cómo se alimentan, es decir, sus relaciones tróficas.

  • Productores y consumidores

La vida de cualquier animal depende de otro organismo: otro animal o una planta, por ejemplo. Esto es porque los animales son organismos heterótrofos, lo que significa que no pueden producir sus propios alimentos, sino que tienen que conseguirlos al alimentarse de otros organismos.

Las plantas, en cambio, son organismos autótrofos, ya que son capaces de producir sus propios alimentos al convertir la energía de los rayos del sol y el agua que obtienen del suelo en nutrientes y formas de energía útiles para otros seres vivos. Además, estas producen oxígeno, que es el gas que muchos organismos utilizamos para respirar.

Las plantas son productoras y los animales (y otros organismos) son consumidores y esta es una distinción importante que se hace para ‘clasificar’ de alguna manera a los seres vivos.

  • Carnívoros, herbívoros y omnívoros

Los heterótrofos se dividen en tres categorías: los animales que se alimentan de otros animales (carnívoros), los animales que se alimentan de plantas (herbívoros) y los animales que pueden alimentarse tanto de plantas como de otros animales (omnívoros).

Los leones y los tigres son carnívoros estrictos, las vacas y los caballos son herbívoros estrictos y los cerdos y los seres humanos somos animales omnívoros.

Otra categoría está formada por los descomponedores, que se alimentan de materia orgánica muerta o en descomposición.

  • Sintetizadores o productores

Las plantas, las algas y muchos tipos de microorganismos son productores. Las plantas utilizan la energía derivada de los rayos del sol (fotosintetizadores), pero hay otros organismos que emplean fuentes de energía distintas como, por ejemplo, compuestos químicos inorgánicos (quimiosintetizadores).

Relaciones interespecíficas e intraespecíficas

Una de las formas más fáciles de estudiar las interacciones que se dan entre los seres vivos es analizando si ocurren entre individuos de la misma especie o entre individuos de especies diferentes, es decir, si son relaciones intraespecíficas o interespecíficas, respectivamente.

  • Relaciones interespecíficas

Como su nombre lo indica (entre especies), estas son las interacciones que se dan entre organismos que pertenecen a especies diferentes. Son relaciones sumamente comunes y las hay de varios tipos, de distinta duración e impacto para cada uno de los involucrados.

Las relaciones interespecíficas más conocidas son la depredación, la simbiosis, la competencia, el comensalismo y el parasitismo.

  • En la depredación un organismo es depredador y otro es presa. El depredador se alimenta de su presa cuando la caza. Un buen ejemplo son los leones y las gacelas que vemos en los programas de animales salvajes en la tele.
  • La competencia es un tipo de interacción muy común, pues muchos organismos pueden llegar a competir por algún tipo de recurso: alimento, fuente de agua, nicho o guarida, territorio, etc. Ejemplo de este tipo de interacción es el de las plantas que compiten por la luz del sol en un bosque.
  • La simbiosis implica una interacción entre dos organismos que se benefician mutuamente al interactuar. Hay muchos ejemplos de simbiosis, pero uno muy llamativo es el de las bacterias que residen en el tracto intestinal de los rumiantes (como las vacas) y que les ayudan a digerir la celulosa de las plantas que se comen.
  • El parasitismo, en cambio, es una interacción entre organismos de especies diferentes que es negativa/perjudicial para una de las especies (la parasitada) y positiva/beneficiosa para la otra (el parásito). Un ejemplo de parasitismo es una garrapata alimentándose de la sangre de un perro.

Relaciones intraespecíficas

Los organismos de una misma especie también interactúan entre sí, y este tipo de interacción es lo que conocemos como interacción o relación intraespecífica (dentro de la misma especie).

Hay diversos tipos de interacciones intraespecíficas como son:

  • Competencia: cuando los organismos de una misma especie compiten por un recurso. Es muy común la competencia por pareja reproductiva que ocurre entre machos de una misma población.
  • Cooperación: los individuos de una misma población interactúan para obtener un beneficio mutuo, por ejemplo, las manadas de leones que cazan en conjunto a una presa de la que todos podrán alimentarse.
  • Relaciones coloniales: cuando los organismos de una especie se mantienen juntos, formando una colonia (relacionados fisiológica y estructuralmente). Un buen ejemplo es el de las bacterias u hongos que crecen en colonias, formando poblaciones que son clones de un mismo individuo.
  • Asociaciones sexuales: algunos organismos se reúnen o asocian únicamente durante la época de apareamiento, es decir, con fines reproductivos, lo que ocurre generalmente de forma masiva.