Biología

Proceso de hominización: características y fases


El proceso de hominización es el desarrollo evolutivo de las características humanas que diferencian a los homínidos de sus ancestros los primates. En términos más sencillos podría decirse que la palabra “hominización” hace referencia a las diferentes transformaciones que el ancestro común de los primates y los homínidos sufrió (a través de distintas especies) hasta “producir” a los seres humanos como los conocemos en la actualidad (Homo sapiens sapiens).

Este término estaba restringido inicialmente a la descripción del proceso de emergencia del hombre moderno, no obstante, en la actualidad es un poco más amplio, pues incluye todos los aspectos de los cambios estructurales y de comportamiento que ocurrieron en la línea de los homínidos y que terminaron con el hombre de la actualidad.

Diferentes autores concuerdan, entonces, en que los cambios más resaltantes que ocurrieron en dicho linaje pueden resumirse en cinco puntos fundamentales:

– El desarrollo del bipedalismo (caminar sobre los dos miembros posteriores)

– El perfeccionamiento de la manipulación manual y la fabricación y el uso de herramientas

– La modificación de la mandíbula y de los dientes

– El aumento en la masa cerebral y

– Los cambios en las cuerdas vocales, el desarrollo del lenguaje y de la comunicación

Se propone que tal proceso de hominización comenzó en África, hace más o menos 6 millones de años, cuando algunos primates ancestrales dejaron rastros fósiles de su capacidad para el uso de cierto tipo de “herramientas”.

Índice del artículo

Características de la hominización

El proceso de hominización estuvo definido por algunos eventos característicos que ocurrieron en las distintas especies del linaje y que conllevaron al desarrollo del hombre moderno. Estas características se resumen en 5 hitos principales:

Bipedalismo

La capacidad de caminar erguido sobre los miembros inferiores es, tal vez, una de las características más antiguas compartida por todos los homínidos y que apareció en los ancestros más primitivos, pertenecientes al género Australopithecus.

Esta afirmación concuerda con los registros fósiles de hace unos 4 millones de años, que corresponden a una hembra del género descubierta en Etiopía en 1974, a quien bautizaron “Lucy”, y con los análisis de fósiles de Australopithecus africanus, Australopithecus afarensis, Australopithecus ramidus y Australopithecus anamensis, también del mismo género.

La capacidad de caminar erecto implicó una serie de modificaciones importantes del esqueleto, las cuales fueron necesarias para la transición de una vida sobre los árboles a una vida en las sabanas africanas. Entre dichas modificaciones se pueden destacar:

– el alargamiento de los miembros inferiores y “aplanamiento” de las plantas de los pies

– el acortamiento de los miembros superiores, incluyendo los dedos de las manos

– el ensanchamiento de las palmas de las manos y desarrollo de un pulgar oponible

– la “reestructuración” de la columna en forma de “S” para soportar la cabeza en posición vertical y

– el estrechamiento y fortalecimiento de la pelvis para soportar las vísceras (órganos internos)

En esta fase del proceso de hominización es bueno establecer que los hominoides pertenecientes al género Australopithecus tenían cerebros pequeños, rostros prominentes, al igual que sus dientes, y brazos mucho más cortos que las piernas.

Anatomía de las manos y el uso de herramientas

La capacidad de utilizar las manos con cierta precisión (diferente a la de los simios y más similar a la de los miembros del género Homo) se observó por primera vez en Australopithecus afarensis, una especie de hominoide que tenía manos de proporciones similares a la de los humanos, pero con los dígitos más “curvos”, de lo que se deduce que tenía una mayor capacidad de “agarre”.

La literatura concuerda con que la adquisición de una mayor capacidad de agarre que la de los simios, pero menor que la de los humanos, pudo haber significado una importante ampliación del nicho ecológico para los miembros del género Australopithecus.

La siguiente “fase” del proceso de hominización está representada por hallazgos paleontológicos de la especie Homo habilis, según los cuales hay evidencia indiscutible de que la fabricación de herramientas de piedra ocurrió hace más de 2 millones de años, antes de la aparición de cerebros más grandes y complejos.

Homo habilis es la primera especie del género Homo que se conoce. Eran homínidos de baja estatura (menos de 1.50 m), con cerebros apenas más grandes y dientes más pequeños que los de los Australopithecus. El epíteto “habilis” fue asignado gracias a su conocida habilidad para tallar piedras.

Después de H. habilis, hace unos 1.8 millones de años y hasta hace 200 mil años, vivieron sobre la tierra representantes de la especie Homo erectus.

H. erectus no solo tenía la capacidad de hacer herramientas más sofisticadas, sino que también aprendió a controlar el fuego, lo que tuvo gran significancia ecológica, pues adquirió la posibilidad de:

– cocinar sus alimentos

– mantenerse calientes durante la noche y en temporadas frías

– ahuyentar depredadores e

– iluminar sus caminos en la oscuridad

Además, tenía una capacidad cerebral aún mayor que la de Homo habilis y con ellos la tierra vio la luz de las primeras organizaciones sociales que permitieron un grueso desarrollo de la comunicación a través del lenguaje hablado en los homínidos, que se dispersaron hasta las zonas más templadas de Eurasia.

Hay evidencias de que los neandertales, pertenecientes a la especie Homo sapiens neanderthalensis, que habitaron Europa y Asia occidental hace unos 60 mil años, tenían prácticas religiosas.

Además, los cromañones, los representantes europeos de Homo sapiens sapiens, construían sus viviendas y mantenían comunidades estables hace unos 40 mil años o menos.

La domesticación de plantas y animales, el desarrollo de la agricultura y la aparición de las primeras civilizaciones no tardó mucho más en caracterizar al ser humano moderno.

Modificación de las mandíbulas y de los dientes

Las diferencias entre las mandíbulas y los dientes de los simios y los homínidos son bastante importantes. Los primeros tienen dientes esmaltados gruesos y grandes, con caninos y molares prominentes, así como una gran mandíbula (igual que sus músculos asociados).

En comparación con los Australopithecus, por ejemplo, los simios tienen una mayor relación entre el área comprendida por los dientes y el peso corporal.

Australopithecus radimus, tenía dientes parecidos a los de algunos representantes del género Homo: dientes pequeños, con una delgada capa de esmalte y caninos cortos, similares a los chimpancés en ciertos aspectos.

Australopithecus afarensis, por otra parte, tenía rasgos compartidos entre los simios y los homínidos: incisivos como los de los chimpancés, pero caninos como los de Australopithecus africanus. Homo habilis tenía dientes más o menos parecidos a los de Australopithecus afarensis.

La variación de la dentadura entre estos homínidos tenía la peculiar característica de estar acompañada por una reducción gradual del tamaño de los dientes frontales y un incremento del tamaño de los dientes laterales (más cercanos a las mejillas).

Se piensa que esto estaba relacionado con ciertos cambios climáticos, los cuales indiscutiblemente pudieron haber modificado la composición vegetal y animal del entorno en el que estos organismos habitaban, modificando también sus hábitos alimenticios.

Aumento de la masa cerebral

Muchos paleontólogos consideran que la “evolución” del cerebro desde los primeros homínidos hasta el hombre moderno ocurrió poco después de la aparición del bipedalismo y una vez los cambios en la dentadura y las mandíbulas culminaron.

Con el aumento de la masa cerebral también se dio un aumento del tamaño corporal y este proceso de “encefalización” también estuvo acompañado con otros cambios característicos de los homínidos.

Homo habilis tenía un volumen cerebral mucho mayor que el de los Australopithecus, pero distintos estudios computarizados han comprobado que el incremento no fue gradual.

El período entre hace 4 y 2 millones de años mostró cambios insignificantes del volumen cerebral, al menos en lo que respecta a Australopithecus, afarensis y Australopithecus, africanus, quienes compartían cerebros de menos de 450 cc; mientras que los Homo habilis, hace 2 o 1.5 millones de años, tenían cerebros entre 650 y 700 cc.

De lo anterior se entiende que la evolución del cerebro de los homínidos ocurrió, en realidad, en un momento de la historia hace unos 2-1.5 millones de años.

Desarrollo del lenguaje y la comunicación

Comunicación

El aparato fonético de los humanos tiene dos componentes: el sistema “subglotal” (bajo la glotis), que consiste en los pulmones y sus músculos, y la laringe, que comunica el sistema subglotal con el tracto superior de esta.

Las vías supra laríngeas humanas son diferentes a las de otros primates, pues en los humanos el paladar está “hacia atrás” y la laringe está “hacia abajo”, lo que permite la “construcción” única de una vía supra laríngea diferente a la de otros primates.

Más aún, el hecho de que la lengua humana pueda moverse en el espacio definido por el paladar y la columna vertebral permite generar los patrones de frecuencia que consiguen los sonidos de las vocales y las consonantes.

Las estructuras y el mecanismo de control nervioso necesario para el establecimiento del habla humana evolucionaron hace 1.8 millones de años en Homo erectus, de acuerdo con lo que sugieren los estudios de anatomía comparada entre los primates actuales y los fósiles de los homínidos encontrados.

Lenguaje

El lenguaje es una adaptación única de los humanos, pues evolucionó en el cerebro humano, aunque no existen evidencias anatómicas de la adquisición de ningún “órgano” nuevo, diferente al de los predecesores del hombre moderno; hecho que dificulta el estudio de su origen.

Los antropólogos difieren en su opinión respecto a cuándo apareció por primera vez el lenguaje. Algunos afirman que su origen acompañó a la aparición del Homo sapiens moderno, con el tamaño del cerebro moderno y el tracto vocal descendente completamente formado.

Otros, por el contrario, ubican la aparición del lenguaje en los tiempos de Homo habilis, con los primeros registros de las herramientas y el comienzo del aumento en la masa cerebral.

Sin embargo, las diferentes adaptaciones encontradas para el desarrollo del lenguaje y su profunda integración con la naturaleza humana parecen indicar que este tuvo su origen hace muchos millones de años, y ha sido sugerido que las primeras formas de lenguaje incluían cantos y gestos.

Fases del proceso de hominización

Las fases del proceso de hominización corresponden a las distintas especies de las que se guardan registros fósiles, de acuerdo con cuyas características se han ido elaborando las conclusiones pertinentes en relación con el origen del ser humano moderno.

Estas son las especies del proceso de hominización:

Del género Australopithecus

Comúnmente conocidos como “australopitecos”, estos son tal vez los hominoides más antiguos que se han encontrado, a partir de los cuales se piensa que surgieron los homínidos.

Los australopitecos habitaban las sabanas africanas hace unos 4 millones de años y, como se comentó, caminaban erguidos sobre sus extremidades posteriores (eran bípedos).

De acuerdo con los estudios paleontológicos (de los fósiles), estos primeros hominoides tenían un aspecto y una contextura física más parecida a la de un simio que a la de un humano y, de acuerdo con el tamaño de sus cerebros, se cree que eran tan inteligentes como los chimpancés modernos.

De este género se conocen diversas especies que pudieron haber existido en el espacio temporal correspondiente a 4-2.5 millones de años atrás:

– Australopithecus afarensis

– Australopithecus africanus

– Australopithecus deyiremeda

– Australopithecus garhi

– Australopithecus sebida

– Australopithecus anamensis

– Australopithecus bahrelghazali

Homo habilis

El primer representante del género Homo es el Homo habilis, que existió hace 2.5 millones de años. Ya se comentó acerca de su capacidad de fabricar herramientas y de sus comportamientos sociales, además de su mayor capacidad cerebral (respecto a los australopitecos).

Homo ergaster

El Homo ergaster vivió hace 1.8 millones de años y, al igual que el Homo habilis, tenía la capacidad de fabricar herramientas con distintos propósitos, entre ellos la caza, por lo que el consumo de carne de esta especie se piensa que era mayor que el de sus predecesores.

De esta especie se han registrado fósiles tanto en Asia como en Europa y en el norte de África, y se ha determinado que su capacidad craneal era aún mayor que la del Homo habilis.

Homo erectus

Así como el Homo ergaster, el Homo erectus vivió hace 1.6 millones de años y mantenía la habilidad para hacer herramientas y utensilios de cazadores. Como ya se mencionó anteriormente, estos homínidos lograron dominar el fuego y quizá se comunicaban con una suerte de lenguaje primitivo.

Homo antecessor

El Homo antecessor es considerado la especie más antigua de homínido hallada en Europa, la cual habitó la tierra hace más o menos 900 mil o 1 millón de años.

Tenían cerebros más pequeños que el de los humanos modernos, eran de contextura más grande que la de los homínidos anteriores y se cree que precedieron a los Homo sapiens.

Homo sapiens

Los representantes del Homo sapiens fueron hallados entre Europa y Asia hace poco más de 200 mil años, por lo que se piensa que convivieron con otros representantes del género.

Tenían mayor capacidad craneal (más de 1.000 cc) y podían fabricar herramientas y armas más elaboradas o sofisticadas. Construían sus viviendas, las cuales tenían cierta organización, y practicaban rituales funerarios para sus difuntos.

Homo sapiens sapiens

Corresponde a los hombres modernos, pero apareció hace 160 mil años, con el hombre de Cromagnon, que tenía una capacidad craneal de casi 2.000 cc.

Los primeros registros fósiles sugieren una gran capacidad para elaborar herramientas y utensilios domésticos de piedra, madera y hueso. Fueron los primeros en presentar complejas organizaciones sociales (tribus) y en complejizar el lenguaje y la comunicación.

En esta especie surgió la creatividad y con ello el arte, lo que se deduce por las pinturas rupestres halladas en las cuevas de Altamira, en España.

Posteriormente se dieron los procesos de culturización y de civilización, los cuales marcaron un antes y un después en la historia de la humanidad como la conocemos actualmente.

Referencias

  1. Dambricourt-Malassé, A. (1993). Continuity and discontinuity during hominization.
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  5. Stopa, R. (1973). Hominization. Journal of Human Evolution, 2(5), 371-378.
  6. Yusoff, K. (2016). Anthropogenesis: Origins and endings in the Anthropocene. Theory, Culture & Society, 33(2), 3-28.