Salud física

Quiste aracnoideo: síntomas, causas y tratamiento


El quiste aracnoideo consiste en una cavidad de líquido cefalorraquídeo normalmente benigna que surge en la membrana aracnoides. Es una condición poco frecuente y suele ser asintomática.

La aracnoides es una de las capas de las meninges, unas membranas que recubren nuestro sistema nervioso para protegerlo y nutrirlo. Justo debajo de ella se encuentra el espacio subaracnoideo, por donde circula el líquido cefalorraquídeo. Es usual que estos quistes se comuniquen con dicho espacio. Además, están rodeados por una membrana aracnoidea que es indistinguible de la aracnoides sana.

Los quistes aracnoideos pueden aparecer tanto en el cerebro como en la médula espinal, y contienen un líquido claro e incoloro que parece ser líquido cefalorraquídeo, aunque en otras ocasiones, es similar a éste.

Características

Este tipo de quistes supone en la niñez el 1% de las lesiones intracraneales ocupantes de espacio (ya que dejan al cerebro sin espacio, presionándolo).

Aparecen principalmente en la infancia, siendo muy común que no se diagnostique hasta la edad adulta. Muchas veces se detecta en algún escáner cerebral de manera incidental, cuando el paciente iba a hacerse la prueba por otros motivos.

Existen dos grupos de quistes aracnoideos según su naturaleza. Unos son los primarios o congénitos, aparecen por anomalías en el desarrollo y/o influencias genéticas.

Los otros son los secundarios o adquiridos, que surgen tras una complicación o son consecuencia de otra condición. Son menos comunes que los primeros. Por ejemplo: traumatismos craneoencefálicos, neoplasias, hemorragias, infecciones, cirugías… éstos últimos también se llaman quistes leptomeníngeos.

Generalmente, un quiste aracnoideo no provoca síntomas, incluso si tiene un gran tamaño. En el caso en el que produzca síntomas, éstos consisten principalmente en dolor de cabeza, cráneo abultado (en niños), y convulsiones.

Existe un gran debate entre expertos sobre el tratamiento de estos quistes. Algunos defienden que solo debe tratarse a los pacientes que tienen síntomas, mientras que otros creen que es adecuado intervenir en pacientes asintomáticos para prevenir complicaciones.

El tratamiento más común está basado en técnicas quirúrgicas. Entre ellas, las más utilizadas son la derivación cistoperitoneal y la fenestración del quiste. Se pueden realizar por craneotomía o por técnicas endoscópicas.

¿Cómo distinguir un quiste aracnoideo de otras patologías?

En ocasiones el quiste aracnoideo se puede confundir fácilmente con partes atrofiadas de tejido cerebral, alteraciones en cisternas de la base, o espacios subaracnoideos más amplios de la cuenta.

Según Miyahima et al. (2000) las características de un quiste aracnoideo son:

– Se localiza en dentro del aracnoides.

– Está recubierto por membranas constituidas por células aracnoideas y colágeno.

– Poseen en su interior un líquido similar al líquido cefalorraquídeo.

– El quiste está rodeado por un tejido y aracnoides normal.

– Presenta una pared externa y otra interna.

Causas

Si el quiste aracnoideo es primario (es decir, no es consecuencia de otro daño o complicación), su causa exacta no se conoce por completo. Al parecer, durante el desarrollo del feto en el vientre materno se puede desarrollar el quiste aracnoideo por alguna anomalía en el proceso.

Sobre el día 35 de gestación comienzan a formarse las diferentes capas que cubren el cerebro: piamadre, aracnoides y duramadre. Mientras que, alrededor del cuarto mes se forma el espacio subaracnoideo.

En ese momento, se perfora una parte del cuarto ventrículo, una cavidad que encierra líquido cefalorraquídeo, para que éste llegue al espacio subaracnoideo. Pero, como en esta fase la aracnoides no está completamente diferenciada, se puede crear una vía falsa que se llene de líquido. Así se formaría una especie de bolsa que, si se agranda, se identificará como quiste aracnoideo.

Genética

Por otro lado, hay autores que han encontrado una relación entre el quiste aracnoideo y predisposición genética, ya que han observado que hay familias en las que esta condición se repite entre sus miembros.

En algunos casos se ha encontrado asociación entre la aparición de quistes aracnoideos y otras malformaciones sistémicas como trisomía del cromosoma 12, riñón poliquístico, neurofibromatosis o aciduria glutárica tipo I.

También suelen aparecer quistes aracnoideos en el síndrome de Chudley-McCullough, un trastorno hereditario autosómico recesivo. Se caracteriza por pérdida auditiva, alteraciones en el cuerpo calloso, polimicrogiria (muchos pliegues en la superficie cerebral, pero de poca profundidad); displasia cerebelosa, y aumento de los ventrículos.

Crecimiento del quiste

En cuanto al crecimiento del quiste, la teoría más aceptada que lo explica es la entrada sin salida del líquido. Es decir, se forman mecanismos valvulares que hacen que el líquido del espacio subaracnoideo entre en el quiste, pero no salga.

Por otra parte, el quiste aracnoideo puede ser secundario. Es decir, que surja por un traumatismo (caída, golpe o lesión), enfermedades como inflamaciones o tumores, o complicaciones tras cirugías cerebrales. Pueden aparecer además como consecuencia del síndrome de Marfan, ausencia (agenesia) del cuerpo calloso o aracnoiditis.

Complicaciones

Existen complicaciones asociadas a los quistes aracnoideos. Un traumatismo puede provocar que el fluido que se encuentra dentro de un quiste se filtre en otras partes del cerebro.

También podrían romperse los vasos sanguíneos de la superficie del quiste, produciendo una hemorragia intraquística, lo que aumentaría su tamaño. En este caso, el paciente puede sufrir síntomas de aumento en la presión intracraneal.

Tipos de quistes aracnoideos

Los quistes aracnoideos pueden clasificarse según su tamaño o localización.

Galassi et al. (1980) diferenciaron los quistes aracnoideos de la fosa craneal media (la parte que cubre los lóbulos temporales del cerebro) en 3 tipos diferentes:

– Tipo 1: se sitúan en la parte anterior del lóbulo temporal.

– Tipo 2: tienen un tamaño medio, y se encuentran en la parte anterior y media de la fosa. Tienden a comprimir el lóbulo temporal.

– Tipo 3: son quistes grandes de forma redonda u ovalada, y abarcan toda la fosa temporal.

Síntomas

Gran parte de los quistes aracnoideos no producen síntomas. Sin embargo, cuando conforman masas que ocupan espacio, producen compresión en el tejido cerebral o impiden la adecuada circulación del líquido cefalorraquídeo, comienzan a producir síntomas.

Los síntomas dependen de la edad, y el tamaño y la localización del quiste aracnoideo. Los más comunes son los dolores de cabeza, convulsiones, y otros síntomas típicos de la hidrocefalia (acumulación de líquido en el cerebro). Por ejemplo, somnolencia, visión borrosa, náuseas, problemas de coordinación, etc.

En niños

Cuando los niños son pequeños, los huesos del cráneo todavía son flexibles y no se han cerrado del todo. Esto les permite que su cerebro pueda seguir creciendo sin quedarse encerrado por el cráneo.

En esta etapa, un quiste aracnoideo provocaría una protuberancia o aumento anormal del tamaño de la cabeza. Además, en éstos se observa retraso en el desarrollo psicomotor, atrofia visual y problemas endocrinos que afectan al crecimiento.

Si los quistes se encuentran en la fosa posterior, los síntomas tienden a aparecer durante la lactancia e infancia. Normalmente producen hidrocefalia por interrupción de la circulación del líquido cefalorraquídeo y síntomas asociados a la compresión del cerebelo.

Niños mayores

En fases del desarrollo más avanzadas, una vez formado el cráneo, el quiste aracnoideo comprime o irrita los tejidos cerebrales. Puede aparecer hidrocefalia.

En niños mayores, el principal síntoma es la cefalea, que ocurre en un 50% de los casos. Las crisis convulsivas aparecen en un 25%. Cuando el quiste aracnoideo alcanza un gran tamaño, puede aumentar la presión intracraneal y provocar ciertas alteraciones motoras.

Muñeca china

Un síntoma poco frecuente pero muy propio del quiste aracnoideo es el “signo de la muñeca china”, donde el paciente presenta movimientos irregulares e incontrolados de la cabeza de arriba abajo. Surgen al estar sentados y cesan al dormir.

Tratamiento

Actualmente existen diversas posturas acerca del tratamiento del quiste aracnoideo. Muchos profesionales defienden que, si los quistes son de pequeño volumen o no producen síntomas, no deberían realizarse intervenciones quirúrgicas. Más bien, se llevarían a cabo revisiones para comprobar que el quiste no está produciendo complicaciones.

En cambio, cuando producen síntomas, han alcanzado un gran tamaño o podría conllevar a otros problemas, se opta por un tratamiento quirúrgico. El objetivo de este tratamiento es descomprimir el quiste.

Estas intervenciones se tratan de la punción y aspiración del quiste, la fenestración (hacer una incisión) en el quiste, y la comunicación de éste con el espacio subaracnoideo, donde está el líquido cefalorraquídeo.

Esto se puede hacer por craneotomía (retirar una pequeña parte del cráneo) o por endoscopia (introducir un endoscopio en la zona del quiste a través de un pequeño agujero en el cráneo).

Derivación del líquido

También los cirujanos pueden optar por derivar el líquido del quiste a otras cavidades donde éste pueda reabsorberse.

Por ejemplo, puede ser eficaz colocar una derivación cistoperitoneal para que el líquido se vacíe poco a poco en el peritoneo, evitando una descompresión brusca del cerebro que podría provocar complicaciones.

Fenestración endoscópica

La fenestración endoscópica supone la mejor opción terapéutica que existe hoy en día, ya que es poco invasiva, no necesita implantar materiales extraños y posee un índice de complicaciones relativamente bajo, especialmente cuando el líquido se va desviando a los ventrículos y cisternas cerebrales.

Complicaciones en cirugías

Por otro lado, es necesario resaltar que las complicaciones del tratamiento quirúrgico del quiste aracnoideo se vinculan con la localización y el tamaño de éste, más que con el método empleado.

Algunas de las complicaciones que encontraron Padrilla y Jallo (2007) en sus pacientes tras la cirugía fueron espasticidad (músculos muy tensos), hemiparesia (parálisis o debilidad de un lado del cuerpo), pérdida de líquido cefalorraquídeo, hidrocefalia o higroma subdural.

No hubo muertes en estos casos, al igual que en otros varios estudios que realizaron intervenciones similares.

Referencias

  1. Arachnoid Cyst Imaging. Obtenido de MedScape: emedicine.medscape.com.
  2. Arachnoid Cysts. (s.f.). Recuperado de NORD: rarediseases.org.