14 Actividades para Trabajar las Emociones (Niños y Adolescentes)
En este artículo te mostramos actividades para trabajar las emociones con tus hijos o alumnos, te explicamos qué son, las emociones más comunes y por qué es importante trabajarlas durante la infancia.
El concepto de inteligencia emocional es bastante moderno. Incluye la capacidad de reconocer y gestionar de manera adecuada nuestras emociones, lo que lo hace especialmente útil para tener éxito tanto en la vida personal como en la profesional.
Una persona inteligente emocionalmente será capaz de reconocer las emociones que tiene y qué las está causando, además de saber gobernarlas adecuadamente teniendo autocontrol y una buena capacidad de motivación.
La inteligencia emocional es importante para el día a día, para saber dominar el estrés escolar o del trabajo, para saber negociar y resolver conflictos, para poder rendir mucho más en el ámbito académico o laboral o para saber trabajar en equipo.
14 actividades para trabajar las emociones
1- El diccionario de las emociones
El diccionario de las emociones y de los sentimientos puede ser una actividad divertida para realizar en familia. Como si de un libro viajero se tratara, y como un trabajo de reflexión y de profundización emocional, pediremos a los niños que cada semana se lleven el diccionario a casa.
Para que esta actividad salga adelante y sea provechosa, necesitamos la colaboración de las familias, por lo que el primer paso será contactar con ellos y pedirles que formen parte del proyecto de las emociones.
De este modo, cada semana un niño se llevará el diccionario a casa y elegirá junto a su familia una emoción distinta. Se trata de que definan esa emoción, la dibujen, indiquen sus síntomas, el significado biológico que tiene, ante qué situaciones aparece, cómo podría ser una gestión adecuada de esa emoción, una inadecuada….
Cuanta más información aporten, más rico quedará el diccionario. Una vez en clase, cada niño podrá exponer la emoción que ha trabajado en clase y entre todos podrá abrirse un debate acerca de dicha emoción.
Puede ser una actividad muy interesante porque favorece el vocabulario de las emociones y conforme avance la actividad, saldrán emociones más allá de las básicas que pueden enriquecer mucho la alfabetización emocional de los niños.
2- El libro de la alegría o El libro de las emociones
Mediante esta actividad pretendemos acercar a los niños a la emoción de la alegría y que puedan generar un recurso al que acercarse cuando no se sientan tan bien para recordar acontecimientos que en su momento les generaron alegría.
Esta actividad es útil porque nos permite adecuarnos a las características y a la edad de cada niño. De este modo, para realizar el libro podemos utilizar folios de colores y distinto material de papelería (rotuladores, ceras, lápices…), además de cualquier cosa que queramos para decorar.
Sería interesante comenzar el libro de la alegría al principio del curso, de manera que los alumnos tengan todo el curso el libro y puedan ir plasmando en él todas las cosas alegres que les vayan pasando en su día a día.
Cualquier actividad que haga al niño estar alegre puede estar dentro del libro: desde la visita al cine o al zoo, hasta bañarse o jugar con su hermano.
Para trabajar la alfabetización emocional a fondo, pediremos al niño que debajo de cada dibujo añada una frase donde anote “Estoy alegre porque….”.
Una variante de este trabajo es hacer “El libro de las emociones”. Podemos ir trabajando las distintas emociones en el aula e ir añadiendo el resto de emociones en el libro: tristeza, enfado, asco…
Pediremos al niño, de la misma manera, que vaya anotando las distintas situaciones que le producen esas emociones y la razón por la que se encuentra de ese modo. Una vez el niño ya lo tenga dominado, podemos añadir la consecuencia, es decir, qué es lo que hace una vez se ha producido esa emoción.
Este libro puede ser muy útil para que el niño tome conciencia de las situaciones que preceden a lo que piensa, la emoción que le produce ese pensamiento y cómo actúa después, de manera que es más fácil así corregir las conductas inapropiadas que pueda tener, ayudándole a tener una mejor gestión emocional.
3- El tarro de la calma
El tarro de la calma puede ser una actividad útil para trabajar la rabia y también el estrés o el nerviosismo que presentan los niños en diferentes situaciones.
Es una actividad manual que podemos realizar con los niños. Para ello, no necesitamos más que una botella vacía a la que vamos a añadir líquido y purpurina. Puedes añadir varias cucharadas de pegamento y también colorante si quieres el líquido de algún color.
Su función consiste en agitar la botella cuando el niño necesita tranquilizarse y se pueden aprovechar sus beneficios desde el principio.
4- La función biológica de las emociones
Podemos trabajar con los alumnos las seis emociones básicas: alegría, tristeza, miedo, asco, ira y sorpresa. Y dado que son básicas, tienen un significado biológico y un patrón facial característico universal.
De este modo, podremos buscar información distribuyendo a la clase en seis grupos y dando a cada uno de ellos una de las emociones básicas. Les pediremos que busquen información sobre esa emoción y cuál puede ser su significado biológico.
Después deberán exponerlo a la clase. Es una actividad que debe realizarse con niños mayores, dado que el contenido de la actividad es complejo.
5- Trabajar las emociones con fichas
Trabajar las emociones en el día a día es lo más útil, pero elaborar fichas donde estén presentes las emociones y puedan reflexionar sobre ellas puede aportarnos muchas ventajas.
De este modo, podemos elaborar fichas con las distintas emociones y las daremos para que sean capaces de resolverlas.
Estas fichas pueden ir desde caras donde tienen que adivinar cuál es la emoción que está detrás, viñetas donde se tienen que elaborar la historia, subrayar entre una lista de opciones aquellas situaciones donde él siente esa emoción (por ejemplo, cosas que te dan miedo o que te dan asco).
Se pueden añadir oraciones que sean verdaderas y oraciones falsas acerca de cada emoción para ver hasta qué punto las comprenden, elaborar frases donde tengan que rellenar el hueco con las emociones… ¡hay muchas opciones, solo hay que ser un poco creativo!
6- La receta de las emociones
Una actividad que admite distintas variantes es la receta de las emociones. Se trata de realizar una receta, como si de cocina se tratase, pero con las distintas emociones.
Para ello, podemos o bien diseñar cada uno una receta donde los ingredientes sean las distintas emociones, o bien elegir una sola emoción y pedir a los niños que diseñen una receta donde el resultado final sea la emoción que queramos trabajar.
7- La cajita emocional
Una de las actividades que podemos realizar con nuestros hijos o con nuestros alumnos es la “cajita emocional”. Para ello, es necesario que tengamos una caja, que bien puede ser de cartón, de plástico o cualquiera que encontremos que pueda sernos de utilidad.
Una actividad previa podría ser decorar la caja que nos va a servir para trabajar las emociones, de manera que los alumnos se impliquen más en las actividades que realizaremos con ella.
Una vez tengamos preparada la caja, podemos pedir a los niños que realicen tarjetas con las emociones. Cuando trabajamos la inteligencia emocional o las emociones, uno de los aspectos fundamentales es la alfabetización emocional.
Debemos lograr que los niños tengan un gran conocimiento y un gran vocabulario acerca de las emociones. Para ello, antes podemos hacer actividades de concienciación y de conocimiento acerca de las emociones.
Cuando los alumnos ya tengan un vocabulario más o menos amplio acerca de las emociones, estarán preparados para realizar esta actividad. Obviamente, puede adaptarse a diferentes características y edades, de modo que, según tengan mayor o menor capacidad, podremos hacer más tarjetas o menos.
La finalidad de la caja es poder tener un lugar donde los niños expresen las distintas emociones que tienen a lo largo del día.
De este modo, pediremos a los alumnos que, en distintas situaciones que les produzcan emociones, hagan una tarjeta con el nombre de la emoción y que hagan un dibujo que la represente, además de indicar qué ha sucedido.
Deberemos colocar la caja emocional en algún lugar donde el niño pueda verla y pueda acceder a ella siempre que lo necesite.
De este modo, al final de la semana, en la asamblea con los niños, podremos sacar la caja y trabajar entre todos las situaciones que han tenido lugar en el aula, qué emociones hay detrás, cómo se han gestionado y si se podrían haber realizado de otra manera.
8- El tarro de las noticias positivas
Una actividad divertida que se puede hacer en todas las edades es el tarro de las buenas noticias. Es una actividad que nos sirve para trabajar la alegría con los niños.
Para ello, cada vez que ocurra cualquier acontecimiento alegre en los niños (cualquier cosa que para ellos sea motivo de alegría y que quieran compartir), se escribirá en un trozo de papel y se meterá en un tarro que tendremos en la clase con ese fin.
Un buen momento para recoger las distintas noticias positivas puede ser la asamblea, una vez a la semana. De este modo, una vez pasado el tiempo que acordemos (puede ser al finalizar el trimestre), nos sentaremos juntos y sacaremos el tarro de las noticias.
Iremos leyendo y recordando aquellas situaciones que nos pusieron alegres una vez y con todas ellas, realizaremos un mural que compartiremos con las familias.
9- El cuento emocional
Una actividad que puede ser útil para trabajar las distintas emociones es pedirles que diseñen un cuento, una historia, donde el personaje principal vaya viviendo distintas aventuras y distintas situaciones donde vayan teniendo lugar las distintas emociones.
Para ello, podemos ofrecerles un listado con las distintas emociones que queremos trabajar y les pediremos que desarrollen su imaginación y su creatividad para elaborar la historia.
Puede ser interesante porque deben pararse a pensar y reflexionar acerca de cada una de esas emociones, ante qué situaciones interpretamos y tenemos esas emociones y qué cosas suceden después.
Estaremos trabajando así las distintas competencias de la inteligencia emocional.
10- Adivinanzas de las emociones
Las adivinanzas con las emociones pueden ayudarnos a enseñar a distinguir a los niños las características más importantes de las emociones.
Aunque podemos animar a los niños, según su edad y su nivel madurativo, a que inventen ellos las adivinanzas, si queremos trabajar de manera profunda las características de las emociones, lo mejor será que las inventemos nosotros.
Para ello, puedes coger las características faciales, la función de cada una de las emociones, las situaciones, el sentimiento físico que nos producen… ¡cualquiera de ellas será útil y ayudará a los niños!
11- ¿A qué tienes miedo?
Esta dinámica nos permite trabajar el miedo con los niños. Para ello, trabajaremos primero el miedo y daremos algunas situaciones de ejemplo donde podamos tener miedo.
Seguidamente, pediremos a los niños que piensen situaciones donde tienen o han tenido miedo. Les pediremos que lo apunten y que lo compartan con algún compañero.
Lo anotaremos en papeles adhesivos y uno a uno los iremos comentando en voz alta, invitando a los alumnos a que muestren aquello a lo que tienen miedo, qué sienten cuando tienen miedo, etc.
Para trabajar el miedo (y en general las emociones) es importante atender a las señales físicas de las emociones (qué siento) y distinguirlos de la parte emocional de la emoción (cómo me siento). Esto es importante de cara a lograr un buen trabajo en todas las áreas de la inteligencia emocional.
Además, las competencias de la inteligencia emocional pasan porque la persona sea capaz de identificar también las señales físicas que produce nuestro propio cuerpo y que nos avisan de la emoción que está detrás.
12- El memory de las emociones
Se puede realizar con los niños un memory de las emociones. De este modo, podemos elaborar nosotros el memory o podemos pedir a los niños que hagan los dibujos que luego servirán para realizar esta actividad.
Se trata de hacer “parejas de tarjetas” con la misma emoción (dos tarjetas idénticas que reflejen una cara con miedo, otras dos que reflejen una cara con sorpresa, alegría, ira, tristeza y asco).
Para las emociones básicas podemos utilizar las caras, de modo que ayudemos a los niños a trabajar la identificación y la comprensión de las emociones. Cuando los niños son pequeños, podemos trabajar sólo con estas seis emociones.
Si consideramos que con estas 12 tarjetas el juego ya es demasiado simple, podemos añadir tantas emociones como queramos, y dado que la expresión facial no es lo que designa a las emociones secundarias, podremos dibujar situaciones que reflejen esas emociones secundarias.
Una vez ya tenemos hecho el juego, se trata de barajar las tarjetas (si las plastificamos quedarán mucho mejor) y ponerlas sobre la mesa boca abajo. Por turnos, se trata de que cada niño levante una de las tarjetas y descubra cuál es la emoción que está detrás, para posteriormente buscar la otra tarjeta que designa la emoción. De este modo, además de trabajar las emociones estaremos ejercitando la memoria.
Si además queremos hacer una variante de este juego, podemos hacer, por un lado, una de las tarjetas con el nombre de la emoción, la cara… y la otra tarjeta con una situación o cualquier otra cosa que refleje la misma emoción.
Esta sería una actividad útil para hacerla con niños más mayores a la que el juego anterior les puede resultar demasiado sencillo.
13- El dado de las emociones
El dado de las emociones puede servirnos para realizar cantidad de juegos. Se trata de que hagamos un dado y en cada uno de los lados pongamos una de las emociones básicas: alegría, tristeza, asco, ira, miedo y sorpresa.
Una vez lo tengamos hecho y decorado (recordad, la emoción facial puede ser quizá lo más útil para representarla, pero si os resulta demasiado complicado podéis hacerlo simplemente con la palabra), podemos hacer muchas actividades distintas.
Una de ellas puede ser la de inventar historias o frases donde el niño tenga que utilizar esta emoción. Así, por turnos, se lanza el dado y con la emoción que haya salido podemos inventar una historia.
O podemos animar a los niños a que lancen el dado y representen con mímica alguna situación donde se exprese dicha emoción. O bien que sean capaces de argumentar y de buscar en qué situaciones en su vida cotidiana han sentido esa emoción.
Podemos trabajar también cuáles serían las estrategias inadecuadas para gestionar esas emociones o cuáles serían las adecuadas. El dado puede ofrecernos muchas oportunidades y con un poco de imaginación, puede ser un juego muy útil y divertido.
14- El dominó de las emociones
Con el dominó de las emociones también podemos pasar un rato divertido y puede sernos muy útil para trabajar con los niños las emociones. Podemos animar a los niños a que hagan su propio dominó o podemos hacer un dominó entre todos.
Para ello, lo primero será planificar cómo serán las fichas. Tú, como adulto, debes diseñar primero una “tarjeta tipo”, tal y como son los dominós, que sean blancas (con dos cuadrados superpuestos puede ser suficiente).
Una vez hecho, imprimes del tamaño que quieras hacer el dominó las fichas en blanco y diseñas junto a los alumnos las distintas tarjetas con las emociones (podemos poner los nombres, las expresiones faciales, situaciones…).
Una vez ya esté hecho, se trata de jugar al dominó a partir de las emociones.
¿Por qué es importante trabajar las emociones en la infancia?
Las emociones están presentes de manera constante en cualquier situación que viven los niños (y que vivimos los adultos). Tanto en casa, en el colegio, con los amigos… las emociones nos acompañan siempre.
Los niños se ven inmersos constantemente en intercambios emocionales. Esto hace especialmente importante el hecho de aprender a detectar y a gestionar de manera adecuada las emociones.
Aunque existe la creencia de que las emociones son “innatas” y que muchas veces no podemos hacer nada por controlarlas, lo bien cierto es que la inteligencia emocional es un constructo aprendido y que puede (y debe) enseñarse.
Los padres y los maestros tenemos una gran tarea por delante en este sentido. Los estudios dicen que el éxito personal y profesional depende, en gran medida, de la inteligencia emocional que tiene la persona.
La inteligencia emocional supone ayudar a detectar, comprender y gestionar de manera adecuada los estados emocionales, pero también ayudar al niño a desarrollar el autocontrol, la automotivación, las habilidades sociales, la empatía o la asertividad.
¿Y tú qué otras actividades para trabajar las emociones?
Referencias
- Asociación Española contra el Cáncer. Las emociones: comprenderlas para vivir mejor.
- Comunidad de Madrid. Inteligencia emocional: el secreto para una familia feliz.
- Goleman, D. Inteligencia emocional.
- Greenberg, L. (2002). Emociones: una guía interna, cuáles sigo y cuáles no.
- Pérsico, L. (2016). Inteligencia emocional. Libsa.
- Vallés Arándiga, A. (2009). La inteligencia emocional de los padres y de los hijos. Pirámide.