Ecología

Desequilibrio ecológico: causas, consecuencias y prevención


El desequilibrio ecológico se define como un estado, observable en comunidades ecológicas, o en los ecosistemas que las albergan, en el cual la composición y abundancia de especies es inestable por tiempo indefinido.

La teoría ecológica ha sido fuertemente influida por la noción de competencia entre especies por recursos, así como por la suposición de que las poblaciones y comunidades típicamente se encuentran en ambientes saturados en individuos y especies, bajo condiciones de equilibrio.

Sin embargo, actualmente se sabe que en toda clase de organismos es común que la competencia no sea determinante, o que las poblaciones y comunidades sufran fluctuaciones irregulares y severas. Ello ocasiona que existan, incluso de manera natural, ecosistemas inestables, por ende ecológicamente desequilibrados.

Ello ha conducido a un interés creciente, tanto desde el punto de vista teórico como del práctico, en el tema de la inestabilidad ecológica.

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Causas

El desequilibrio ecológico puede obedecer a la incapacidad de las comunidades ecológicas de llegar a un estado estable (homeostasis) mediante las interacciones competitivas que determinan la sucesión ecológica.

En estos casos, tras sufrir perturbaciones, los cambios en la composición y abundancia de especies de la comunidad no son direccionales; es decir, la comunidad no pasa por etapas sucesionales definidas y, por ende, no alcanza la etapa estable final de la sucesión, o clímax ecológico.

Si las especies que integran una comunidad no pueden mantener un tamaño poblacional relativamente constante se generan situaciones de desequilibrio ecológico. A menudo, las especies involucradas son organismos no-nativos introducidos por los humanos que se hacen dominantes en las comunidades invadidas.

Los organismos no-nativos han sido separados de sus competidores y patógenos naturales presentes en sus regiones de origen, por lo cual su tamaño poblacional no es limitado por interacciones con las especies nativas.

Cuando el causante del desequilibrio ecológico son especies nativas cuyo tamaño poblacional no sufre limitaciones por otras especies, la causa suelen ser oscilaciones estocásticas o asincrónicas de factores bióticos y abióticos, a menudo poco comprendidos, que alteran la composición y abundancia de estas especies.

Factores

Tal como el equilibrio ecológico, el desequilibrio ecológico es afectado por perturbaciones externas que ocasionan cambios en la composición y abundancia de especies. Estas perturbaciones externas pueden ser naturales o de origen humano.

Sin embargo, en el desequilibrio ecológico, las perturbaciones externas, por tener medias más inconstantes y varianzas mayores que las del equilibrio, tienen un efecto tan fuerte que hacen que el crecimiento poblacional de ciertas especies sea independiente de su densidad.

Las interacciones competitivas no logran contrarrestar el efecto de tales perturbaciones externas.

Otro factor, en este caso enteramente biótico, que puede ocasionar desequilibrio ecológico es la gran longevidad de ciertas especies, nativas o no-nativas. Ello hace que su desplazamiento competitivo por parte de especies pertenecientes a etapas sucesionales más avanzadas sea muy lento, produciendo un retardo en la aparición del clímax ecológico.

El retardo, que puede durar más de cien e incluso hasta mil años afecta principalmente a comunidades de plantas, tanto naturales, por ejemplo selvas tropicales, como intervenidas por el hombre, por ejemplo pastizales.

Frecuencia en la naturaleza

Ciertos autores, cuyas opiniones suelen ser magnificadas por los medios de comunicación, han proclamado que el popular concepto de equilibrio ecológico, o “balance de la naturaleza”, ha perdido su vigencia y ha sido reemplazado por el concepto de desequilibrio ecológico, según el cual la condición típica de los ecosistemas es la inestabilidad.

Dependiendo de las características ecológicas de las especies que las componen, las comunidades naturales pueden ordenarse en una secuencia continua que va desde aquellas de composición determinada al azar y con bajo nivel de equilibrio ecológico, hasta aquellas de composición altamente determinista y con alto nivel de equilibrio ecológico.

Las especies con poca movilidad y bajo tamaño poblacional, tales como algunas plantas, animales sésiles y ectoparásitos, están sometidas a niveles más bajos de competencia que las especies grandes con elevada movilidad y poblaciones densas, tales como los mamíferos grandes, las aves y los insectos voladores.

Consecuencias

Cuando el desequilibrio ecológico es ocasionado directamente por la actividad humana suele producir degradación del hábitat, pérdidas económicas y disminución de la calidad ambiental.

Cuando es ocasionado por la presencia de organismos no-nativos, generalmente introducidos por los humanos, las consecuencias ambientales y económicas pueden ser muy negativas. Por ejemplo:

1) Compiten con ventaja con las especies nativas, ocasionando su desplazamiento o extinción.

2) Alteran los ciclos depredador/presa, en detrimento de las especies nativas.

3) Debido a su crecimiento poblacional descontrolado, pueden producir degradación del hábitat, lo cual es perjudicial para la agricultura, la ganadería y las especies nativas.

4) Cuando las especies introducidas son vectores de parásitos u organismos patógenos, producen epidemias que pueden afectar a los humanos, a sus animales y plantas domésticos, y a la flora y fauna nativas.

5) Las condiciones de no equilibrio pueden ser muy duraderas, por lo cual puede requerirse un tiempo evolutivo muy largo para que se recupere una biodiversidad equivalente a la original, si es que ello es posible.

Desequilibrio y biodiversidad

Cuando el desequilibrio ecológico es ocasionado por la actividad humana, casi invariablemente tiene efectos nocivos sobre la biodiversidad del ecosistema invadido. Incluso, puede ocasionar la extinción total de especies.

Cuando el desequilibrio ecológico es una propiedad natural de las comunidades o ecosistemas, no solo carece de consecuencias negativas, sino que puede ayudar a mantener una diversidad más elevada.

Por ejemplo, se sabe que en comunidades terrestres y acuáticas, tales como las selvas tropicales o bosques de algas marinas, el desequilibrio ocasionado por perturbaciones naturales frecuentes y relativamente fuertes, tales como la caída de un árbol, permite la sobrevivencia de especies competitivamente inferiores.

Estas especies competitivamente inferiores bajo condiciones de equilibrio, por ejemplo plantas de etapas sucesionales tempranas, permiten la existencia de especies coadaptadas a ellas, tales como animales herbívoros, nectarívoros y frugívoros.

Estas plantas también generan las condiciones ambientales necesarias para el establecimiento de plantas más competitivas.

Desequilibrio y tiempo evolutivo

Hay evidencia de equilibrio ecológico a todos los niveles, en el espacio y en el tiempo. Por ejemplo, las comunidades de aves insulares y algunas comunidades de insectos comúnmente viven bajo aparentes condiciones de equilibrio dinámico.

Sin embargo, a todos estos niveles, los periodos de estabilidad con frecuencia se alternan con periodos aun más largos de inestabilidad. A nivel poblacional, las elevada frecuencia de perturbaciones ambientales determina que numerosas especies no vivan en equilibrio ecológico la mayor parte del tiempo: el restablecimiento del mismo puede tomar años.

A nivel comunitario, la existencia de nichos vacantes frecuentemente determina la ausencia de competencia y por ende que las especies no vivan en equilibrio ecológico.

En el tiempo evolutivo, la existencia de gran número de nichos vacantes ocasionada por extinciones en masa y por la presencia de vastos hábitats aún no colonizados ha llevado a la permanente configuración de comunidades y ecosistemas completamente nuevos. Ello ha conducido a un incremento de la biodiversidad.

Ejemplos

En Rothamsted, Inglaterra, ciertas comunidades de plantas no han alcanzado un equilibrio ecológico por más de cien años. El motivo es que la mayoría de las especies que se establecen tras perturbaciones ambientales son perennes y muy longevas gracias a la reproducción clonal mediante tejidos subterráneos.

En Sudáfrica, los pinos sembrados hace casi doscientos años con semillas traídas de ambientes climáticamente similares del hemisferio norte no son atacados por insectos herbívoros y patógenos nativos. Bajo estas condiciones, no viven en equilibrio ecológico con las plantas nativas, que sí son atacadas por estos enemigos.

En 1932, 107 ovejas fueron llevadas a la isla escocesa de Hirta (638 ha), sin población humana. En 1948, 1961–1967 y 1985–1990, el número de ovejas osciló entre 600 y 1600. La abundancia de alimento permite la multiplicación de las ovejas en verano. El hambre las mata en invierno. La estacionalidad climática impide que se alcance un equilibrio ecológico.

Similarmente, en el interior de Australia, las poblaciones de canguro rojo, pese a reproducirse continuamente, sufren grandes fluctuaciones causada por la variabilidad de las lluvias. Las sequías, impredecibles en el tiempo, impiden que se alcance un equilibrio ecológico al producir gran mortalidad en estos mamíferos.

¿Cómo evitarlo o mantenerlo?

Para conservar la biodiversidad, promover el desarrollo sustentable y mantener la calidad ambiental, en general lo ideal sería alterar lo menos posible las situaciones de equilibrio o desequilibrio ecológico presentes en la naturaleza.

La humanidad se caracteriza por crear y mantener extensos ecosistemas artificiales carentes de equilibrio ecológico. En estos ecosistemas los componentes bióticos han sido determinados por los humanos con propósitos específicos, tales como la producción agrícola y ganadera.

Las áreas ocupadas por monocultivos agrícolas, o por ganado y pastos sembrados, se cuentan entre los ejemplos más extremos de ambientes en desequilibrio ecológico que ha conocido el planeta.

El incesante crecimiento de la población humana requiere la expansión de los ecosistemas artificiales en detrimento del mundo natural. Por ello, se ha sugerido que es necesario reducir el este crecimiento mediante la educación y la planificación familiar voluntaria.

Otras medidas recomendables serían reducir el desperdicio de alimentos, y promover el consumo de alimentos de origen vegetal en lugar de aquéllos de origen animal ya que, por unidad de masa de alimento producido, la agricultura requiere menos espacio que la ganadería.

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