Astronomía

Perseidas: origen y características de las lágrimas de San Lorenzo


Las perseidas, o lágrimas de San Lorenzo, son una lluvia de meteoros que cada año aparece en la constelación de Perseo. Quienes levanten la mirada entre el 9 y el 13 de agosto aproximadamente, verán una multitud de trazos luminosos en el cielo nocturno.

Es la lluvia de estrellas más conocida, que en su momento de mayor intensidad puede producir hasta 80 meteoros por hora o más, según la ubicación geográfica y las condiciones atmosféricas del momento, pero no es la única lluvia. 

Durante todo el año hay lluvias de estrellas en diversos puntos del cielo, sin embargo, las perseidas, aparte de tener alta tasa de meteoros/hora, ocurren en las agradables noches de verano en el hemisferio norte, razón por la cual son tan populares entre los observadores.

Las perseidas ya eran conocidas por el chinos hacia el año 36 d.C. En algún momento de la Edad Media, los católicos bautizaron a esta lluvia de estrellas anual con el nombre de lágrimas de San Lorenzo, diácono de la iglesia de Roma, martirizado en esa ciudad el 10 de agosto de 258, bajo el reinado del emperador Valeriano.

Naturalmente hubo debates acerca de su origen y también sobre el de las estrellas fugaces esporádicas. El consenso general por largo tiempo fue que eran simplemente fenómenos atmosféricos, pero a comienzos del siglo XIX, varios astrónomos las identificaron correctamente como un fenómeno celeste.

Las lluvias de estrellas se nombran por la constelación de donde parecen provenir, un efecto debido a la perspectiva, ya que siendo paralelas las trayectorias de los meteoros, a la vista del observador en Tierra, estas parecen converger en un punto denominado radiante.

Índice del artículo

Origen de las perseidas

Hacia comienzos del siglo XIX, científicos como Alexander von Humboldt y Adolphe Quetelet sostenían la hipótesis de que las lluvias de estrellas eran fenómenos atmosféricos.

La discusión acerca de la verdadera naturaleza de las estrellas fugaces se intensificó luego de que las leónidas, otra lluvia que regularmente aparece en noviembre, fuera particularmente intensa en 1833, al este de los Estados Unidos.

Luego de concienzudos estudios, los astrónomos norteamericanos Denison Olmsted, Edward Herrick y John Locke concluyeron de manera independiente, que las lluvias de meteoros eran causadas por fragmentos de materia que la Tierra encontraba al recorrer su órbita anual alrededor del Sol.

Algunos años después, en 1866, el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli descubriría el vínculo entre las órbitas de los cometas y las lluvias de estrellas, comprobando que la órbita del cometa Tempel-Tuttle coincidía con la aparición de las leónidas. 

De esta manera propuso la hipótesis de que las lluvias no eran otra cosa sino el encuentro de la Tierra con los restos dejados por los cometas cuya órbita los llevaba cerca del Sol. 

Los cometas y las lluvias de estrellas

Así pues, las lluvias de estrellas como las perseidas tienen su origen en cometas y también en asteroides, objetos que al igual que los planetas, también pertenecen al Sistema Solar. Son fragmentados por la atracción gravitacional que el Sol ejerce y los restos se quedan esparcidos en forma de polvo por la órbita.

Este polvo está compuesto de partículas de diferentes tamaños, casi todas del tamaño de una micra más o menos -la milésima parte de un milímetro-, aunque hay fragmentos con un tamaño muchísimo más apreciable.

Al chocar con la atmósfera terrestre a gran velocidad, la ionización de las moléculas de la atmósfera produce la estela de luz comúnmente llamada estrella fugaz. En el caso de las perseidas, ellas se encuentran con la Tierra a una velocidad aproximada de 59-61 km/s. Cuanto mayor la velocidad, mayor la luminosidad de un meteoro.

El cometa que dio origen a las perseidas es el 109P/Swift-Tuttle, descubierto en 1862 y con un diámetro aproximado de 26 km. El tiempo que este cometa tarda en recorrer su órbita elíptica alrededor del Sol -el período- es de 133 años.

Fue visto por última vez en diciembre de 1992 y los cálculos señalan que pasará muy cerca de la Tierra hacia el 4479, siendo desde ya un motivo de preocupación para algunos, ya que su diámetro es más del doble que el del asteroide que se cree causó la extinción de los dinosaurios.

Características

Actividad

Las perseidas comienzan su actividad a mediados de julio y finalizan a mediados de agosto de cada año. El máximo de actividad generalmente coincide con la festividad de San Lorenzo, alrededor del 10 de agosto.

Radiante

O punto de la esfera celeste desde donde parece originarse la trayectoria de la estrella fugaz. El radiante de las perseidas está en la constelación boreal de Perseo.

Tasa horaria zenital (THZ)

O ritmo cenital, cuyo valor es en meteoros/hora y depende en gran medida de las condiciones de la observación. Para las perseidas se estima en 75-100 meteoros/hora en cielos oscuros y bien despejados.

Las perseidas ocupan el tercer lugar entre las lluvias mayores de estrellas, aunque como se dijo, el ritmo cenital puede variar en mayor o menor medida. Este es el caso de las leónidas, que cada cierto tiempo pasan de ser lluvias a verdaderas tormentas de meteoros.

Durante el paso del cometa asociado, la tasa cenital de una lluvia puede aumentar considerablemente. También le ocurrió con las perseidas en 1993, luego del regreso del Swift-Tuttle.

Índice poblacional

Con el cual se obtiene el perfil de brillo del enjambre de meteoros. Depende de la masa y de la velocidad de las partículas incidentes. 

El índice poblacional se denota como r. Valores de r comprendidos entre 2.0 y 2.5 significan enjambres más brillantes que el promedio, y a medida que el valor de r aumenta, el brillo disminuye.

Los bólidos de las perseidas

Las perseidas son muy conocidas por la cantidad de bólidos o fireballs que producen. En vez de conformarse con dejar una estela de luz en el cielo y desaparecer, los bólidos vienen acompañados de grandes explosiones de luz, color y hasta de sonido. 

Además, los bólidos son mucho más brillantes que una estrella fugaz común y corriente, pudiendo llegar a igualar en brillo a Venus o a Júpiter, es decir, tienen magnitudes aparentes mayores que -3. 

Los bólidos se deben al encuentro con partículas mucho más grandes que el promedio. La gran cantidad de bólidos de las perseidas se explica por el enorme núcleo del cometa Swift-Tuttle, que deja a su paso fragmentos -conocidos como meteoroides– de tamaño considerable.

Si bien los bólidos casi nunca son un gran peligro, algunos muy masivos que han impactado el suelo sí han llegado a causar daños considerables. Se cree que el evento de Tunguska en Siberia, a comienzos del siglo XIX, pudo ser causado por el impacto de un bólido.

En fecha más reciente, el bólido de Cheliabinsk del 2013 en los Urales causó daños materiales y numerosos heridos. El sonido del impacto se pudo registrar hasta en la Antártida.

Recomendaciones de observación

Afortunadamente para observar las perseidas no se requiere del uso de instrumentos. Las mejores observaciones se hacen a simple vista, pero el lugar escogido debe cumplir ciertas condiciones, como por ejemplo estar lejos de la contaminación lumínica y de árboles y edificaciones que obstruyan el campo visual.

Hay que asegurarse de que la luna esté baja en el horizonte, de lo contrario apenas se podrán distinguir estrellas fugaces. El momento más apropiado es después de la medianoche, por lo general dos o tres horas antes del amanecer, ya que a esa hora la Tierra se topa directamente de frente con los meteoros.

El radiante debería estar bien alto en el cielo, por lo que se recomienda observar la lluvia reclinado en una silla extensible o directamente acostado sobre el suelo, pero no es necesario mirar directamente al radiante. Los meteoros vienen desde todas las direcciones.

Hay que incluir todo lo que contribuya a hacer cómoda la observación, ya que es una labor de paciencia, por eso hay que llevar comida, bebida, linternas con luz tenue, repelente de insectos y teléfono inteligente con aplicaciones astronómicas.

Estas son una gran ayuda para ubicarse en el cielo nocturno y encontrar el radiante, además suministran datos importantes y algunas hasta ofrecen consejo para fotografiar el evento para una experiencia memorable. 

Fotografiando las lluvias de estrellas

Para quienes desean combinar su afición por la astronomía con la fotografía, he aquí algunas recomendaciones para obtener buenas tomas:

-Escoger una zona oscura con poca contaminación lumínica. La luna no debe estar alta en cielo para ese momento.

-El radiante de la lluvia de estrellas debe estar por encima del horizonte, a 40° o un poco más, preferiblemente.

-Utilizar una cámara réflex de lente única para regular el tiempo de exposición, o una cámara compacta con modo manual y buena calidad.

-Con un gran angular se puede captar más espacio de cielo y aumentar las probabilidades de registrar más estrellas fugaces.

-Llevar baterías de repuesto, sobre todo si la noche es fría.

-Es obligado el uso de trípode para evitar vibraciones.

-Disponer de cable disparador, para evitar tocar la cámara y añadir vibraciones indeseadas. Simplemente se programa el disparador y se disfruta la vista del cielo sin interrupciones. Se recomienda fijar el intervalo de disparos entre 2 y 5 segundos.

-Conviene utilizar una gran apertura para captar la mayor cantidad de luz.

-ISO alto para registrar los objetos con menor luminosidad.

-La Tierra se mueve, así que hay que tomar en cuenta el tiempo de exposición, para que las estrellas aparezcan como puntos y no como trazos.

-La distancia hiperfocal es importante, se trata de la distancia a la que se obtiene mayor zona enfocada en la imagen, y con ello una mayor profundidad. Hay aplicaciones para obtener el valor óptimo.

-Establecer un buen balance de blancos, según las condiciones lumínicas.

Referencias

  1. American Meteor Society. Major Meteor Showers. Recobrado de: amsmeteors.org
  2. Instituto de Astrofísica de Canarias. Guía para observar las perseidas 2019. Recobrado de: iac.es.
  3. Maran, S. 2013. Astronomía para Dummies. L Libros. Cap. 4.
  4. NASA: Perseids. Recuperado de:solarsystem.nasa.gov
  5. NASA. Perseid fireballs. Recuperado de: science.nasa.gov.
  6. Oster, L. 1984. Astronomía Moderna. Editorial Reverté. 107-111..
  7. Pasachoff, J. 1992. Stars and Planets. Peterson Field Guides. 413-418.
  8. Sky&Telescope. The Best Meteor Shower in 2019. Recobrado de: skyandtelescope.com