Arte

Pintura egipcia: características, temas, etapas, técnicas


La pintura egipcia abarca todas las manifestaciones pictóricas que fueron producidas durante la existencia cultural del Antiguo Egipto. El arte de esta civilización se caracterizó por su simbolismo y religiosidad; además, se mantuvo relacionado con los ritos funerarios. La pintura era empleada para decorar tumbas y templos, aunque también se usaba con cierta frecuencia en los papiros.

Es necesario acotar que el arte producido en el Antiguo Egipto está completamente desvinculado de la idea moderna del arte por el arte, es decir, la pintura egipcia no se desligó en ningún momento de su función religiosa y política dentro de la cultura. Por ello, los cuerpos humanos representados por los egipcios deben concebirse desde el papel místico que desempeñaba cada deidad o monarca.

La autora Beatriz Quintero, en su texto El cuerpo y su representación en la pintura mural y el relieve en el antiguo Egipto (s.f.), afirma que a la pintura mural en las tumbas y templos se le atribuían poderes mágicos. Además, tenían como objetivo prolongar las virtudes de nuestro mundo al terreno del más allá.

Esto se debe a que los egipcios sentían un notable aprecio por la naturaleza y la vida cotidiana que ofrecían las tierras del Nilo, por lo que deseaban conservar tales beneficios luego de morir. La motivación principal de los artistas era registrar el mundo tal y como lo habían conocido, manteniendo la uniformidad; esto explica la falta de cambios durante el desarrollo de su pintura.

Así mismo, se debe comprender a las obras de arte egipcias como las principales exponentes de sus creencias religiosas, influenciadas por un orden cósmico perfecto. Aparte, la pintura egipcia puede definirse como un arte áulico y monumental que era realizado para perdurar y acompañar a los miembros de la realeza en su camino a la vida eterna.

Índice del artículo

Características de la pintura egipcia

Materiales y técnicas generales

– La pintura era realizada al fresco y empleaba pigmentos diluidos con clara de huevo y agua. También usaban ceras y barnices con el objetivo de conseguir una mayor intensidad.

– La pintura egipcia no intentaba conseguir una tercera dimensión en sus representaciones. Por lo tanto, son completamente bidimensionales.

– Toda la pintura egipcia aplica la Ley de la frontalidad, que consiste en el hecho de que todas las figuras son representadas de perfil, sin embargo, los hombros y el ojo que queda visible aparecen de frente. Las extremidades también se colocaban de perfil.

Figuras

– La proporción de las figuras estaba determinada según la importancia de cada personaje. Por ello, mientras más grande la figura más importante era en la jerarquía.

– Las figuras seguían un riguroso sistema de modelos de representación, los cuales se repetían a lo largo del tiempo. Es decir, los artistas egipcios basaron la estética de su pintura en convencionalismos.

– La pintura egipcia se caracteriza por su estética horror vacui, que consiste en la necesidad de no dejar ningún espacio sin formas o figuras (es decir, no quedan zonas vacías).

Colores y simbolismos

– Sus representaciones no buscaban ser fieles a la naturaleza, ya que se trataba de un arte conceptual y no realista. No obstante, los pocos temas populares que se representaban contaron con un mayor realismo.

– Las pinturas elaboradas en las tumbas tenían el objetivo de abastecer al muerto y de proporcionarle bienestar en el más allá.

– Para la cultura egipcia la línea tenía mayor valor que el color. Por lo tanto, los colores que empleaban eran planos y no creaban ningún tipo de volumen.

– Las figuras femeninas eran representadas en colores claros, mientras que los hombres eran representados en tonos rojizos. Además, se evitaban los temas secundarios. Esto quiere decir que omitía lo narrativo y se concentraba en lo esencial.

Temas frecuentes en la pintura egipcia

La temática representada en la pintura egipcia oscilaba principalmente entre las escenas de la vida diaria —ejecutadas con bastante realismo— y las imágenes religiosas llenas de carácter simbólico. Además, también se realizaban representaciones de animales y plantas, lo que demostraba la importancia de la tierra fértil para los egipcios.

Algunos autores afirman que los temas retratados por esta civilización eran costumbristas, ya que servían para registrar todas las tradiciones y costumbres de su cultura. Los artistas egipcios no solo retrataban sus creencias religiosas, sino también su modo de vida; la manera en la que cultivaban la tierra y criaban animales, entre otros aspectos.

Etapas de la pintura egipcia

Durante el Imperio Antiguo

En esta primera etapa, la pintura y el bajorrelieve compartían los mismos temas y tenían los mismos propósitos: representar la naturaleza y la vida cotidiana para que estas fueran recreadas en el más allá.

De este período datan las pinturas de la mastaba de Ti, un yacimiento arqueológico erigido aproximadamente en el siglo XXV a. C. Una de las escenas más emblemáticas de ese lugar consiste en la imagen de un esclavo que lleva un ternero sobre sus hombros. El animal ha sido representado con mucho realismo, ya que se le visualiza volviendo la cabeza para comunicarse con su madre.

Durante el Imperio Medio

En este período fueron abundantes las decoraciones de los ataúdes, que a través de los jeroglíficos contaban distintas leyendas mitológicas. Además, contenían un retrato del difunto. El ataúd era elaborado con madera y se decoraba con diseños y dibujos similares a los colocados en la momia.

Durante el Imperio Nuevo

Esta época se caracterizó por el uso de las pinturas murales en las recámaras funerarias. Los temas ahí retratados estaban basados en los relatos del Libro de los Muertos. También se podían encontrar imágenes de la vida cotidiana, que servían más que nada para el entretenimiento del difunto.

El libro de los Muertos era un sistema de rollos de papiro en el que fueron registradas las fórmulas religiosas para alcanzar la inmortalidad del alma en la otra vida. A partir de la dinastía XX, estos papiros comenzaron a ser decorados con pequeños dibujos que generalmente representaban el juicio de Osiris.

No obstante, no todas las representaciones pictóricas tuvieron un fin religioso o funerario. Por ejemplo, en Deir el Medina se halló un papiro con imágenes satíricas y humorísticas, donde figuraban elementos eróticos y grotescos con el objetivo de burlarse de ciertos ámbitos políticos y de cuestionarse sobre la figura del faraón. En estos papiros satíricos eran comunes las figuras de las ocas, ratones y gatos.

En el período greco-romano

Con la invasión romana en Egipto y junto a la dinastía ptolemaica ocurrieron una serie de cambios en las manifestaciones pictóricas egipcias. Esto se debe a que el arte de esta civilización se influenció de forma notoria del arte romano y el arte helenístico, ambos fuertemente vinculados con la armonía y la búsqueda por la perfecta simetría de las formas.

De esta época datan los retratos de momias de El Fayum, que se caracterizaron por su enfoque naturalista. Dichos retratos eran realizados en tablas de madera y tenían como objetivo cubrir los rostros de las momias localizadas en la provincia romana de Egipto.

Técnicas

La técnica más empleada por los artistas egipcios fue la pintura al fresco, que consiste en emplear ciertos colores disueltos en agua de cal para luego extenderlos sobre una capa de estuco fresco que ha sido previamente preparado. La pintura al fresco era utilizada específicamente en los templos y en las tumbas.

También fue recurrente la técnica de pintura al temple, en la que para diluir el pigmento se empleaba agua, mientras que el aglutinante solía ser grasa animal, huevo o glicerina. Aunque esta técnica fue usada por los egipcios, históricamente ha sido mucho más característica de la Edad Media.

A su vez, los egipcios también usaron la encáustica, una técnica caracterizada por usar la cera como aglutinante de los pigmentos. Esta mezcla resulta muy cremosa y densa; debe aplicarse con una espátula caliente o con un pincel.

Ejemplos de obras representativas

Grupo de plañideras (XVIII dinastía)

En esta obra se observa a un grupo de mujeres de distintas edades, todas vestidas de blanco y peinadas de manera similar. Dentro de esta pintura, los brazos de las féminas están cargados de simbolismo y emoción, ya que el canon pictórico de los egipcios no permitía expresar emociones a través del rostro.

Las plañideras elevan sus brazos por encima de su cabeza, lo que le indica al espectador que están en postura de oración o están llorando al difunto. Esta pintura se encontró en la tumba de Ramose, por lo que se le considera un símbolo de duelo.

Tumba de Ramsés I (1350 a. C.)

En esta pintura se puede percibir el horror vacui de los egipcios, ya que no hay ninguna zona que esté libre de figuras. En el medio de la obra se halla el faraón Ramsés I, quien está acompañado de dos deidades que parecen recibirlo en el más allá. El atavío del difunto demuestra su importante posición jerárquica, ya que está decorado con piezas de oro.

La danzarina acróbata (Imperio Nuevo: 1570-1070 a. C.)

Esta obra es muy importante dentro de la pintura egipcia, ya que para muchos investigadores la figura se escapa de los cánones principales.

Lo que más llama la atención de esta obra es la postura contorsionada de la joven, que se encuentra sostenida con las puntas de las manos y los pies, mientras que su espalda se curva y su cabello cae hacia el suelo. Además, la indumentaria que porta resulta muy reducida, lo que era un rasgo frecuente en las bailarinas de la época.