Biografías de personajes históricos

Alejandro Magno: biografía, territorios conquistados, personalidad


Alejandro Magno (356 a. C. – 323 a. C) fue un gobernante y militar macedonio. Es conocido por las proezas que llevó a cabo como rey y conquistador. No solo pacificó a las ciudades griegas, sino que dominó uno de los imperios más grandes conocidos por Occidente hasta entonces.

Fue el líder de Macedonia desde que Filipo II, su padre, murió en el 336 a. C., hasta su propio fallecimiento, cuando Alejandro contaba con 32 años y ocho meses. Al principio de su reinado tuvo que lidiar con varios alzamientos internos de los que logró salir fortalecido.

Una de sus principales metas fue herencia de Filipo II: conquistar el Imperio persa. A pesar de que solo estuvo 13 años al mando de los dominios griegos, el joven y hábil Alejandro logró expandir su cultura a fronteras inimaginables para sus ancestros.

Persia, Egipto, Asia Menor y parte de Asia Central, hasta alcanzar la India: el Imperio de Alejandro era vasto, tanto en extensión como en culturas, por lo que decidió promover la mezcla entre los naturales de las tierras conquistadas y sus propios hombres.

Por su temprana muerte, sus conquistas se fueron a la tumba tras él. No había consolidado el mando griego sobre los nuevos territorios, así como tampoco había podido seleccionar y formar a un sucesor que se mantuviera a la altura de sus responsabilidades, lo que llevó a guerras intestinas.

Sus generales desmembraron el gobierno y se asignaron a cada uno una pieza de los diferentes territorios, fragmentando el gran logro de Alejandro Magno. Fundó varias ciudades, de las cuales la mayor parte llevaron su nombre, pero la más destacada fue Alejandría, en Egipto.

Alejandro es el responsable de que los griegos se afianzaran como la principal influencia en todo el Mediterráneo y se alzaran como la cultura dominante de la zona. Su prestigio como comandante no tuvo comparación durante varias generaciones y hasta la actualidad sus estrategias son estudiadas.

Índice del artículo

Biografía

Nacimiento

Alejandro Magno nació en la ciudad de Pela, la entonces capital de Macedonia, alrededor del 20 de julio de 356 a. C. Su madre fue Olimpia, hija del rey de Molosia, que era una de las esposas de Filipo II de Macedonia. Desde entonces, Alejandro fue el heredero al trono más aceptable para el reino.

Para mostrar la grandeza innata del joven que dominó al mundo en poco más de diez años, se crearon muchas historias sobre su concepción. En algunas se ha narrado que la madre de Alejandro soñó que un relámpago impactaba su vientre y causaba una llama que se expandía.

Luego, Filipo tuvo un sueño en el que le ponía a su esposa un sello de león en el vientre. Para algunos esos sueños podrían indicar que Alejandro fue hijo de Zeus, que era el dios del rayo.

Sin embargo, otros dijeron que esas historias indicaban que el niño había sido concebido por otro hombre antes del matrimonio entre Filipo y Olimpia.

El día del nacimiento de Alejandro, Filipo II recibió tres buenos augurios. El primero fue la derrota de los ilirios, seguida por el asedio exitoso de los macedonios contra Potidea y el último fue la victoria de sus caballos en los Juegos Olímpicos.

A pesar de lo replicadas que han sido estas historias, se piensa que muchas surgieron a posteriori, para dar sentido a los logros que alcanzó Alejandro durante su vida.

Familia

El rey macedonio Filipo II, que también había sido nombrado hegemón de Grecia, era el progenitor de Alejandro. Formaban parte de la dinastía de los Argéadas, que regía la zona desde el 700 a. C. Ellos ganaron su territorio tras constantes enfrentamientos con las tribus originarias de la región.

Alejandro se encargó de difundir un origen mítico de su dinastía que lo ubicaba como descendiente directo del héroe Heracles por parte de Témeno, proveniente de Argos. Esa fue una de las razones por la que los gobernantes macedonios se consideraban a sí mismos griegos, a diferencia del pueblo.

Su madre era Olimpia, hija del rey Neoptólemo I de Epiro, que gobernaba en Molosia. El nombre que le fue asignado al nacer era Políxena, luego lo cambió a Myrtale y finalmente adoptó el de Olimpia, cuando los caballos de Filipo lograron la victoria en los Juegos el día del nacimiento de Alejandro.

Además, existió otra versión acerca del origen de Alejandro en la que se afirma que fue hijo del faraón egipcio Nectanebo II, que fue acogido por Macedonia tras la invasión persa a su reino. Según esto, el faraón murió tras ser empujado a un pozo por Alejandro al serle revelado su parentesco.

Primeros años

Al principio de su vida, Alejandro estuvo bajo los cuidados de Lanike, hermana del lugarteniente Clito el Negro.

Plutarco fue el encargado de preservar una de las historias más difundidas acerca de Alejandro durante su infancia: la de su caballo, Bucéfalo, y cómo logró domarlo siendo tan solo un niño de 10 años.

Se dice que la bestia no había permitido ser montada por los mejores jinetes macedonios, pero el príncipe se percató de que su propia sombra era el motivo de temor en el animal, por lo que dirigió la vista de este al sol y logró domarlo.

Su padre, Filipo II, quedó conmovido por la valentía de Alejandro y le aseguró que debía buscarse un reino que fuese suficientemente grande para sus ambiciones, porque Macedonia le quedaría pequeña.

La relación de Alejandro con su caballo fue muy especial. Se cree que la bestia murió como consecuencia de la vejez, tras lo que una de las ciudades que fue fundada por el joven conquistador llevó su nombre: Alejandría Bucéfala.

No era el único hijo de gobernante macedonio y las simpatías del pueblo no favorecían a Olimpia; sin embargo, el rey escogió al joven Alejandro para llevar las riendas del reino. En el 337 a. C., la madre del sucesor fue repudiada por Filipo.

Educación

Los primeros tutores con los que contó el joven Alejandro fueron Leónidas y Lisímaco de Acarnania. El primero era pariente suyo por la línea materna, sumamente estricto y popular en los círculos nobles de Macedonia.

Lisímaco fue un maestro mucho más apreciado por Alejandro, puesto que era amable y simpático con su pupilo, a quien apodaba cariñosamente Aquiles, especialmente porque conocía el gusto del muchacho por la Ilíada.

A partir de los 13 años comenzó a fungir como tutor del joven Alejandro uno de los filósofos más importantes de la historia: Aristóteles. Las clases fueron impartidas en el Templo de las Ninfas en Mieza.

Durante el tiempo que Aristóteles pasó en Mieza también se encargó de proporcionar educación para otros muchachos macedonios como Ptolomeo, Casandro y Hefestión. Allí aprendieron acerca de filosofía, lógica, arte, retórica, medicina, moral, religión, biología y muchas otras áreas.

Los jóvenes que recibieron clases juntos se convirtieron en grandes amigos, y luego muchos sirvieron a Alejandro como militares. Como compensación por su trabajo, Filipo prometió a Aristóteles reconstruir Estagira y liberar a sus antiguos habitantes.

También influyó en la formación de Alejandro el trato con persas que se encontraban refugiados en Macedonia. Esto le concedió nociones acerca de esa sociedad y sus asuntos políticos y geográficos.

Juventud y regencia

Cuando llegó a los 16 años, su padre quiso involucrarlo con el quehacer del Estado, por lo que decidió nombrarlo regente, dejando en claro que él sería su sucesor, mientras se ausentaba para una batalla contra los bizantinos.

En la ausencia del rey hubo un levantamiento impulsado por los tracios. No solo fue aplacado con audacia y rapidez por Alejandro, sino que fundó una ciudad griega que llevó por nombre Alejandropólis.

Luego, su padre volvió a enviarlo al sur de Tracia para que continuara la campaña contra los constantes alzamientos de la época. Cuando los ilirios intentaron invadir Macedonia, el joven Alejandro los despachó de inmediato.

En 338 a. C., Filipo II y Alejandro ocuparon Elatea, una ciudad cercana a Atenas y Tebas, las cuales se unieron para repeler al macedonio. Finalmente, los ejércitos de Filipo marcharon sobre Ámfisa, que se rindió.

Entonces, en Queronea, Alejandro tomó el control efectivo de la caballería macedónica y demostró su valía como militar. Desde ese punto todas las ciudades griegas, salvo Esparta, lo recibieron de buen grado.

En Corintios se fundó la Alianza Helénica y Filipo fue nombrado hegemón de la coalición contra los persas.

Ese mismo año, el padre de Alejandro volvió a casarse con una joven llamada Cleopatra Eurídice, hija de uno de sus generales.

Exilio

El puesto del joven heredero como sucesor estaba a merced del nacimiento de un nuevo hijo de los recién casados. Como Alejandro descendía de Olimpia, considerada extranjera, una descendencia de la joven esposa del rey, que provenía de una familia tradicional de Macedonia, sería más agradable.

En una disputa, durante el matrimonio de Filipo, se sugirió que Alejandro no debía ser el heredero de producirse uno más apto. Iracundo, Alejandro respondió a la ofensa que había sido hecha por Atalo, tío de la nueva esposa de su padre. Filipo apoyó a su nueva familia en la afrenta.

El joven heredero se marchó del reino de su padre en un ataque de cólera. Decidió que su madre permaneciera en Molosia, donde gobernaba el hermano de ella, Alejandro I de Epiro. Mientras que él se refugió en el reino vecino de Iliria durante unos meses.

Aunque los ilirios habían sido derrotados por el propio Alejandro, el rey lo recibió en buen grado como su invitado durante el tiempo que necesitó para reconciliarse con Filipo II, gracias a la intervención de Demarato, amigo de la familia.

Seis meses pasó Alejandro en Iliria, pero a su retorno se dio cuenta de que un nuevo heredero no sería el único bache en su camino, puesto que su padre contaba con otros descendientes en ese momento.

Inicios políticos

Un gobernador persa llamado Pixodaro ofreció a Filipo Arrideo, hermano mayor de Alejandro, a su hija en matrimonio. Para muchos allegados al heredero natural, eso significaba que la elección de su padre sobre la sucesión podía haber cambiado.

Entonces se produjo una de las primeras jugadas políticas de Alejandro: envió al sátrapa persa un hombre de su confianza a instarle a ofrecer la mano de su hija al hijo legítimo de Filipo, es decir, a él mismo, en lugar de a un bastardo de su padre.

Esa acción no fue del agrado del gobernante, que reprendió a Alejandro, al tiempo que le aseguró que la joven persa no podría darle una unión a su altura y que debía casarse con alguien de mejor linaje. Además, expulsó a algunos amigos de Alejandro e hizo prisionero a su emisario.

En el 336 a. C. Filipo II se presentó a las celebraciones de la boda de su hija Cleopatra, también fruto de su matrimonio con Olimpia. La muchacha se unió a su tío Alejandro I de Epiro, rey de Molosia y hermano de su madre.

Allí el rey macedonio fue asesinado por Pausanias, quien ejercía como uno de sus guardias. No se pudo determinar con claridad quién encargó su muerte. Aunque según Aristóteles, el asesinato de Filipo II fue una venganza por el maltrato que había recibido Pausanias por la nueva familia política del gobernante.

Ascenso al trono

En el mismo instante Pausanias fue capturado por el resto de los guardias y asesinado. También en el lugar los militares macedonios, al igual que los líderes de las grandes casas del reino, proclamaron a Alejandro como su rey cuando contaba con 20 años.

El resto de los herederos al trono murieron en los días posteriores, salvo el medio hermano, Filipo Arrideo, presuntamente porque el muchacho tenía minusvalías mentales. Se dice que Olimpia ordenó que Cleopatra Eurídice y su prole fuesen quemados vivos con el antiguo rey.

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Otro de los que sufrió un destino fatal para que Alejandro III sentara en bases firmes su nuevo gobierno fue Atalo, el tío de Cleopatra Eurídice, quien había insultado al heredero el día del matrimonio de Filipo II e intrigado en su contra varias veces.

Sin embargo, la transición no fue calmada, puesto que muchas ciudades griegas decidieron levantarse y olvidar los acuerdos que habían hecho con Filipo II. El reino que pasó a manos de Alejandro III de Macedonia era mucho más complicado y poderoso que en generaciones previas.

Su ejército era mucho más fuerte y experimentado que el que había recibido su padre, quien se encargó de curtirse en batalla y preparar a su hijo para recibir el testigo.

Macedonia

Al comienzo de su mandato, Alejandro III de Macedonia hubo de fortalecer la frágil unión que había conseguido instituir su padre, Filipo II, con el resto de las ciudades estado griegas.

Los otros líderes juzgaron al nuevo gobernante débil e inexperto, pero pronto Alejandro les demostró su error.

Primero acabó con aquellos que rivalizaban con él por el derecho al trono de Macedonia. El enemigo natural era su primo, Amintas IV, a quien el padre de Alejandro le arrebató el trono cuando era un niño tras la muerte de Pérdicas III. Eso condujo a que le quitaran la vida primero que al resto.

Otros príncipes lincéstides sufrieron el mismo destino. Dos fueron condenados, Arrabeo y Hermoenes, mientras que Alejandro, otro de los hermanos, se salvó al ser el primero en clamar por el hijo de Filipo II como su rey tras la muerte del anterior mandatario.

Se dice también que la madre de Alejandro III, Olimpia, ordenó el asesinato de la última esposa de Filipo, Cleopatra Eurídice, y sus hijos, a quienes quemaron vivos.

El tío de ella, Atalo, se encontraba en Asia y también fue muerto por las afrentas cometidas contra Alejandro.

Ciudades-estado

Al morir aquel que había conseguido formar una liga entre los griegos, los gobernantes que nunca estuvieron totalmente comprometidos con la causa se rebelaron. Tesalia, Tebas, y Atenas, además de los tracios, quienes tomaban cualquier oportunidad para levantarse contra Macedonia, se alzaron.

Cuando Alejandro supo que esas insurrecciones estaban floreciendo se dirigió a Tesalia con 3.000 miembros de caballería. Encontró al ejército acampando entre el Monte Osa y el Olimpo y decidió tomar posición en el primero.

La mañana siguiente, al verse rodeados, decidieron plegarse a Alejandro y unírsele en su marcha hacia los otros estados griegos. De allí pasó a Termópilas y luego a Corintios. Allí le nombraron hegemón, es decir, líder; y establecieron que sería el comandante de la lucha contra los persas.

En el 335 a. C., Alejandro III de Macedonia se dirigió al norte de su reino para controlar algunos alzamientos que estaban surgiendo en la zona. Fue aplastando a los tracios a su paso, primero a los tribalios, luego a los getas, tras lo que pasó a ocuparse del rey de Iliria y del de los taulantios.

Mientras tanto, Tebas y Atenas se alzaron una vez más, pero Alejandro las derrotó por la vía armada y encargó al amigo de su padre, Antípatro, como regente de la zona.

Vida militar y ejército

Alejandro obtuvo su apodo de “Magno” especialmente por sus proezas militares. Se ganó el respeto de los griegos siendo tan solo un muchacho. Además, afianzó la posición de Macedonia en la región y al llegar el momento correcto, emprendió su lucha contra Darío III de Persia.

Fueron muy escasas las derrotas a su paso y pudo llevar sus fronteras hasta las tierras de la India. Sus dominios alcanzaron la mayor parte del mundo que, hasta entonces, conocían los griegos, y marcó el inicio de un indiscutible dominio cultural del Mediterráneo por cuenta suya.

Se batió contra persas, tracios, ilirios, sogdianos – de la actual Uzbekistán –, y numerosas tribus indias.

Pasaron a su dominio Anatolia, Siria, Egipto, el Levante, Fenicia, Judea, Persia, Mesopotamia y otras tantas ciudades que habían sido los centros de poder más importantes de la época.

Las formaciones de batalla de Alejandro Magno contaban con una parte de caballería, en la que estaban incluidos los hetaroi, una unidad de élite macedonia.

También contaban con los hypspistas, junto con arqueros, lanzadores de jabalinas, exploradores armados y caballería aliada.

Como apoyo de la caballería poseían una efectiva infantería con lanzas que podían medir casi 6 m de longitud. De igual forma usaron catapultas con mayor alcance, al modificarlas con un mecanismo similar al de las ballestas.

Últimos años

Después de que Alejandro tomó las riendas del Mediterráneo, al igual que de Asia Menor y parte de la India, regresó a Persia.

Los gobernadores de esa región eran llamados “sátrapas” y fueron los de Alejandro los que alimentaron su acepción actual: la de “déspotas”.

El mandato de los hombres de Alejandro era muy cruel y él no congenió con el proceder de sus subordinados, por eso a su vuelta por el territorio comenzó a reprender a aquellos que hubiesen obrado mal.

También ordenó que sus veteranos regresaran a Macedonia, cosa que no fue del agrado de los estos, quienes realizaron pequeños levantamientos.

Además, se unía a su inconformidad el hecho de que Alejandro quisiera unir las dos culturas, pues lo veían como una traición.

Sin embargo, Alejandro, en un intento por reconciliarse con sus nuevos súbditos, continuó con sus planes de crear una nueva generación en la que convergieran las costumbres persas y macedonias como una sola. Fue así como planteó la celebración de las Bodas de Susa.

Hefestión murió durante un viaje a Ecbatana, en el que iba junto con Alejandro. Nunca se aclaró si sufrió de una enfermedad repentina o si fue envenenado. La noticia dejó a Alejandro muy sentido y no se recuperó jamás de la pérdida de su amigo.

Muerte

Alejandro Magno falleció el 10 o el 13 de junio del año 323 a. C., en Babilonia, cuando solo contaba con 32 años. Existen dos versiones acerca de su deceso, una pertenece a Plutarco y la otra a Diodoro.

En la primera, el historiador griego afirmó que un par de semanas antes de su muerte Alejandro había comenzado a presentar una grave fiebre que lo imposibilitó casi totalmente, puesto que no era capaz ni siquiera de hablar.

Sus hombres comenzaron a preocuparse por el estado de salud de su comandante, por lo que se les permitió visitarle uno tras otro a todos los solados, mientras Alejandro les saludaba con un gesto en silencio.

En el caso de la narración de Diodoro, se comentó que Alejandro había tomado vino en honor a Heracles y que luego de eso comenzó su debilidad que duró 11 días. En este caso no se habla acerca de fiebre, sino simplemente de una larga agonía tras la que falleció.

Las teorías sobre su muerte hablan de un complot de asesinato por parte de algunos de sus hombres, especialmente Casandro, quien fue el más beneficiado tras el deceso del general macedonio.

Otros piensan que pudo tratarse de una enfermedad como la flavivirosis, conocida popularmente como fiebre del Nilo, o tal vez la malaria. Se cuenta que intentó realizar hidroterapia para recuperarse; sin embargo, fue en vano.

Motivos

Los que mantienen que Alejandro Magno fue asesinado han dicho que el veneno fue la causa más probable, probablemente una combinación de heléboro y estricnina. En ese caso el culpable de la muerte sería Casandro, junto con su hermano, Yolas.

Otros descartan esa posibilidad puesto que era improbable que los venenos de la época tomaran un período de tiempo tan prolongado para acabar con la vida de una persona.

También algunos autores como el médico Émile Littré afirmaron que se trató de paludismo; y otros consideran que pudo haber sido consecuencia del síndrome de Guillain-Barré o de una pancreatitis aguda, por las circunstancias y los síntomas que mostró.

Sucesión

Al momento de su muerte no había nacido ningún heredero al trono que ocupaba Alejandro III. No obstante, su esposa Roxana se hallaba embarazada de un niño que nació pocos meses después de la muerte del padre.

Algunos dicen que otra de las esposas, Estatira, se encontraba esperando otro hijo del rey macedonio. De ser así, todo apunta a que Roxana, como era costumbre, para asegurar la sucesión de su hijo ordenó el asesinato de ella, su prole y la tercera esposa de Alejandro.

Cuando se hallaba en su lecho de muerte, los generales le preguntaron a Alejandro que a quien encomendaría el destino del reino y no se ha podido esclarecer si lo que dijo fue “a  Crátero” o “al más fuerte”, porque las palabras griegas son muy similares.

Otra historia afirma que Alejandro III de Macedonia le ofreció su anillo a Pérdicas, uno de sus generales. Ese fue un gesto que podía simbolizar la transferencia del poder. Pero el general consideró que el hijo por venir, de ser varón, tendría de reinar tras su padre.

La infantería proclamo como su rey al hermano incapacitado mentalmente de Alejandro, Filipo de Arrideo, a quién pretendieron usar como un títere. Después de algunas disputas se decidió que ambos reinarían en conjunto como Alejandro IV y Filipo III.

Conflictos

De ese modo comenzó la disputa entre los generales, quienes pasaron a la historia como diádocos, o “sucesores”. Estos hombres dividieron el gran reino que había consolidado Alejandro Magno y, eventualmente, lo condujeron a su perdición.

La repartición del Imperio que Alejandro forjó para Grecia no se llevó a cabo del modo que él lo concibió. Antípatro fue designado a Europa como general, mientras que Crátero fue nombrado representante de ambos gobernantes, haciendo las veces de regente.

Otro de los diádocos más importantes fue Ptolomeo I, que tomó la región de Egipto, en la que se coronó rey casi dos décadas más tarde. Se encargó de crear de la Biblioteca de Alejandría y consiguió que la cultura griega y la egipcia se mezclaran.

Lisímaco era otro de los hombres de Alejandro Magno, quien aseguró primero su dominio en Tracia y luego se unió con Antígono para arremeter contra Macedonia. También fue pieza clave en uno de los últimos enfrentamientos entre los diádocos, la batalla de Corupedio, en la que Seleuco lo derrotó.

Seleuco fue uno de los asesinos de Pérdicas y había sido aliado tanto de Ptolomeo como de Lisímaco contra Antígono, que primero se adjudicó Anatolia y luego se expandió por Asia. La última dinastía macedonia fue fundada por el último de los diádocos.

Matrimonios y relaciones

Alejandro Magno fue un hombre de su época. Se piensa que, como un buen discípulo de Aristóteles, llegó a rechazar el placer vano, al punto que sus familiares estaban preocupados por lo que podría representar eso para la sucesión.

Sin embargo, tuvo varias relaciones trascendentales durante su vida. Se casó con tres mujeres y se ha especulado acerca de varios romances que pudo o no haber mantenido, tanto homosexuales, como heterosexuales, ambas opciones comunes y aceptadas en la época.

De hecho, su sucesión sí fue un inconveniente, ya que al momento de su muerte su único hijo legítimo no había nacido aún. Se piensa que otra de sus esposas, aparte de Roxana, también pudo estar embarazada.

Luego surgió un joven que extendió su reclamo por el trono alegando descender del rey macedonio y una supuesta concubina que había tenido. Pero no existía un sustento real para tales reclamaciones, y su presencia llevó consigo más dudas que respuestas.

Una de las posibles relaciones homosexuales de Alejandro, además de ser la una de las más trascendentes en su vida, fue con su compañero Hefestión. Tras su muerte, Alejandro cayó en un estado tal de depresión que pudo contribuir en su propia muerte.

Campaspe o Pancaste

Se ha dicho que esta joven de Larisa, con una belleza sin par, fue el primer amor de Alejandro y que con ella el futuro comandante inició su vida íntima. Algunos aseguran que fue, durante un tiempo, la concubina del macedonio.

Apeles, un popular artista de la época, realizó un desnudo de Campaspe. Según el mito, Alejandro consideró que su trabajo había sido tan bueno porque la amaba más que él y se la ofreció como esposa, pero conservó el retrato que este había hecho de la joven.

Hesfestión

Era un joven noble de Macedonia, contemporáneo con Alejandro, con quien se había criado desde la infancia. Fue uno de los miembros más importantes de su ejército y era una de las personas allegadas a él. Constantemente, la historia de ambos fue equiparada con la de Aquiles y Patroclo.

En las Bodas de Susa el gobernante lo volvió parte de la familia real, al hacerlo esposo de la hija menor del rey persa Darío III, con cuya hermana se casó Alejandro. Aristóteles definió la relación de los jóvenes como un alma que habitaba dos cuerpos.

El mismo Alejandro, tras el error de Sisigambis, quien se postró ante Hefestión al confundirle por el rey macedonio, le contestó que no había ocurrido tal error, puesto que su amigo también era Alejandro.

Los rumores acerca de que eran más que amigos surgen puesto que la bisexualidad era algo aceptado en las ciudades-estado griegas de la época de Alejandro. Pero esas aventuras eran comunes solo durante la adolescencia.

Sin embargo, se ha afirmado que las reglas en Macedonia eran diferentes y que era bien visto que las clases nobles tuviesen una pareja homosexual durante un largo tiempo, o incluso, de forma permanente.

Roxana

Roxana de Bactria, hija de un gobernante de la zona llamado Oxiartes fue la primera esposa de Alejandro Magno. Ella desempeñó el rol de esposa principal, a pesar de que él se casó con otras dos jóvenes.

Se unieron en el 327 a. C., y aunque se dijo que todo había sido con fines políticos, también era notorio que el macedonio estaba genuinamente enamorado. Se piensa que cuando Alejandro la vio quedó prendado y que la raptó de la fortaleza de la Roca Sogdiana.

Durante la campaña militar que llevó a Alejandro a la India en el 326 a. C., Roxana estuvo a su lado y era una de sus compañeras más cercanas. Poco después de la muerte de su esposo, el rey macedonio, Roxana dio a luz a su hijo que fue nombrado Alejandro, el cuarto de su nombre.

El ejército se dividió entre los que apoyaban al tío del niño, Filipo III, y los que pensaban que Alejandro IV debía convertirse en rey. Olimpia ofreció protección tanto a Roxana, como a su nieto. En el 317 murió Filipo III, y Alejandro IV quedó como único heredero con un clamor sustentable.

Sin embargo, cuando el muchacho tenía cerca de 14 años, en el año 309 a. C., Casandro ordenó que envenenaran a Alejandro IV y a su madre, Roxana, para asegurar su puesto como gobernante.

Bodas de Susa

En esa ocasión, Alejandro decidió unirse con la hija mayor del shah persa, Darío III a quien había derrotado, para poder asegurar su posición política. El nombre de la joven era Estatira. Se cree que ella estaba embarazada, al igual que Roxana, al momento de la muerte de su esposo.

Sin embargo, ella no logró sobrevivirle, puesto que algunas fuentes afirman que Roxana ordenó el asesinato de la mujer, al igual que de la tercera esposa de Alejandro, Parysatis.

Tanto Estatira como Parysatis contrajeron matrimonio con Alejandro Magno durante las Bodas de Susa. Ese evento acaecido en el 324 a. C. tenía como propósito unir completamente las culturas persa y macedonia, de modo que la descendencia se sintiera parte del nuevo gran Imperio.

Hefestión se casó con la hermana menor de Estatira, Dripetis, con lo que se volvió cuñado de Alejandro. Así mismo, todos los generales tomaron esposas nobles persas. Este proyecto no logró concretarse totalmente por la temprana muerte de Alejandro.

Bagoas

La historia del eunuco Bagoas inició antes de que Alejandro llegara a Persia, puesto que él era parte del harem de Darío III. Era costumbre mantener a hombres castrados dentro de esos recintos para que no hubiese riesgo de que intimaran con las esposas del shah.

Además, en Persia la homosexualidad podía ser aceptada si se trataba de un hombre dominante y un eunuco, puesto que el último no era considerado como plenamente masculino. En cuanto a los griegos eso también se correspondía con sus formas, salvo que ellos no precisaban la castración.

Algunas fuentes afirman que cuando Alejandro conoció a Bagoas lo aceptó como parte de su corte, tanto porque conocía costumbres y poseía información de la anterior corte de Darío III, como porque era un muchacho hábil y atractivo.

También se ha descrito al joven Bagoas como un amigo íntimo de Alejandro Magno, que se mantenía fuera de la esfera política, pero otros historiadores afirman que usaba su posición para manipular al rey macedonio.

Barsine

Se cree que Alejandro pudo haber mantenido una relación extramatrimonial con una mujer llamada Barsine, que había sido la esposa de Memnón de Rodas. Supuestamente, el rey y Barsine estuvieron juntos cerca del 334 a. C., a pesar de que no existió ningún registro que los relacionara.

Después de haber transcurrido varios años de la muerte de Alejandro Magno, apareció un chico de nombre Heracles, hijo de Barsine, que alegaba ser el bastardo del rey macedonio.

Muchos dudaron de su historia, principalmente porque era el único hijo que Alejandro pudo conocer durante su vida y que, como tal, se hubiese encargado de darle un lugar importante, pero no fue tratado de ese modo, ya que nunca se supo nada sobre la paternidad del joven.

Por eso se pensó que su historia de la descendencia de Alejandro Magno fue una simple excusa del joven para poder tener un clamor legítimo al trono, especialmente, después de la muerte de los otros herederos.

Conquistas

Asia Menor

El cometido principal era liberar a los griegos que vivían oprimidos por los persas en la zona de jonia. En la batalla del Gránico, Alejandro se midió contra Memnón de Rodas y logró imponerse a pesar de estar en condiciones de igualdad sus ejércitos.

Ese no fue el único encuentro entre ambos, pero finalmente Memnón falleció durante un asedio y, a partir de entonces, toda la costa abrió sus puertas a Alejandro como un héroe. Después de liberar a Jonia, siguió hasta la ciudad de Gordión, donde esperó refuerzos que llegaron cerca del 333 a. C.

Mediterráneo

En la batalla de Isos, Alejandro consiguió derrotar a los persas, quienes poseían una superioridad numérica cerca de 10 hombres a uno contra los macedonios. Algunas fuentes afirman que Darío III huyó del campo en medio de la noche dejando todas sus posesiones atrás.

Allí Alejandro tomó cautiva a la familia de Darío y conoció a quien luego se convertiría en su esposa: la princesa Estatira. Fenicia y Judea fueron tomados con facilidad, mas no fue el caso en Gaza, en la que sí opusieron resistencia.

Egipto

Alejandro no tuvo problema en hacerse con el favor de los egipcios. Estos le recibieron con gran amabilidad y le nombraron hijo de Amón, es decir, que era un reconocimiento de su autoridad para ser nombrado faraón, cosa que ocurrió en Menfis en el 332 a. C.

Allí Alejandro fundó la que sería una de sus ciudades más famosas: Alejandría, por la cual planeaba abrir rutas comerciales a través del Egeo.

Asiria y Babilonia

Un año después de su nombramiento como faraón egipcio, Alejandro Magno partió al encuentro de Darío III. En la batalla de Gaugamela el shah persa fue humillado una vez más por el macedonio que, con números mucho más modestos en su ejército, logró aplastarlo en la batalla.

Babilonia también recibía entonces a Alejandro. Al mismo tiempo el rey persa, Darío III, se adentraba en las montañas con rumbo a Ecbatana. A los griegos se les permitió saquear la ciudad por varios días y quedó arruinada tras su paso.

Persia

El siguiente destino de Alejandro fue la capital del Imperio persa en tiempos de Darío I, Susa. Así se hizo con vías de suministro y con un gran botín que fue encontrando en las ciudades a su paso. Luego fue a Persépolis y, finalmente, a Ecbatana.

En esta ubicación pretendía encontrarse con Darío III, pero cuando llegó ya había sido asesinado por hombres leales al sátrapa Bessos, que tomó el nombre de Artajerjes V cuando usurpó el trono durante un breve período de tiempo.

Alejandro se encargó de realizar un funeral acorde con el mandatario persa y prometió a su familia que vengaría su muerte. Al mismo tiempo, Bessos huía con rumbo hacia las fronteras con la India, buscando respaldo en la zona.

Asia Central

Después de muchas aventuras, algunas fantásticas y otras posiblemente reales, Alejandro y sus hombres llegaron a Sogdiana y Bactriana, en donde se hallaba Bessos, quien fue capturado por miembros de su corte y entregado a Ptolomeo.

En ese mismo viaje conoció a quién se convertiría en su primera esposa: Roxana, hija de Artabazo II, un gobernador de la región. Alejandro tuvo que lidiar luego con algunas revueltas en la zona, encabezadas por Espitamenes. Finalmente en el 328 a. C., los rebeldes fueron derrotados.

Su boda con la hija del sátrapa bactriano le ayudó a consolidar su relación con los nuevos territorios. Eso facilitó su próximo objetivo que era adentrarse en las tierras del valle Indo, con la ayuda de los locales.

India

En 326 a. C., Alejandro instó a los gobernantes de Gandhara a que se le unieran. Algunos, como fue el caso de Āmbhi aceptaron en buen grado, mientras que los aspasioi (ashvayanas) y los assakenoi (ashvakayanas), guerreros por naturaleza, se negaron.

Una de las más fieras batallas que se dio en el contexto de la conquista India es conocida como la del río Hidaspes, contra el rey Poros. Con esa victoria quedó abierto el territorio a la conquista macedonia. Por la valía de su enemigo, Alejandro decidió unirlo a sus filas y lo nombró sátrapa.

Alejandro planeaba continuar su incursión en las tierras de la India. Sin embargo, su ejército, que se encontraba descontento y cansado, comenzó a darle problemas. Por eso regresó a Babilonia, pero se aseguró de dejar a importantes oficiales griegos en todas las zonas que habían ocupado.

Personalidad y visión del Imperio

De Alejandro Magno se ha hablado en infinidad de textos y por autores incontables, pero muchos coinciden en que era un joven tan valiente como arrogante.

Eso quedó demostrado en su intento de adoptar la costumbre de que sus súbditos lo vieran como un dios, tan hijo de Amón como de Zeus.

Era extremadamente cuidadoso con su imagen pública, puesto que desde temprano comprendió la utilidad de la propaganda. Sin embargo, era muy celoso en cuanto a sus representaciones, labor que solo permitió a tres artistas de su época.

Concebía a su naciente Imperio como una sola cosa. Pensaba que no debían existir barreras culturales, raciales, ni idiomáticas entre sus súbditos, por lo que siempre favoreció la mezcla entre griegos y el resto de las etnias, pero sin imponerla, para que no se sintiera como una conquista.

Uno de sus intentos en unir las culturas, al menos en una generación, fue las Bodas de Susa, en la que ordenó a los miembros de su ejército desposar a mujeres persas, como él mismo lo hizo. Antes ya había promovido una serie de matrimonios entre macedonios y persas.

Además, adoptó él mismo ciertas costumbres persas en cuanto al orden gubernamental y al comportamiento. Muchos sátrapas conservaron sus puestos y a ellos se les asignó un supervisor macedonio que se encargaba de los ámbitos militares.

Influencia

En el mundo occidental

Los logros de Alejandro han sido una de las bases de la civilización occidental. Con sus conquistas se inició la difusión y el dominio de la cultura griega por el Mediterráneo en el “período helenístico”, que comenzó tras su muerte y culminó con el suicidio de Cleopatra VII de la dinastía Ptolemaica.

En Roma se usaba el dialecto griego del rey macedonio para tratar asuntos filosóficos: la koiné. Era admirado por muchos, entre ellos Julio César, que lamentó no haber conseguido igualarle al cumplir 33 años.

La influencia de la sociedad helénica en el desarrollo del período clásico, en el que Roma se alzó como la principal potencia, fue inmensa, puesto que todo lo que era considerado culto por los latinos provenía de los griegos, de quienes adoptaron costumbres y mitología.

Además, sus estrategias de batalla pasaron a la posteridad por la genialidad que las caracterizaba. Tanto es así, que hoy en día son estudiadas por los ejércitos modernos, aunque los métodos de guerra hayan evolucionado.

En el mundo oriental

La helenización también tuvo lugar en el mundo oriental tras las conquistas de Alejandro. Gracias a las ciudades con influencia griega en las que se estableció el camino de la seda, la cultura iraní, la india y la griega se mezclaron, dando paso a conceptos tales como el del greco budismo.

Uno de los aspectos en los que más permeó la influencia de Grecia fue en el arte, aunque también incidió en otras áreas como la astronomía.

Entre los nombres que le dieron a Alejandro están: Iskandarnamah, en persa; aunque ellos al principio le llamaban gujastak, que se traduce como “el maldito”, por el daño que le causó al Imperio persa. También Sikandar en hindi y urdu o Al-Iskandar al-Akbar en árabe.

Referencias

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  3. Walbank, F. (2019). Alexander the Great | Biography, Empire, & Facts. [online] Encyclopedia Britannica. Available at: britannica.com [Accessed 24 May 2019].
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