Neuropsicología

Mutismo acinético: qué es, causas, síntomas, tratamiento


¿Qué es el mutismo acinético?

El mutismo acinético, o abulia mayor, es un trastorno del comportamiento donde la persona no puede moverse ni hablar, aunque esté despierta. Por ejemplo, este paciente, aunque tenga sed, puede estar sentado delante de un vaso de agua sin beber de él.

Esto se puede deber a daños en estructuras cerebrales que parecen manejar la motivación para llevar a cabo conductas, estando inmerso en un importante estado de apatía.

Podemos definir el mutismo acinético como una disminución o ausencia de conductas espontáneas, a pesar de que las habilidades motoras se encuentran intactas, ya que el origen del problema, como dijimos, es de tipo motivacional (afecta a los circuitos dopaminérgicos del cerebro).

Es un síndrome difícil de diagnosticar, ya que puede formar parte de estados alterados de conciencia. A veces aparece como un continuum, estando el mutismo acinético situado entre el coma y la vuelta a la vigilia.

Causas del mutismo acinético

La causa más común del mutismo acinético es vascular, aunque hay algunos casos cuyo origen es la exposición o ingesta de tóxicos, infecciones o procesos degenerativos.

Las estructuras dañadas en el mutismo acinético parecen participar en la iniciación y en el mantenimiento de la conducta, además de la motivación para desencadenarla.

La motivación, en este contexto, se define como la energía necesaria para alcanzar algo que se desea o evitar algo aversivo, y que está influida por el estado emocional. Es como si faltara la voluntad y la persona no se pudiera poner en marcha para cubrir sus necesidades, permaneciendo todo el tiempo quieto y en silencio.

Las lesiones vasculares que originan esta enfermedad provocan infartos en:

Arteria cerebral anterior

Que perjudiquen a la corteza cingulada anterior y partes del lóbulo frontal. Además, no solo aparece por lesiones en el córtex cingulado anterior, sino también por el daño en las conexiones de áreas frontales con zonas subcorticales.

Para entender el origen de este trastorno, es importante señalar que es una de las principales zonas que recibe dopamina del sistema dopaminérgico meso-cortical, ya que recibe información de áreas más profundas del cerebro que configuran el famoso sistema de recompensa cerebral.

Este sistema es esencial para llevar a cabo conductas motivadoras de supervivencia, como perpetuación de la especie o búsqueda de alimento. Por ello, no es de extrañar que, si se dañan los circuitos dopaminérgicos, se desarrolle un estado de apatía.

Arterias que irrigan los ganglios basales

Un daño en las conexiones frontales-basales del cerebro van a aislar las áreas frontales de estructuras como el núcleo caudado, globo pálido, putamen o cápsula interna, que son muy importantes para que la persona encuentre motivación para realizar conductas.

Infartos en arterias del cerebelo 

Dañan la parte posterior del cerebelo y la zona de la vermis. Se ha encontrado que el cerebelo puede estar asociado con funciones como fluidez verbal, memoria de trabajo, emociones o planificación de tareas (curiosamente, muy típicas del lóbulo frontal).

De todas formas, se necesita más investigación para saber exactamente cómo se manifiesta en el mutismo acinético.

Síntomas

Los síntomas más habituales y distintivos son:

Hipofonía y habla escasa

Si hay habla, es muy escasa, y se caracteriza por hipofonía (bajo volumen de la voz), y por arrastre de palabras. La pronunciación y la sintaxis suelen ser correctas, siempre que no existan daños en estructuras cerebrales dedicadas al lenguaje.

Respuestas limitadas

Pueden comprender lo que se les pregunta, pero no lo parece a primera vista, ya que cuando responden no lo hacen coherentemente.

Responden principalmente cuando se les pregunta datos biográficos, como su nombre o fecha de nacimiento. Si son otro tipo de preguntas, prefieren contestar con “sí”, “no” o monosílabos.

Falta de expresión

Normalmente no inician conversaciones, no realizan preguntas, ni siquiera hacen peticiones respecto a sus necesidades básicas: comer, beber, ir al baño. No expresan lo que desean ni parecen hacer nada para alcanzarlo.

Falta de iniciativa

Frecuentemente ocurre que solo pueden realizar acciones si otra persona les ayuda a iniciarlas. Pueden utilizar los objetos sin ningún problema, pero nunca inician el movimiento por su propia voluntad. Según el ejemplo que pusimos antes del vaso de agua, si el paciente tenía sed no bebía hasta que otra persona le ponía el vaso en la mano.

Perseveraciones motoras

Significa realizar acciones motoras repetitivas carentes de objetivo. Por ejemplo, en el caso anterior, puede continuamente plegar el extremo de su camisa con los dedos. Lo que indica que no hay problemas en la realización de movimientos, sino en la voluntad para empezarlos.

Reacción ante estímulos nocivos

Otro síntoma distintivo es que estos pacientes, ante un estímulo nocivo, pueden “despertar”, es decir, reaccionar agitándose e incluso emitiendo palabras.

Estados emocionales variables

En cuanto a los estados emocionales, parecen ser variables en cada caso. Algunos presentan expresiones emocionales prácticamente imperceptibles, mientras que otros tienen alteraciones importantes, a veces típicas de los daños cerebrales frontales, como estallidos emocionales impulsivos y desinhibidos.

Otros síntomas

– Fracaso a la hora de iniciar acciones voluntarias espontáneas.

– Permanecen quietos, inactivos durante todo el día (acinesia). Solo llevan a cabo conductas automáticas.

– Silencio y falta de gesticulación (por ejemplo, no indican señales que demuestren que está escuchando o entendiendo lo que otros dicen).

– No suelen responder si las preguntas son abiertas o implican contenido emocional o afectivo.

Sin embargo, los síntomas pueden variar según los déficits funcionales que provoquen cada área cerebral afectada.

Tipos

Se han definido dos tipos de mutismo acinético, según dónde estén las lesiones en el cerebro y los síntomas que provoca:

Mutismo acinético frontal

Es el más habitual y se asocia con lesiones focales unilaterales o bilaterales de la corteza cingulada anterior.

Si esta lesión es unilateral, los pacientes suelen recuperarse unas semanas después. En cambio, si es bilateral, los pacientes presentan una pérdida total del inicio del comportamiento espontáneo que no es reversible.

A veces, los daños también se pueden extender al área motora suplementaria, ocasionando déficits en el movimiento.

Mutismo acinético diencéfalo-mesencefálico

Se da por la afectación del diencéfalo, sobre todo el sistema reticular activador ascendente. Este tipo presenta una menor vigilancia que el mutismo de tipo frontal, y también se distingue de este en que el paciente presenta parálisis de la mirada vertical.

Rehabilitación

El principal objetivo es reducir la apatía. La apatía se caracteriza por una alteración en la capacidad para establecer objetivos, falta de motivación, pérdida de iniciativa y espontaneidad, indiferencia afectiva.

También se relaciona habitualmente con falta de conciencia de la enfermedad, lo que tiene un impacto muy negativo sobre la vida de la persona y su funcionamiento neuropsicológico global.

Se necesita disminuir esa apatía e incrementar la colaboración del paciente para una rehabilitación satisfactoria.

Otros objetivos son aumentar al máximo su independencia, y realizar las actividades de la vida diaria que antes hacía con normalidad.

Aspectos a tener en cuenta para la rehabilitación

La rehabilitación neuropsicológica consiste en la aplicación de las estrate­gias de intervención que procuran conseguir que pacientes y familiares puedan reducir, sobrellevar o manejar el déficit cognitivo.

Para ello, se va a trabajar de forma directa mejorando el desempeño de las funciones cognitivas a través de la repetición de ejercicios. Se puede intervenir en los déficits de 3 maneras:

– Mediante la restauración (entrenamiento directo, recuperar la función dañada).

– Mediante compensación (valerse de las capacidades que están intactas para minimizar las consecuencias negativas de las afectadas).

– Mediante sustitución (se utiliza cuando no son posibles las dos técnicas mencionadas, y se trata de afrontar los daños enseñando al afectado a manejar dispositivos y señales externas para minimizar esas limitaciones).

Aspectos importantes a tener en cuenta:

– Es importante iniciar la rehabilitación lo antes posible.

– Imprescindible desarrollar un trabajo interdisciplinar, con varios profesionales de distintos campos.

– Para que un programa de intervención neuropsicológica sea eficaz, debe poseer una organización jerárquica de las tareas según su nivel de dificultad, llegando cada momento a un equilibrio entre las capacidades del paciente y la dificultad de la tarea.

– Los objetivos principales a conseguir van a ser de autocuidado, independencia e integración.

– No olvidar los aspectos emocionales.

– Adaptar la rehabilitación para que sea lo más generalizable posible a situaciones cotidianas.

– Reestructurar el entorno del paciente si es necesario (llamado estrategias del entorno).

– Cuando esté en una fase más avanzada del tratamiento, desarrollar las estrategias metacognitivas. Es decir, intentar que el paciente adquiera estrategias internas que le permitan controlar su propia atención, evitar distraerse con cualquier estímulo, planificar una secuencia de tareas, usar reglas mnemotécnicas, tomar decisiones adecuadamente, etc.

Tratamiento

Tratamiento farmacológico

Para reducir la apatía, principalmente agonistas dopaminérgicos como la levadopa o la bromocriptina, ya que las vías dopaminérgicas suelen estar afectadas.

Colaboración del paciente

Conseguir un nivel mínimo de colaboración del paciente es absolutamente necesario para comenzar a trabajar.

Se puede comenzar fomentando la toma de conciencia del déficit, lo que significa que tenemos que hacer que la persona se dé cuenta de que tiene un problema y que debe poner empeño para recuperarse.

Actividades familiares

Llevar a cabo actividades familiares que sean valiosas para la persona, que puedan “despertar” conductas aprendidas anteriormente.

Es esencial para ello que la familia colabore en la terapia, ya que son los que pasan la mayor parte del tiempo con el paciente. Hay que educarles para que manejen de forma adecuada el ambiente en el que el paciente vive, estructurar las actividades de la vida diaria para hacerlas más sencillas.

Es adecuado que ayuden al paciente a iniciar las acciones, intentando que sean tareas motivadoras, y que se adaptan al nivel cognitivo del afectado.

Hablar con la familia y ejecutar actividades

Es útil preguntar a familia y amigos, qué le gustaba hacer al paciente anteriormente, qué le motivaba, qué aficiones tenía, etc. De esa forma podemos conocer mejor al afectado y desarrollar actividades terapéuticas que le motiven y le sean agradables.

Desglosar las actividades en pequeños pasos y con instrucciones claras sobre su ejecución. Cuando lo haga correctamente, siempre se le da feedback inmediato tras cada paso. Es adecuado procurar que no se produzca el fracaso para que no se frustre.

Algunos puntos importantes para la ejecución de actividades son:

– Empezar entrenando actividades relacionadas con cubrir las necesidades básicas como comer, beber o ir al servicio, para aumentar la autonomía del paciente lo antes posible.

– Hay más probabilidad de que el paciente responda o emita cualquier conducta si se le da a escoger entre dos alternativas.

– Es mejor darle órdenes claras y firmes.

– No saturar a la persona con actividades, ya que se puede cansar y así se produce una confusión muy común entre la apatía y la fatiga.

Apoyo emocional de la familia

Deben hacer sentir al paciente que están dispuestos a ayudarle, manifestando cariño (pero sin tratar nunca al paciente con pena o como si fuera un niño) y no perder la esperanza.

Procurar visualizar la situación como esperanzadora, dando a entender al afectado que la situación va a mejorar de forma indudable. Dar expectativas positivas de futuro, evitar mostrar llantos y quejas delante del paciente porque podría hundirle. 

Encadenamiento hacia atrás

Una técnica es el encadenamiento hacia atrás. Se trata de descomponer la tarea en pasos y pedirle al paciente que haga el último paso. Para ello, primero se hace la tarea completa (por ejemplo, cepillarse los dientes), cogiéndole el brazo al paciente y haciendo todos los movimientos.

Luego, se repite la tarea con ayuda, pero el último paso debe hacerlo el paciente por sí solo (secarse la boca). Incitarle a que lo haga “ahora debes secarte la boca con la toalla, venga” y reforzarle cuando lo haga.

Entonces la tarea se va repitiendo hasta que el paciente pueda cepillarse los dientes sin ninguna ayuda. Se ha visto que esta técnica es muy útil para pacientes con problemas de motivación.

Análisis de tareas

Consiste en dividir una tarea en pasos pequeños y secuenciales y escribirlos en una lista. Esto permite verificar que cada caso se complete. Esta técnica hace mucho más sencillo el inicio, la finalización y el seguimiento de la actividad.

Además, reduce la fatiga, de forma que se consume menos energía porque el paciente no debe planificar, organizar y recordar las etapas necesarias para llegar a una meta. Es muy útil para establecer una rutina de las actividades que deben hacerse diariamente, ya que si se repiten de forma consistente, se pueden convertir en hábitos automáticos.

En un segundo momento, se desarrolla otra estrategia dedicada a aumentar la frecuencia de comportamientos deseables pero infrecuentes, recompensando su realización con consecuencias muy agradables para el paciente.

Para ello, se debe realizar una lista con lo que se sabe que al paciente le agrada y otra lista con lo que se espera que haga para conseguirlo. Para saber si es útil para el paciente (porque normalmente lo completa la familia), este debe valorar cada punto de la lista del 1 al 10 según el grado de dificultad o bien, según el grado de disfrute que le produce.

Otros puntos importantes

– Mostrarle a la familia y al paciente los avances, por muy leves que sean.

– El paciente debe sentir que poco a poco su vida se está normalizando: está bien que se tenga una rutina, pero no es imprescindible encerrarse en casa. Es algo positivo las visitas de amigos e intentar llevarle a ambientes donde anteriormente acudía.

Referencias

  1. Arnedo, M., Bembibre, J., Triviño, M. (2012). Neuropsicología. A través de casos clínicos. Madrid: Médica-Panamericana.
  2. Carrión, J. L. (2006). Daño cerebral: una guía para familias y terapeutas: Delta.
  3. Godefroy, O. (2013). The Behavioral and Cognitive Neurology of Stroke: Cambridge University Press.
  4. Martelli, M.F. (2000). A Behavioral Protocol for Increasing Initiation, Decreasing Adynamia. Rehabilitation Psychology News.