Definición de tabaco
El tabaco es una planta nativa del continente americano que cuenta con hojas de gran tamaño, flores dispuestas en racimo y un fruto que alberga numerosas semillas. Perteneciente a las solanáceas, se caracteriza por tratarse de una planta narcótica gracias a la presencia de nicotina.
La hoja de la planta y el producto que se obtiene de ella también se conocen como tabaco. Es importante destacar que el tabaco es estimulante: puede incrementar la presión arterial y generar taquicardia. Además, por las sustancias que contiene, puede provocar adicción.
Lo habitual es que el tabaco se consuma envuelto en papel, formando un cigarro o cigarrillo. El consumidor debe encender un extremo del mismo y colocarse el otro extremo en la boca, para luego aspirar y hacer que el tabaco combustione. El último paso consiste en exhalar el humo.
Suele definirse el tabaco como una droga legal, ya que la mayoría de los países permite su venta. De todas formas, como su consumo provoca graves daños a la salud, su comercialización suele estar restringida.
El tabaquismo puede provocar enfisema pulmonar, bronquitis crónica y cáncer, entre otras enfermedades. Por eso se produce una paradoja: mientras que el Estado autoriza a vender y consumir tabaco de forma legal, desarrolla campañas para desalentar su consumo. Esta particularidad no ocurre con otras drogas cuya comercialización se encuentra prohibida por sus efectos sobre la salud.
La prohibición de fumar en espacios públicos como restaurantes y bares y la obligatoriedad de incluir mensajes sobre los efectos nocivos del tabaco en las cajas de cigarrillos son algunas de las medidas tomadas por las autoridades para minimizar su consumo.
Sabemos que en el humo del tabaco viaja un gran número de sustancias químicas que pueden causar daño tanto a los fumadores como a quienes los rodean; sin embargo, este dato no lleva a muchas personas a mirar a su alrededor antes de encender un cigarro. La razón por la cual las campañas no cesan reside en que el tabaco es mucho más perjudicial de lo que pensamos: basta con respirar una pequeña porción de humo para sufrir algunas de sus consecuencias.
Puesto en números, son más de 7000 las sustancias que se encuentran en el humo del tabaco, y se conoce que 250 de ellas son perjudiciales para nuestra salud; en este último grupo encontramos el monóxido de carbono, el amoníaco y el cianuro de hidrógeno. Como si fuera poco, de estas 250 sabemos que, como mínimo, 69 de ellas pueden provocar cáncer, como ocurre con las siguientes: acetaldehído, arsénico, berilio, cloruro de vinilo, cadmio, formaldehído, níquel y polonio-210.
Además de ser la primera causa de cáncer, fumar tabaco provoca daños en casi todos los órganos y sistemas del cuerpo, además de debilitar la salud en general. Pero cuando se habla de tabaco y de cáncer no debemos pensar solamente en los pulmones, ya que también causa cáncer de esófago, boca, riñón, laringe, garganta, hígado, vejiga, estómago, páncreas, cuello uterino, colon y recto. No debemos dejar de lado la leucemia mieloide aguda, otra de las consecuencias de este vicio.
Fuera de los diferentes tipos de cáncer, el tabaco causa enfermedad pulmonar obstructiva crónica, diabetes, apoplejía, artritis reumatoide, cataratas, osteoporosis y aneurisma de la aorta, entre otros trastornos. Por otro lado, es muy perjudicial para los enfermos de asma y aumenta los riesgos de surfir infecciones de las vías respiratorias como ser tuberculosis y neumonía. Para los no fumadores que se ven expuestos al humo de forma involuntaria, las consecuencias pueden llegar a ser mortales; por ejemplo, aumenta hasta un 30% las probabilidades de padecer enfermedades del corazón o de sufrir ataques cerebrales, puede alterar el desarrollo del feto y aumenta el riesgo de muerte súbita del lactante.