La caída de Roma aconteció luego de un largo proceso de declive político y militar en el Imperio Romano de Occidente. Diversos historiadores indican como año definitivo de la caída el 476 d.C., momento en el que Odoacro, líder de una coalición de tribus germánicas, derrocó al joven emperador Rómulo Augústulo y se proclamó rey de Italia.
El Imperio Romano de Occidente, sin embargo, no cayó de un día para otro. Su decadencia se había extendido desde el siglo III d.C. debido tanto a pugnas políticas internas como a la amenaza que representaban los pueblos bárbaros que lo acechaban en sus fronteras.
Los intereses personales de senadores y militares, o el propio comportamiento derrochador de los emperadores, en múltiples oportunidades perjudicaron la administración imperial. La corrupción y la falta de adhesión a una voluntad común dejó mal preparado al imperio para defenderse de las invasiones que sufrió en el siglo V.
Roma también perdía autoridad cuando sus generales en las provincias pretendían imponerse como emperadores. Tales circunstancias producían conflictos civiles y el ejército perdía su unidad de propósito. Aun más, las legiones integraron a mercenarios de pueblos germánicos en las décadas finales del imperio, cosa que desgastó la fidelidad a Roma hasta su caída.
Resumen de los eventos que marcaron el declive de Roma en la antiguedad
La crisis del siglo III (235 - 284 d.C.) | Fue un periodo de anarquía militar. Durante medio siglo líderes regionales pelearon por el mando. La estabilidad llegó con el ascenso al poder del emperador Diocleciano en el 284 d.C. Pero este transformó al imperio en una tetrarquía, es decir, en un sistema político con cuatro gobernantes. |
La cristiandad y el predominio de Constantinopla (306 - 337 d.C.) | A comienzos del siglo IV, Constantino I reunificó al imperio bajo su mando, permitió el cristianismo como religión y mudó la capital a Constantinopla, ciudad construida sobre el antiguo asentamiento de Bizancio. |
La última división del imperio (395 d.C.) | Honorio, hijo menor de Teodosio gobernaría el occidente. Arcadio, el hijo mayor, tendría el poder en oriente. Pronto los pueblos godos hicieron incursiones desde las fronteras de los ríos Rin y Danubio hacia los territorios del Imperio Romano de Occidente. |
El saqueo visigodo (410 d.C.) | Bajo el mando del caudillo Alarico, los visigodos asediaron y saquearon a Roma, que había quedado indefensa. La fragilidad de la antigua potencia fue notable. |
El saqueo vándalo (455 d.C.) | Roma fue atacada por Genserico, rey de los vándalos y alanos. Los vándalos entraron a la ciudad y tomaron consigo todas las riquezas que pudieron. |
La caída de Roma (476 d.C.) | En el 474 d.C., el aristócrata Flavio Orestes logró el apoyo del ejército para nombrar a su hijo adolescente, Rómulo Augústulo, como emperador. Apenas dos años después, el jefe de los hérulos y esciros, Odoacro, destronó a Augústulo. Odoacro se proclamó rey de Italia sin aceptar el título de emperador romano. |
Causas de la caída del Imperio Romano de Occidente
Roma alcanzó la cumbre de su dominio en los siglos I y II d.C. Entonces tuvo control tanto de la península itálica como de territorios en Iberia, la costa norte de África, la costa sirio-palestina, los balcanes, Asia Menor e incluso regiones tan lejanas como la isla de Britania en el norte y Mesopotamia en el este.
Sin embargo, sostener un imperio tan vasto presentó grandes dificultades. A partir del siglo III, el poder romano comenzó a declinar. Ahora observaremos las causas de su caída.
1. Conflictos de interés y guerras civiles
La expansión territorial obstaculizó la comunicación efectiva entre las distintas provincias imperiales. Roma se enfrentó así a amenazas internas y externas. Por un lado, líderes militares provinciales pretendieron imponer su voluntad e incluso nombrarse a sí mismos como emperadores.
Por otro, defender las fronteras y agrupar las fuerzas legionarias donde era necesario se hizo difícil. Era muy costoso mantener la integridad territorial.
2. La división política y administrativa
La búsqueda de una mejor administración política y la necesidad de defender ciudades romanas causó la mudanza de la capital imperial. En el año 395 d.C., el imperio fue dividido por Teodosio. La capital del Imperio Romano occidental se había situado en Milán hasta el año 402 d.C. y luego pasó a Ravena.
La capital de la sección oriental fue Nicomedia hasta el 330 d.C., año en el que Constantino fundó Constantinopla sobre las bases de la antigua Bizancio. Aunque las dos partes se reconocían dentro de una misma tradición, sus proyectos se distanciaron y dejaron de combatir juntas las amenazas comunes.
El Imperio Romano de Oriente, también conocido como Imperio Bizantino, se enriqueció. El occidente, por otra parte, se tornó más vulnerable.
Mapa del Imperio Romano luego de la división decidida por Teodosio (395 d.C.). Constantinopla, la capital oriental, fue favorecida con el tiempo. Esta se hizo más importante en los circuitos comerciales. Su poder se acrecentó y fue mejor protegida que las ciudades en la parte occidental del imperio.
3. Gasto militar y problemas económicos
El imperio dejó de expandirse en el siglo II. Los impuestos que Roma percibía en forma de alimentos u otras riquezas desde las regiones comenzaron a disminuir y, poco a poco, se inició el declive económico. Esto, sumado a las guerras constantes, vació las arcas imperiales.
Los ricos que procuraron evadir impuestos se marcharon al campo. También al campo se fueron los pobres que no conseguían suficiente comida en las ciudades. Estos colonos establecieron fincas independientes del control central. En estas, un señor daba parte de su tierra a los siervos a cambio de tributos. Así comenzó el proceso de feudalización.
4. La invasión de los hunos
A comienzos del siglo V, el rey Atila, al mando de los hunos, atacó y sometió a diversos pueblos del este de Europa. La invasión de los hunos empujó a esos pueblos hacia el oeste, a las propias fronteras del imperio romano. Entre los pueblos desplazados estaban los visigodos, ostrogodos y alanos.
Los pueblos germánicos pidieron refugio al interior del imperio romano, al sur del Danubio. Al principio fueron despreciados, pero eventualmente se estableció la convivencia entre estos pueblos llamados bárbaros y los pobladores romanos. Los bárbaros pronto engrosarían las filas del ejército romano.
5. Las invasiones bárbaras
La protección de fronteras ante el ataque de pueblos bárbaros se mantuvo durante décadas. En el siglo V, no obstante, la convivencia era cercana, ya que diversos pueblos bárbaros vivían al interior del imperio. Visigodos y ostrogodos solicitaban tierras para asentarse con derechos en las provincias de Roma. Esto causaba conflictos.
La decadencia de Roma permitió que pueblos como los sajones, vándalos, alanos y germano-godos ocuparan cada vez más territorios en Britania, el norte de África, Hispania e incluso llegaran al norte de Italia. La presión demográfica era evidente. La fragilidad romana aumentó con la impotencia para detener a los bárbaros sin cumplir sus solicitudes.
A mediados del siglo V, los vándalos conquistaron el norte de África. Pronto Roma se vería saqueada en varias oportunidades hasta su caída en el 476 d.C. a manos de Odoacro. Desde entonces Italia sería gobernada consecuentemente por hérulos, ostrogodos y lombardos hasta su fragmentación en pequeños reinos en la alta Edad Media.
Karl Bryullov (1799-1852) El saqueo de Roma en 455. La escena de la pintura recrea el saqueo de Roma dirigido por Genserico, rey de los vándalos y alanos.
Consecuencias de la caída de Roma
Los historiadores sitúan el fin de la antiguedad cuando el Imperio Romano de Occidente se desintegra. Los cambios políticos, económicos y sociales son tan relevantes que abren la puerta a un mundo distinto, el de la Edad Media. Observemos las consecuencias de esta transición en la historia.
1. La aparición y dominio de nuevos reinos cristianos
Las distintas tribus germánicas pasaron a gobernar los territorios occidentales de Europa. La mayoría de estos pueblos ya estaban cristianizados, por lo que el rol de la iglesia católica continuó siendo importante para otorgar legitimidad a los reyes y señores feudales en sus posesiones.
Además, a falta de la ley e instituciones imperiales, la iglesia vio crecer su influencia. Las personas buscaron en ésta guía y estabilidad. Los obispos se convirtieron en consejeros de la nobleza feudal, e incluso en regentes de ciertos poblados y tierras.
Mapa de Europa en el siglo VI. El occidente se dividió en distintos reinos. En oriente, Constantinopla continuó siendo la capital del Imperio Bizantino. Imagen cortesía de: Bukkia.
2. La ruralización de la vida y la disminución del comercio
Las rutas comerciales de la época imperial decayeron en la Europa occidental. Los caminos y buena parte de la infraestructura se fue estropeando y desapareciendo. Los señoríos procuraron autoabastecerse de los productos que necesitaban, con lo que la vida dependió más del entorno inmediato para la subsistencia.
La calidad de los productos manufacturados perdió calidad. Por ejemplo, la cerámica de la Edad Media no se comparaba con la que en la antiguedad llegaba desde oriente. La mayor parte de las personas se dedicaron a la agricultura. Muchos se transformaron así en siervos de la gleba, esto es, en campesinos que trabajaban la tierra de un noble, al que le pagaban tributos.
3. El nacimiento de las lenguas romances
El latín sólo permaneció como la lengua de culto en la iglesia. Luego de la disolución del imperio en occidente, la lengua latina tomó formas particulares en las distintas regiones de Europa. En la Edad Media el latín vulgar dio paso a lenguas como el italiano, castellano, catalán, portugués, francés y el provenzal. En el Imperio Romano de Oriente, también llamado bizantino, la lengua franca fue el griego.
4. La persistencia del Imperio Romano de Oriente
La caída de Roma no significó la pérdida total de la tradición política romana. En oriente, Constantinopla brilló por siglos durante la Edad Media. Esta se convirtió en el centro de la civilización, sus rutas comerciales perduraron y la ciudad prosperó. Pasarían casi mil años hasta que los turcos otomanos finalmente la conquistaran en el año 1453.
Bibliografía
Gibbon, Edward (2000) The History of the Decline and Fall of the Roman Empire. Penguin Classics.
Pirenne, Henri (2012) Historia de Europa desde las invasiones hasta el siglo XVI. Fondo de Cultura Económica.
Rémondon, Roger (1967) La crisis del Imperio Romano: de Marco Aurelio a Anastasio. Editorial Labor.
Wickan, Chris (2022) El legado de Roma: una historia de Europa de 400 a 1000. Ediciones de Pasado & Presente.
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