¿Puede el exceso de ansiedad generar problemas para concentrarnos?
A veces nos pasa que cosas que antes hacíamos a toda velocidad ahora las hacemos tardando el doble de tiempo y, encima, mal. No cuesta concentrarnos y hasta tenemos algún que otro problema de memoria ¿por qué?
Puede ser que estemos tan, pero tan agobiados que está pasa nos esté pasando factura en el plano de lo cognitivo evidenciándose en el trabajo, los estudios y hasta en el ocio.
La ansiedad y los problemas de concentración están biológicamente relacionados y a continuación vamos a explicar por qué, además de dar unas cuantas recomendaciones sobre lo que hacer si padecemos estas dos problemáticas. ¡No te lo pierdas!
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Ansiedad y problemas de concentración: ¿cómo se relacionan?
A todos nos ha ocurrido eso de estar pasando por una época en la que parece que no nos podemos concentrar en lo más mínimo. Nuestra concentración, atención, memoria y toma de decisiones fallan, nos impiden llevar un día normal. Olvidamos cosas tan importantes como la cita pendiente al médico, el número de la tarjeta de crédito o que teníamos el fogón encendido haciéndonos una cafetera.
Una de las posibles causas detrás de los problemas de concentración y otras funciones ejecutivas es la ansiedad. A menudo infravaloramos el impacto que tiene este estado psicológico sobre nuestro cerebro, haciendo que a pesar de estar sufriéndolo no actuemos para afrontarlo convenientemente ni a tiempo. Si bien es cierto que los problemas de concentración y de memoria pueden tener varios orígenes no se debe menospreciar nunca el efecto que tienen los estados psicológicos como la depresión, la ansiedad y el estrés sobre nuestras capacidades cognitivas.
La ansiedad es una emoción que, en su justa medida, es adaptativa. Estar ansiosos es sinónimo de estar expectantes, preparados para hacerle frente a una posible amenaza y huir en caso de que podamos. Esta emoción amplifica nuestra capacidad de atención y tiene la ventaja de que nos sirve para proteger nuestra integridad física y psicológica. Sin embargo, en caso de alcanzar niveles elevados y convertirse en crónica, se convierte en una perjudicial compañera, una emoción que atrae trastornos mentales y problemas psicológicos.
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¿Cómo saber si sufro falta de concentración por ansiedad?
Puede parecer contraintuitivo, pero no son pocas las veces que nos cuesta ver que tenemos semejante ansiedad que ni nos damos cuenta. Sí, resulta curioso que un estado que nos hace estar constantemente preocupados, pensando en qué puede salir mal, llegue a ser tan alto que ni nos demos cuenta de que lo presentamos. Es fundamental diferenciar cuando padecemos problemas de concentración por ansiedad o por otros problemas, pues el origen es diferente y por lo tanto también lo será la forma de abordarlo.
Podemos descubrir si presentamos problemas de concentración a causa de ansiedad atendiendo a los siguientes síntomas.
1. Llenura mental
Tener la sensación de estar acumulando y procrastinando muchas tareas por hacer o pensamientos en tu cabeza que te impiden pensar con claridad. Es una eterna neblina mental.
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2. Pequeños descuidos
Olvidar algunos detalles del día a día, signo de que nuestra memoria empieza a fallar.
3. Dificultades para disfrutar de tareas y aficiones
Problemas para concentrarse en las tareas y aficiones que nos gustan y antes solíamos disfrutar. Por ejemplo, perdemos el hilo del libro que estamos leyendo o no nos damos cuenta de la trama de la película que estamos viendo y tenemos que rebobinar para enterarnos bien de qué va la película.
4. Sensación de irrealidad
Empezamos a tener sensación de irrealidad. Es decir, nos sentimos desconectados de todo aquello que sucede a nuestro alrededor, incluso si se trata de un evento que nos resulta agradable. Nos sentimos como meros espectadores de eventos en los que se supone tendríamos que ser los protagonistas o participar en ellos.
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¿Cuál es la causa?
En este caso en concreto, al relacionar los problemas de concentración con la ansiedad podemos afirmar que aquí la causa es, evidentemente, la ansiedad. Sin embargo, cuál es la causa más profunda es otra cuestión. Parece ser que la relación entre la ansiedad y los problemas de concentración es especialmente fuerte en pacientes con trastorno de ansiedad generalizada.
Este hallazgo fue de hecho realizado en una investigación del 2017 llamada “Difficulty concentrating in generalized anxiety disorder: An evaluation of incremental utility and relationship to worry”. El grupo de la doctora Lauren Hallion llegó a varias conclusiones sobre cómo se dan los problemas de concentración en pacientes con este trastorno de ansiedad.
Cuando la ansiedad persiste en la vida del individuo y se cronifica, a nivel cortical quien toma el control son las estructuras encargadas precisamente de aspectos emocionales. Regiones como la amígdala reducen la actividad de las zonas prefrontales, las cuales se relacionan con las funciones ejecutivas como la memoria, la reflexión, la resolución de problemas, la atención y la concentración. He ahí por qué se daría una relación tan intensa entre ansiedad y problemas de concentración.
En el caso particular del trastorno de ansiedad generalizada está la preocupación crónica. Esta hace que el estado mental del paciente sea el de una elevada angustia, emoción la cual intensifica la activación de la llamada red del miedo, un circuito neuronal conformado por la corteza cingulada anterior dorsal y la amígdala. Esto no hace más que generar mayores problemas de concentración, menor atención y dificultades para reflexionar.
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¿Cómo hacer frente a estos problemas?
Tanto la ansiedad subclínica como los trastornos de ansiedad en general afectan a todas las áreas de nuestra vida. La ansiedad nos puede provocar problemas de atención, memoria y concentración, problemáticas relacionadas con los aspectos cognitivos de nuestra mente.
Sin embargo, naturalmente, al tratarse de un estado emocional negativo también nos trae problemas afectivos que se evidenciarán en áreas de nuestra vida como el trabajo, la familia, los estudios, la vida social y el ocio. Tener demasiada ansiedad lo único que hace es distorsionar nuestra vida y con ella perdemos el control de la realidad.
Lo más adecuado es acudir a un profesional especializado en trastornos de ansiedad que nos ayudará a descubrir el origen profundo de nuestro estado emocional alterado. Es un paso que, aunque nos cueste darlo al principio, trae consigo muchos beneficios dado que la la terapia psicológica nos puede ayudar a adquirir un estilo de vida más eficaz para afrontar los imprevistos y estrategias de afrontamiento saludables.
Pero, además de acudir a psicoterapia, podemos introducir algunos hábitos saludables en nuestras vidas que nos ayudarán a evitar tanto la ansiedad como los problemas de concentración.
1. Desmantela tus ideas irracionales
Tan simple y sencillo como coger un bolígrafo y un papel en el que apuntaremos esos pensamientos irracionales o poco funcionales que nos están bloqueando, generándonos mucho malestar.
La idea es que, al anotarlos, trataremos de escribir racionalmente cuáles son las razones por las que crees que esos pensamientos no son verosímiles o si lo son, qué sentimientos te provocan.
2. Practica técnicas de relajación y respiraciones profundas
Un clásico para hacerle frente a la ansiedad es practicar técnicas de relajación y respiraciones profundas. Los propios psicólogos introducen este tipo de técnicas en sus sesiones clínicas porque, si bien no son la cura para los trastornos de ansiedad, ayudan a reducir su sintomatología y malestar.
3. Practica ejercicio y mantente activo
Eso de practicar ejercicio para regular nuestro estado anímico es un clásico, y lo es porque funciona. Realizar actividad física con cierta frecuencia actúa como factor de protección frente a todo tipo de problemáticas psicológicas, entre ellas la ansiedad y la falta de concentración.
El deporte es tan beneficioso porque con él se liberan las archiconocidas endorfinas, sustancias químicas que inducen a un estado de relajación y bienestar psicológico, además de reducir la percepción del dolor. También reducen la sensación de estar ansioso.
Pero es que además la práctica de deporte influye directamente sobre nuestra capacidad de concentración. De hecho, se ha visto que las personas que realizan deporte de intensidad moderada entre 3 y 5 días a la semana tienen un mayor desempeño académico, ligado a una mejor concentración y capacidad de retención.
Así que, incluso sin tener problemas de ansiedad ni de fallos de concentración, la práctica de deporte es un buen aliado para nuestro rendimiento.
Conclusión
A modo de conclusión cabe decir que estas prácticas, si bien nos ayudarán, no van a generar un cambio inmediato ni van a hacer que la ansiedad y los problemas de concentración se esfumen como por arte de magia. Como todo en esta vida, requiere de un tiempo para que mejore nuestro estado anímico y nuestra concentración, además de que insistimos en lo de acudir a un profesional de la salud mental para que nos enseñe cómo afrontar sucesos altamente estresantes.
También debemos aceptar que en la vida es imposible tener el control de absolutamente todo. La vida está llena de incertidumbres y en más de una ocasión pasarán cosas que nos alterarán un poco, pues como seres humanos nos es imposible que haya ciertos eventos que jueguen con nuestros sentimientos. Además, se necesita bastante tiempo para cambiar el patrón de nuestros pensamientos pero, tranquilo, con el tiempo, constancia y un poco de paciencia es cuestión que mejores, no pierdas la esperanza.