Terapia psicológica para los traumas: qué es y cómo funciona
Los traumas son experiencias muy impactantes y duras que vivimos, que acaban dejando una huella importante en nuestra psique.
Además, engloban también las consecuencias de dicha experiencia. La terapia psicológica para los traumas se fundamenta en dos técnicas: la exposición y la reestructuración cognitiva.
En este artículo conoceremos la sintomatología habitual después de experimentar un suceso traumático, así como el funcionamiento de la terapia psicológica enfocada a tratar dichos traumas. Analizaremos las dos técnicas que la componen, sus variantes, y cómo se pueden aplicar en terapia para ayudar al paciente.
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Trastornos relacionados con el trauma
Antes de abordar la terapia psicológica para los traumas, debemos comprender qué es un trauma y qué implicaciones conlleva. Un trauma es el resultado de un acontecimiento muy impactante que vivimos, y que nos causa tal estrés que acaba afectando a nuestro funcionamiento psicológico, interfiriendo en nuestro día a día y disminuyendo nuestro bienestar psicológico. El término “trauma”, pero, también se utiliza para designar el suceso traumático en cuestión.
Las consecuencias de un trauma pueden variar considerablemente de una persona a otra; sin embargo, cuando usamos este término, generalmente nos referimos a la aparición de un TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático) o de un TEA (Trastorno por Estrés Agudo). Mientras que el TEPT dura como mínimo 1 mes, el TEA dura como máximo 1 mes; es decir, el TEA se convierte en TEPT cuando transcurre este período de tiempo.
Síntomas
Los síntomas de un trastorno causado por un trauma suele abarcar manifestaciones físicas, psicológicas y conductuales. A nivel físico, la persona puede manifestar síntomas psicofisiológicos destacables, y además suele reexperimentar la experiencia traumática, causándole ésta los mismos síntomas físicos que sintió en el momento del suceso.
A nivel psicológico, se puede sentir ansiosa, preocupada, nerviosa, irritable o temerosa. Finalmente, conductualmente puede tener conductas de evitación de cualquier detalle relacionado con el suceso traumático; esto se traduce en evitar hablar de ello, evitar pasar por lugares cercanos al suceso, etc.
Terapia psicológica para los traumas
Como hemos visto, padecer un trauma implica un sufrimiento considerable para la persona, ya que le estanca en muchos aspectos de su vida, impidiendo que avanza y que desarrolle una vida normalizada. Aunque es cierto que hay diferentes grados de afectación según el suceso y la persona, así como diferentes tipos de trauma, podemos hablar del TEPT como el principal (y más frecuente) trastorno originado por un trauma, como ya hemos visto.
A raíz de los diferentes síntomas que origina un TEPT, la terapia psicológica para los traumas irá enfocada a que el paciente pueda afrontar, procesar e integrar lo que experimentó, sin reprimir nada y trabajando los aspectos que más le impactaron o abrumaron.
Es importante que el paciente se sienta cómodo, libre y tranquilo para poder expresar sin temor cómo se siente y en qué medida dicho suceso le está interfiriendo en su funcionamiento habitual.
La terapia psicológica para los traumas se basa en dos técnicas principales: la exposición y la reestructuración cognitiva.
1. Exposición
La exposición al trauma es una parte fundamental de la Terapia psicológica para los traumas; ésta puede ser conductual o narrativa. También se ha empleado un tipo de terapia de exposición más moderna, con resultados prometedores: la EMDR (Eye movement desensitization and reprocessing). Vamos a ver en qué consisten estos tres tipos de exposición.
1.1. Exposición conductual
La exposición conductual implica que la persona se exponga a los estímulos, sucesos o pensamientos relacionados con el trauma de forma directa.
1.2. Exposición narrativa
La exposición narrativa, en cambio, está enfocada a que el paciente narre y describa (o escriba) con el máximo de detalles posibles, la experiencia traumática; es decir, que explique con sus propias palabras qué experimentó el día (o días) del suceso, cómo se sintió, qué objetos o personas había, etc.
1.3. EMDR (Eye movement desensitization and reprocessing)
La EMDR, en español “Desensibilización y Reprocesamiento mediante Movimientos Oculares”, es un tipo de terapia creada por la psicóloga judía Francine Shapiro. Esta terapia, al igual que las anteriores variantes de exposición, se utiliza como Terapia psicológica para los traumas. Se utiliza para disminuir los síntomas negativos asociados a un trauma.
Consiste en estimular bilateralmente al paciente, a través de diversos métodos, que pueden ser: movimientos oculares (principalmente), sonidos o golpecitos. Según Shapiro y los defensores de la técnica, esta estimulación lo que hace es estimular un hemisferio cerebral.
Si analizamos el EMDR paso por paso, y de forma muy sintetizada (sin entrar en detalle), lo primero que hará el terapeuta será pedirle al paciente que recuerde el suceso traumático, con todos los detalles posibles (sensaciones, imágenes, pensamientos…). Después se pondrá en marcha la fase del procesamiento, donde el terapeuta le pedirá que vuelva a evocar el suceso mientras lo estimula.
Esto se hará mediante secuencias que contienen pautas entremedio. Posteriormente, el terapeuta le preguntará al paciente por sus pensamientos. Además, se incluirán imágenes positivas que el paciente deberá imaginar y que irá asociando con los recuerdos traumáticos. En realidad, el EMDR está compuesto por diversas fases (concretamente, ocho) que el terapeuta deberá conocer en profundidad para aplicar este tipo de técnica correctamente.
Características de la exposición
Por otro lado, es importante remarcar que la exposición deberá ser prolongada y aplicarse de forma gradual. Esta exposición será a los recuerdos traumáticos del paciente, en relación al trauma que experimentó.
Pero, ¿para qué sirve la exposición? Es una parte fundamental para que el paciente vaya procesando poco a poco lo que vivió. Es importante que salgan a las luz los aspectos reprimidos en el inconsciente, para que puedan abordarse; el objetivo es que la experiencia traumática se integre en la experiencia de vida del paciente, formando parte de ella.
Debemos saber que la exposición es un proceso muy doloroso para el paciente, ya que en cierta manera revive sensaciones y experiencias muy duras y angustiantes; además, es frecuente que aparezcan resistencias en el relato del mismo. Es por ello que el terapeuta deberá trabajar desde la empatía y la comprensión, validando en todo momento las emociones del paciente y ofreciendo su apoyo.
Será importante también que el terapeuta vaya dando herramientas al paciente para que éste pueda ir afrontando los pensamientos negativos que tiene, así como las pesadillas, los recuerdos intrusivos, etc.
2. Reestructuración cognitiva
La reestructuración cognitiva como parte de la terapia psicológica para los traumas está orientada a modificar los patrones de pensamiento disfuncionales que manifiesta el paciente, para posteriormente ir proporcionando herramientas que le permitan al mismo elaborar pensamientos alternativos y adaptativos.
Este componente de la terapia es imprescindible ya que en el TEPT suelen ir asociadas alteraciones negativas en las cogniciones y el estado de ánimo del paciente.
Para que el paciente que experimenta un trauma pueda asimilar dicha experiencia, es importante que disponga de un espacio para expresarse sin presiones ni condicionantes; la reestructuración cognitiva es una herramienta esencial para trabajar los pensamientos negativos y el sentimiento de culpa que muchas veces tienen los pacientes que han experimentado una vivencia especialmente dolorosa e impactante.
De esta manera, es importante que el paciente pueda cambiar su forma de percibir y de recordar lo que vivió, en el caso de que sea una forma desadaptativa. Por otro lado, los cambios comportamentales, desde la psicoterapia cognitivo-conductual, se consiguen cambiando los propios pensamientos (y viceversa).
Es por ello que para que el paciente afronte la experiencia, se deberá trabajar en sus conductas evitativas ya mencionadas, ya que el hecho de evitar y de reprimir, puede acabar generando problemas psicológicos importantes en el futuro, que acaben saliendo de forma explosiva en cualquier momento o ante un desencadenante relacionado con el trauma.
Referencias bibliográficas:
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Pérez, M., Fernández, J.R., Fernández, C. y Amigo, I. (2010). Guía de tratamientos psicológicos eficaces I y II:. Madrid: Pirámide.