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Cómo no ligar: 11 cosas que nunca debes hacer para seducir


¿Cómo no ligar? ¿Cuáles son los errores más frecuentes cuando tratamos de seducir a otra persona? La necesidad, el miedo y la falta de experiencia nos llevan a cometer errores que pueden hacer que nuestras citas o nuestros primeros encuentros con chicas no sean del todo fructíferos o incluso fracasos totales. 

Estos errores nos llevan a "ligar mal": no conectamos con la otra persona.

Cómo no ligar: 11 cosas que no debes hacer a la hora de seducir

Tener en cuenta ciertos factores e intentar evitarlos harán que minimicemos nuestras probabilidades de fracaso. Limitar nuestros errores y ser conscientes de que determinadas actitudes no son válidas aumentará nuestras posibilidades de éxito y, en consecuencia, favorecerá que tengamos experiencias positivas que nos motivarán para seguir aprendiendo.

A continuación expondremos once errores que acostumbran a ser sinónimo de fracaso o que limitan sobremanera nuestras posibilidades de éxito. ¿Cómo no ligar?

1. Querer impresionar

Estar demasiado pendientes en querer impresionar a la chica que tenemos delante puede ser contraproducente. Es aconsejable que nos relajemos y que intentemos disfrutar sin la necesidad de caer en la falsa espontaneidad de hacer o decir cosas impresionantes para que ella se sienta atraída por nosotros. 

A no ser que el contexto sea el adecuado y que se propicien ciertas conductas, debemos actuar con naturalidad y estar tranquilos y relajados. Solo en ese marco podremos conseguir impresionar sin que tengamos la necesidad constante de demostrarle nada a nadie.

2. Necesidad de ser admirado

Este punto está ligado estrechamente con el primero. Querer impresionar es un problema pero si después estamos pendientes de la reacción de ella y de su aprobación o su impresión, estaremos transmitiendo una imagen de necesidad y falta de confianza en lo que hacemos. En nuestra cabeza, siempre tenemos que tener presente que a la única persona que tenemos que impresionar es a nosotros mismos. No necesitamos la aprobación de nadie y menos si esta es desmesurada o exigida. No somos un niño pequeño enseñándole un dibujo a nuestra madre. 

Además, a ella no tiene por qué interesarle lo que hagamos o dejemos de hacer. Hagamos las cosas porque realmente nos hacen sentir bien y no para recibir un feedback positivo que delate en los otros que somos semidioses. No caigamos en el egocentrismo.

3. Ser un graciosillo y no saber cuándo ponerse serio

Una de las frases que más daño ha hecho a las relaciones sociales y a la seducción en particular, es la de “a las chicas les gusta que les hagan reír”. ¡A todo el mundo nos gusta que nos hagan reír! No nos convirtamos en bufones que intentan hacerlas reír a toda costa. 

Hay momentos en los que toca ponerse serio y demostrar que somos personas maduras que saben comportarse en todo tipo de contextos. El sentido del humor hay que reservarlo para los momentos necesarios. No hay nada menos atractivo que provocar vergüenza ajena por un exceso de “payasitis”.

4. Estar pendiente de gustar y buscar indicadores de interés

Buscar obsesivamente gestos o actitudes que delaten su interés por nosotros hará que centremos excesivamente nuestra percepción y olvidemos otros detalles importantes para la comunicación como la escucha activa. Además, estar obsesionados en buscar resultados inmediatos minará nuestra autoestima y hará que estemos incómodos. 

Eso hará que invirtamos demasiado esfuerzo en adoptar conductas o actitudes a la espera que sean premiadas y nos proyectará como personas inseguras o necesitadas de aprobación. Es más beneficioso olvidarnos de nosotros y centrarnos en que ellas se sienta comprendidas y gusto con nosotros.

5. Estar pendiente de no querer cometer errores

Tenemos que tener en cuenta que, muchas veces, el arte de comunicarse recae en el olvido de uno mismo y en centrar la atención en las cualidades del otro para poder comunicarlas y cualificarlas adecuadamente. Juzgarnos constantemente por lo que hacemos y por cómo van a ser recibidos nuestros actos por la otra persona dificultará nuestra comunicación y nos sumirá en un estado de estrésansiedad contraproducentes para que la interacción fluya armoniosamente. 

No existen verdades absolutas ni acciones totalmente erróneas. Cometer algún fallo nos humanizará y hará que seamos percibidos como personas próximas y seguras de sí mismas que saben relativizar los errores.

6. Ocultar tus defectos

Antes de dar por hecho de que a algún atributo nuestro se le puede llamar defecto, pensemos en si lo es o no lo es. Muchas veces solemos pensar que tenemos defectos que realmente no tenemos o no siempre se pueden considerar defectos, porque el contexto juega un papel muy importante en la comunicación. Si después de haberlos analizado seguimos opinando que son defectos, deberíamos pensar si son defectos que se pueden remediar o si deben ser remediados. 

Es cierto que ciertas incapacidades o defectos físicos no se pueden remediar o no se pueden subsanar del todo. Pero hay muchos que sí. Por ejemplo, ponernos a dieta es una manera eficaz para combatir esa barriga que nos hace sentir fofos. Otro ejemplo: si tenemos un grave problema de acné podemos ir a un especialista para poder acabar con esos indeseables granos que no salen en la cara. Tenga o no solución nuestro problema, no podemos permitir que esto afecte a nuestra a autoestima y, por lo tanto, a nuestra comunicación

Tratar con naturalidad nuestro defecto e incluso bromear sobre ellos nos proyectará como personas seguras que no tienen miedo a mostrar sus debilidades. Bromear sobre nuestros defectos es la clave fundamental para superar la timidez y que los demás no detecten en nosotros inseguridades poco atractivas.

7. Miedo a llevar la contraria

Cambiar de opinión por miedo a no gustar es un error que solemos cometer a menudo. Ser aceptados y no sentirnos rechazados socialmente nos lleva a no querer nunca llevar la contraria. Trabajar la asertividad será muy útil a la hora de comunicarnos. Tengamos en cuenta que nuestras opiniones y actitudes son fuentes de información valiosísimas para nuestro interlocutor. Caer siempre en el error de no querer ofender o contradecir y, por lo tanto, adoptar actitudes serviles hará que perdamos el atractivo y que parezcamos personas sin opinión ni objetivos: es el abc de cómo no ligar. 

Nuestra actitud también tiene que ser evualuativa en relación a la otra persona; debemos establecer un marco en el que dos personas se valoran pero no se juzgan.

8. Idealizar a la otra persona

El amor romántico es uno de los grandes males del siglo XXI. Vivimos intoxicados por películas y relatos donde se nos muestra un amor edulcorado y eso hace que hayamos aprendido las relaciones sociales y los contextos de seducción, como si viviéramos en Romeo y Julieta. No vivimos en una novela romántica. Ella tiene defectos igual que todos. 

Si creemos que la persona que tenemos delante es perfecta y que no tiene defectos, caeremos en errores que ya hemos apuntado antes como el de querer ocultar nuestros defectos, la necesidad de aprobación... Saber observar y cualificar los errores y las virtudes de los demás, será una clave importantísima para evitar que sintamos que la chica que tenemos delante es la diosa Venus hecha persona.

9. Tener unas expectativas irreales

Tenemos las habilidades sociales y comunicativas que tenemos. Ser conscientes de ello nos ayudará a no fantasear exageradamente con lo que podría llegar a pasar. Tenemos que tener paciencia. A medida que vayamos conociendo a gente y desarrollemos nuestras habilidades nos sentiremos más capaces de conseguir lo que deseamos

Es un error pensar que si una chica nos ha sonreído es porque está tremendamente enamorada de nosotros y quiere hacernos el amor en una cama de cristal, a orillas del mar mientras la luna ilumina nuestros cuerpos desnudos. Si en cambio una chica nos sonríe y pensamos que lo ha hecho porque le hemos hecho gracia o porque quizás le interesamos un poco, será más beneficioso para nuestra autoestima y evitaremos fracasos mayores que nos hagan caer en la frustración y en una consecuente desmotivación.

10. No sexualizar

Llevamos más de tres horas charlando, todo está marchando de maravilla, la chica nos gusta, sentimos que le gustamos, pero hay un momento en que ella se aburre y la cosa no avanza. Quizás sea el momento de darle un empujoncito a la interacción con algunas frases que dejen entender nuestro interés sexual

Hay veces en que nos obcecamos en que las cosas tienen que surgir de forma espontánea y nos olvidamos de que las cosas pueden nacer espontáneamente en nosotros pero que, si no las verbalizamos o de expresamos, se quedarán en nosotros sin que nadie tenga ni idea de que han surgido. Comuniquemos nuestro interés adecuadamente y no tengamos miedo de mostrar nuestro interés sexual. ¡El sexo es bueno!

11. Sexualizar demasiado

Insinuarse en exceso y no parar de hacer comentarios que indiquen nuestro interés sexual puede incomodar a la otra persona y podemos estar dando el mensaje de que sólo tenemos interés en una cosa. Podemos caer en el error de parecer personas extremadamente necesitadas o inseguras que tienen miedo de que su interlocutor no haya entendido el mensaje que le hemos lanzado y, por lo tanto, lo repetimos hasta la saciedad: esta es una de las claves sobre cómo no ligar. 

Dosifiquemos nuestro interés sexual y mostrémoslo gradual y adecuadamente para poder avanzar sin que la otra persona se sienta forzada o molesta por tantos comentarios picantes que muchas veces acaban siendo de mal gusto. En este caso volvamos a fijarnos en el contexto en el que estamos para adecuar la intensidad y el grado de insinuación.

A modo de conclusión...

No nos obsesionemos con gustar. Sepamos estar en todos los contextos de la vida. Gustémonos más para gustar a los demás. Seamos personas maduras que afrontan los obstáculos de la vida de forma madura y asertiva. No nos convirtamos en títeres a merced de un poco de limosna en forma de sexo. ¡Seamos felices con lo que somos!