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Miedo al viento (anemofobia): síntomas, causas y tratamiento


La gran mayoría de personas disfrutamos de los días soleados, con una temperatura agradable, y los estudios parecen indicar que este clima favorece el bienestar. En cambio, los días grises y lluviosos pueden causar estados anímicos negativos. De hecho, puede llegar a provocar algunos fenómenos psicológicos como Trastorno Depresivo Estacional, del que hablamos en nuestro artículo: “Trastorno Depresivo Estacional: qué es y cómo prevenirlo”.

Pero las condiciones climáticas no solamente afectan al bienestar de las personas en este sentido, sino que una conocida fobia llamada anemofobia o ancrofobia provoca un fuerte temor irracional hacia el viento y las corrientes de aire.

En este artículo nos adentraremos en esta patología y revisaremos cuáles son sus síntomas, sus causas y sus consecuencias.

Qué es la fobia al viento

Las fobias son trastornos mentales que se desarrollan con cierta frecuencia. Pertenecen al grupo de trastornos de ansiedad, porque sus principales síntomas principales son la ansiedad y el miedo irracional. La personas que sufre una fobia tiende a evitar el estímulo temido en un intento de reducir los síntomas desagradables. Las fobias pueden clasificarse de diferentes maneras tal y como explicamos en nuestro artículo: “Tipos de fobias: explorando los trastornos del miedo”.

La anemofobia es el miedo irracional que sienten algunas personas cuando se presente al estímulo fóbico, en este caso: el viento. Si esta fobia no se trata, puede afectar significativamente la calidad de vida del fóbico. De hecho, puede perjudicar seriamente las actividades normales de su día a día, pues el afectado puede recluirse en su propio hogar para evitar el viento de la calle. Muchas veces, estos individuos anticipan de manera irracional consecuencias catastróficas de este evento climático, por ejemplo, que los árboles pueden caer por culpa de las fuertes rachas, causando problemas para la integridad física de la persona.

La fobia al viento no solo afecta a la persona a la hora de salir a la calle, pues tener ventanas abiertas, lo que daría como resultado corrientes de aire, puede producir intensos cuadros de ansiedad, náuseas, dolores de cabeza, pensamientos catastrofistas, aceleración del pulso y sensación de sofoco en el fóbico.

Causas de la anemofobia

Nadie nace con un trastorno fóbico, por lo que estos miedos irracionales son aprendidos. La anemofobia suele originarse tras una experiencia traumática, que no siempre se recuerda de manera consciente. Este aprendizaje ocurre por la asociación de un estímulo originalmente neutro con uno que provoca la respuesta de miedo. Por ejemplo, una persona puede haber tenido una experiencia emocionalmente negativa un día de viento, que le haya impactado tanto que en los siguientes días ventosos puede recordar esa experiencia traumática. Este tipo de aprendizaje recibe el nombre de condicionamiento clásico. Si quieres saber más, puedes leer nuestro artículo: “El condicionamiento clásico y sus experimentos más importantes”.

Generalmente, muchas personas que experimentan este tipo de situaciones saben que su miedo es irracional, pero no consiguen superarlo. Esto ocurre porque los seres humanos estamos biológicamente programados para experimentar esta emoción negativa, que se produce por asociaciones primarias en el cerebro primitivo y no por asociaciones cognitivas. Los argumentos lógicos, en este tipo de situaciones, tienen poco peso.

Por otro lado, las personas también pueden desarrollar fobias por condicionamiento vicario, es decir, por observar a otras personas. Por ejemplo, sufriendo un evento traumático relacionado con el viento.

Síntomas de esta fobia

Cada persona experimenta el temor al viento a su manera; sin embargo, los síntomas suelen ser generales en cualquier tipo de fobia. Lo único que cambia es el estímulo fóbico que lo produce.

Los síntomas de las fobias suelen dividirse en tres grupos: cognitivos, físicos y conductuales. Los síntomas cognitivos son la experiencia de miedo, la angustia, ansiedad, la falta de concentración, los pensamientos catastrofistas y de muerte. Los síntomas físicos son la sequedad de boca, las náuseas o la dificultad para respirar. En cuanto a los síntomas conductuales, podemos destacar la evitación del estímulo temido.

Tratamiento

Los trastornos de ansiedad, entre los que se incluyen las fobias, son uno de los principales motivos de consulta en las clínicas psicológicas. Estas patologías pueden causar un gran sufrimiento, pero son tratables.

Existen muchos métodos terapéuticos eficaces, como por ejemplo, el Mindfulness o la terapia de aceptación y compromiso. Sin embargo, el que más se emplea es la terapia cognitivo conductual. Dentro de las técnicas cognitivo conductuales podemos encontrar las técnicas de relajación y las técnicas de exposición.

En el tratamiento de fobias se aplica una técnica que ha demostrado ser muy eficaz. Es la desensibilización sistemática. Consiste en exponer al paciente al estímulo fóbico de manera gradual, pero antes debe de haber aprendido una serie de estrategias de afrontamiento, entre las que se incluyen las técnicas de relajación anteriormente mencionadas.

Gracias a esta técnica el pronóstico de los trastornos fóbicos es positivo y es útil para las diferentes fobias.

Fobias y nuevas tecnologías

Hoy en día, con el avance de las nuevas tecnologías, no es necesario exponer al paciente a un estímulo fóbico real, sino que es posible utilizar la realidad virtual. Los psicólogos hacen uso de estas tecnologías y los resultados son excelentes.

Además, en los últimos tiempos, los pacientes pueden llevar herramientas terapéuticas en su propio bolsillo gracias al uso de las aplicaciones de los smartphones. Estas apps contienen , por ejemplo, realidad virtual, realidad aumentada, información útil sobre fobias y hojas de registros.