Cuando el estrés laboral eclipsa al resto de facetas de la vida
Para algunas personas, el trabajo es casi indistinguible de una afición o pasión con capacidad creativa. Para otras, es tan solo un medio a través del cual obtener lo que se necesita para vivir.
Pero hay una tercera posibilidad que combina elementos de ambas maneras de experimentar el trabajo y que da lugar a muchos problemas.
Se trata de la obsesión por el trabajo ligada al estrés laboral, en la que se busca desesperadamente llegar a los objetivos profesionales, y por otro lado estos “invaden” la mete de la persona durante todo el día, también en su vida privada.
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La ansiedad y el estrés laboral como problemas psicológicos
Lo primero a destacar es que ni la ansiedad en general ni el estrés generado por los contextos laborales en particular son en sí un problema que debamos evitar. Ambas son respuestas emocionales naturales ante situaciones que nos plantean retos y que exigen de nosotros que nos adaptemos a una serie de limitaciones para lograr unas metas.
Y esto es lo que ocurre con los entornos en los que dedicamos horas de la semana al trabajo remunerado: tenemos objetivos de eficiencia y rentabilidad que aspiramos a alcanzar para satisfacer necesidades. Prácticamente nadie puede “ganarse la vida” manteniéndose constantemente en su zona de confort, siempre hay que aplicar esfuerzo y dedicación a una serie de tareas que nos permiten mantener o mejorar un determinado ritmo de vida, todo ello lidiando con la incertidumbre de qué nos deparará el futuro laboralmente hablando.
Y es que gracias a nuestra capacidad y predisposición a experimentar estrés en situaciones complicadas somos mejores reaccionando rápidamente a los momentos en los que debemos pasar a la acción para generar valor; forma parte del conjunto de elementos psicológicos que nos permite estar motivados por progresar en nuestras carreras laborales o mejorar nuestra situación económica, entre otras cosas. Sin el estrés, no se entendería ese interés por no quedarnos “rezagados” ante los cambios por los que pasa el mercado laboral y los ecosistemas de empresas.
Sin embargo, hay situaciones en las que el estrés deja de ser una ayuda y pasa a ser un problema, un obstáculo que no solo nos lleva a pasarlo mal, sino que desgasta nuestra calidad de vida y, por supuesto, nuestro desempeño laboral a medio y largo plazo.
Además, esta clase de problema suelen aparecer en forma de paradoja; nos sentimos muy estresados porque hay algo que creemos que nos supera, y eso nos lleva a obsesionarnos con ello de un modo disfuncional, que nos hace estar menos preparados para hacerle frente.
Además, las personas con un alto estrés laboral no consiguen desconectar mentalmente de su faceta profesional cuando termina su jornada de trabajo, lo cual les genera un alto desgaste psicológico.
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Elementos del estrés laboral que hacen que el trabajo invada nuestras vidas
Estas son las principales fuentes de estrés laboral y que predisponen a las personas a obsesionarse con su trabajo.
1. La carga mental de trabajo
La carga mental de trabajo es el conjunto de exigencias psicofísicas asociadas a una tarea. Cuando nos pasamos demasiado tiempo concentrándonos a tareas complicadas, lo más posible es que no nos queden “fuerzas” para realizar ninguna otra tarea psicológicamente compleja: leer un libro, hablar con la familia, etc.
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2. Mala gestión del tiempo de ocio o descanso en el lugar de trabajo
Muchas personas con estrés laboral se sienten tan preocupadas que casi sin darse cuenta, se mentalizan con la idea de pasar buena parte de su tiempo libre en su lugar de trabajo, para no alejarse demasiado del lugar “en el que tienen que estar”.
En otras ocasiones, el estrés hace que la persona se distraiga demasiado en horas en las que debería estar trabajando (como estrategia de evitación de situaciones ansiógenas, como por ejemplo comer sin hambre), y esto hace que el tiempo libre se mezcle con la jornada laboral, por lo que se va acumulando el trabajo.
3. La rumiación psicológica
La rumiación psicológica es la aparición cíclica, automática e indeseada de pensamientos intrusivos en la mente de la persona. Es una de las consecuencias de la ansiedad y el estrés, y normalmente los pensamientos en los que se basa son desagradables o perturbadores, y tienen que ver con lo que le preocupa a la persona.
Debido a la predisposición a atraer a la consciencia imágenes estresantes o angustiantes, las personas con estrés laboral están reviviendo constantemente recuerdos desagradables asociados a su puesto de trabajo, pronósticos catastróficos sobre su futuro laboral, etc.
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4. Desajustes del horario del sueño
Como consecuencia de lo anterior, es habitual que el estrés laboral haga difícil conciliar el sueño a la hora adecuada.
Por un lado, aparece la desorganización en la realización de tareas, y por el otro, los pensamientos intrusivos hacen complicado relajarse estando en la cama.
5. El FOMO (Fear of Missing Out)
Por otro lado, el uso generalizado de smartphones y tablets con conexión a Internet hace que algunos trabajadores desarrollen temor a perderse información importante compartida por compañeros o superiores fuera del horario laboral, lo cual les lleva a chequear constantemente los chats de grupo, el correo electrónico, etc.
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¿Qué hacer?
La clave para evitar que tu faceta laboral eclipse totalmente el resto de aspectos de tu vida es combinar una serie de aprendizajes en lo relativo a la gestión de las emociones, por un lado, y adoptar nuevos patrones de comportamiento en lo relativo a cómo te relacionas con tu espacio de trabajo y con quienes están en él.
Además, en algunos aspectos conviene adoptar una visión más amplia y estratégica del problema y, dando un paso atrás, cuestionarnos en primer lugar si ese puesto de trabajo nos conviene.
Así pues, cualquier intento de reducir las causas del estrés laboral y la obsesión por el trabajo a variables puramente emocionales o materiales probablemente pecará de simplista y no generará resultados positivos a largo plazo. Hay que intervenir tanto en los procesos psicológicos internos como en las acciones exteriorizables y la gestión de los espacios de trabajo (e incluso en los espacios en los que tiene lugar nuestra vida privada).
Lograrlo no es fácil, porque hay que mantener un equilibrio entre ambos aspectos del problema, pero no es imposible, y con ayuda profesional, es mucho más fácil.
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