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¿Cómo reacciona nuestro cuerpo ante el estrés?


El estrés es una palabra que la mayoría de las personas conoce y utiliza o ha escuchado con frecuencia al hablar de aquellas situaciones que nos hacen sentir mal. Sin embargo, normalmente se relaciona este concepto con la experiencia subjetiva del hecho de sentirnos estresados, es decir, lo que nos hace sentirnos incómodos o incluso con malestar general; es menos común que se conozca el verdadero alcance del estrés en el cuerpo humano, más allá de la mente y de la consciencia de la persona, cuando esta reacción aparece.

Por eso, en este artículo hablaremos acerca de cómo reacciona el cuerpo humano ante el estrés. Pero antes de nada, veamos en qué consiste este fenómeno.

¿Qué es el estrés?

El estrés es un mecanismo psicológico y fisiológico que tiene lugar en el organismo cuando nos enfrentamos a situaciones que percibimos como peligrosas o arriesgadas, y nos pone en un estado en el que nuestro sistema nervioso se activa más de lo normal y nuestra musculatura se mantiene tensa y lista para realizar movimientos rápidos. Es decir, que se trata de una respuesta coordinada de varias partes del cuerpo ante una circunstancia que interpretamos como un reto ante el cual hay que estar alerta, una consecuencia de millones de años de selección natural, favoreciendo a aquellos capaces de reaccionar con rapidez ante los peligros y las oportunidades fugaces que se les presentan.

Efectos del estrés en el organismo

De lo que hemos visto hasta ahora se deduce que el estrés no es un problema de salud física ni mental. Es cierto que asociamos esta palabra al hecho de sentir malestar, pero bien mirado, es normal que así sea; cuando nos sentimos estresados, esa experiencia es parte de lo que nos motiva a atender cuanto antes aquello que vemos como un problema o un desafío para hacer que nuestro cuerpo se calme y vuelva a la normalidad cuanto antes. Así pues, en muchos casos, el estrés nos ayuda a detectar aquello que debe ser atendido con urgencia y a tenerlo en nuestra mente hasta que desaparece el motivo para preocuparnos por ello. Y a la vez, mantiene nuestro organismo listo para moverse rápidamente y para reducir los daños causados por potenciales peligros.

Así pues, el estrés no es un problema que atente contra nuestra calidad de vida, ni mucho menos. En todo caso es un mecanismo que nos permite ajustarnos a los problemas. De hecho, si una persona nunca llega a experimentar estrés, eso puede ser considerado una señal de que algo no va bien en su cerebro o en su sistema neuroendocrino en general.

Ahora bien, siempre hay excepciones; como veremos, hay algunas circunstancias en las que, si no gestionamos correctamente nuestras emociones y nuestros patrones de comportamiento, el estrés pasa a formar parte del problema y empieza a desgastarnos física y mentalmente.

¿De qué manera reacciona el cuerpo humano ante las situaciones estresantes?

Con lo que hemos visto hasta ahora ya sabemos que el estrés es una adaptación transitoria a situaciones que requieren de nosotros centrarnos en el aquí y ahora para buscar soluciones rápidas a problemas que percibimos como inmediatos. Evolutivamente, puede ser explicado como un reajuste del funcionamiento de nuestro sistema nervioso y de ciertos órganos del cuerpo para prepararnos para dos tipos de respuestas: lucha o huida. Ambas involucran rapidez de movimientos y de pensamientos, aunque canalizando nuestros esfuerzos hacia acciones distintas. Por lo tanto, los cambios que experimenta el cuerpo humano cuando experimentamos estrés van en consonancia con estos dos tipos de comportamiento, y son los siguientes.

1. Aumento de la sensibilidad a los estímulos

Cuando una persona está estresada, se vuelve más sensible a los estímulos, dado que de esa manera será capaz de reaccionar con mayor rapidez ante la menor señal de peligro inminente.

2. Aumento de la tensión muscular

Al mantener los músculos del cuerpo más tensos de lo normal “automáticamente” (es decir, sin necesidad de hacerlo de forma deliberada), somos capaces de sacar partido de nuestra fuerza, nos movemos más rápido, y al endurecer los músculos protegemos más las partes vulnerables del cuerpo en el caso de sufrir heridas.

3. Aumento de la tasa cardíaca y de la presión sanguínea

Como ante una situación estresada hay que mantenerse alerta y saber reaccionar rápidamente, el organismo da la orden de que el sistema circulatorio funcione con mayor intensidad, de modo que la sangre pueda transportar oxígeno y otros recursos a los músculos con mayor rapidez

4. Reducción del volumen de los capilares

A la vez que la sangre circula con mayor rapidez, los capilares reducen su tamaño para limitar la posible pérdida de sangre en caso de que se produzcan lesiones.

5. Sudoración

La sudoración es una de las consecuencias de que la temperatura del cuerpo aumente a causa de la aceleración de su actividad, dado que aparece la necesidad de disipar más rápidamente el calor generado.

6. Reciclaje de glucosa y de otros recursos

Por otro lado, el estrés hace que los recursos que en circunstancias normales irían destinados a todo tipo de células repartidas por el cuerpo queden redirigidas a las más involucradas en la respuesta de lucha y huida, principalmente las de las fibras musculares. Además, también se inicia un proceso de destrucción de células para captar sus proteínas y redirigirlas a los músculos, proceso que se nota sobre todo si el nivel de estrés alto se mantiene durante mucho tiempo y que contribuye a que ciertos trastornos den lugar a problemas de salud ligados al estrés.

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