Fibra muscular: qué es, partes y funciones
El aparato locomotor hace referencia al conjunto de órganos y estructuras que nos permiten desplazarnos en el espacio tridimensional y mantener la postura a pesar de la fuerza gravitatoria. Sin él, seguramente seríamos como una lombriz o un pequeño nemertino, pegados a la tierra y realizando movimientos en el plano horizontal de forma lenta y costosa, de cuerpo achatado y morfología básica. ¿Te imaginas cómo sería la vida del ser humano sin músculos y esqueleto?
El aparato locomotor engloba al sistema osteoarticular (huesos, articulaciones y ligamentos) y al sistema muscular (músculos y tendones). Esta verdadera obra de arte de la biomecánica nos permite interactuar con el medio y a su vez sostener a los distintos órganos del cuerpo sin que se colapsen. Algo tan sencillo como levantarnos de la cama sería imposible sin los huesos y músculos implicados.
Hoy bajamos en escala drásticamente. Ya hemos cubierto el sistema óseo, partes del esqueleto aisladas, la musculatura del humano, la facial y otros muchos frentes temáticos más asociados al aparato locomotor. En este caso, nos acercamos a un nivel tisular, mucho más básico, pero igual de importante que el sistema más complejo de los seres vivos: quédate con nosotros si quieres saberlo todo sobre la fibra muscular.
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¿Qué son los músculos?
Las fibras musculares, como su propio nombre indica, componen a los músculos. Así pues, para entenderlas debemos realizar un pequeño viaje por el sistema muscular en general y los tipos de musculatura que se pueden observar. No nos demoramos.
El sistema muscular hace referencia, de forma general, a todos los músculos que pueden ser contraídos voluntariamente por el organismo. Otros autores argumentan que también deberían incluirse en este grupo los músculos del corazón o los que promueven los movimientos peristálticos en los intestinos, pero estos suelen quedarse fuera, ya que su acción es independiente al deseo individual.
Si contamos únicamente a los músculos asociados a huesos que responden de forma voluntaria a los comandos cerebrales, diríamos que el sistema muscular está compuesto por unas 650 unidades musculares. Si también tenemos en cuenta a los músculos involuntarios, esta cifra aumentaría fácilmente por encima de los 800. Sea como fuere, en nuestro cuerpo existen 3 tipos de músculos:
- Músculos esqueléticos: son los que forman la musculatura propiamente dicha, pues están unidos a huesos y se contraen de forma consciente. Se llaman estriados, pues al microscopio se observan las fibras musculares que los componen.
- Músculos lisos: tienen aspecto liso y están controlados de forma automática por el sistema nervioso. Se encuentran en las paredes de los vasos sanguíneos y linfáticos, el tubo digestivo, las vías respiratorias, la vejiga, las vías biliares y el útero.
- Músculo cardíaco: corresponde a las fibras musculares que revisten el corazón. Es de tipo involuntario, y gracias a él se producen los latidos y el bombeo de sangre.
Aproximadamente el 40% del peso de un ser humano adulto corresponde a tejido muscular de tipo esquelético. Por otro lado, solamente un 10% (como mucho) es musculatura lisa. Hay muchos más músculos esqueléticos que lisos, pero todos son esenciales para mantener al individuo a lo largo del tiempo.
Después de estas líneas, nos hacemos una ligera idea de qué es el aparato muscular y qué tipos de músculos lo componen (o se quedan fuera). Ahora sí, estamos preparados para diseccionar en su totalidad la fibra muscular.
¿Qué es una fibra muscular?
La fibra muscular (o miocito esquelético) es una célula multinucleada o sincitio. Este último término hace referencia a un cuerpo celular que presenta varios núcleos, debido a la fusión de varias células. Como la mayoría de las células en los organismos pluricelulares eucariotas tienen un único núcleo y un citoplasma bien delimitado, el sincitio es una estructura especial digna de mención.
Continuando con la definición clásica, podemos decir que una fibra muscular es el tipo celular que compone al tejido de la musculatura esquelética o estriada, es decir, aquella que se fija a los huesos y provoca los movimientos conscientes en el ser humano. La principal característica de este cuerpo celular será, por tanto, la contractilidad: la capacidad de acortar su propia longitud desencadenando un trabajo al hacerlo.
A partir de aquí, la cosa se pone un poco compleja. Lo mejor es imaginar el corte transversal de un músculo como un gran cable en el que se han almacenado otros muchos cables pequeños. Nos explicamos en las siguientes líneas.
La organización de las fibras musculares
Si realizas el corte transversal de un músculo circular, lo primero que encontrarás en la parte más externa es el epimisio, una capa de tejido conjuntivo que está en contacto directo con el medio externo. Si te fijas más detenidamente, verás que dentro de la gran circunferencia que es el corte transversal, hay otras circunferencias más pequeñas agrupadas. Estos son los fascículos, que se encuentran rodeados por otra capa, conocida como perimisio.
Dentro del fascículo encontramos a las fibras musculares propiamente dichas, dispuestas en haz. Repasando lo que hemos aprendido hasta ahora:
Corte muscular (epimisio) > diversos fascículos (perimisio) > Fibras musculares
Haciendo una analogía, es como si dentro del revestimiento de un cable de gran diámetro (músculo) se introdujeran diversos cables más pequeños, pero también grandes (fascículos) y dentro de estos es donde estarían realmente los elementos conductores (fibras musculares). ¿Así ha quedado un poco más claro?
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La anatomía de la fibra muscular
La complejidad no terminaba ahí, pues te hemos descrito dónde se localiza la fibra muscular, pero no de qué está compuesta. Como célula que es, debe presentar orgánulos, citoplasma y núcleo, ¿verdad? Así es, pero en este caso, las miofibrillas ocupan gran parte del espacio celular, cambiando completamente la disposición típica de sus estructuras.
Comenzamos por lo básico: la fibra muscular presenta una membrana plasmática, como el resto de células de los seres vivos. Es una membrana semipermeable y lipídica, sin embargo, se extiende en forma de trabéculas dentro de la célula. A esta membrana se la conoce como sarcolema.
Como cualquier otra célula, la fibra muscular también necesita un citoplasma en el que se alberguen el resto de sustancias, y en este caso, se conoce como sarcoplasma. Este está compuesto por una fase de solución a base de agua, iones y moléculas pequeñas difusibles, que rodea a estructuras macromoleculares fijas, las miofibrillas.
Como todo cuerpo celular, las fibras musculares también necesitan energía. Por ello, entre las miofibrillas aparecen mitocondrias, estrechamente empaquetadas y en contacto entre ellas. Las mitocondrias se localizan prácticamente pegadas a las miofibrillas, pues necesitan aportar toda la energía necesaria para el proceso de contracción, que no es precísamente poca. El retículo sarcoplasmático también rodea a las miofibrillas, pues este almacena el calcio necesario para comenzar la reacción en cascada de la contracción muscular.
El sarcoplasma (recordemos que es el análogo al citoplasma) de una fibra muscular presenta una cantidad ingente de miofibrillas en su interior: hablamos de varios cientos o incluso miles de ellas. Cada miofibrilla, por sí sola, contiene unos 1.500 filamentos de miosina y 3.000 de actina. Estos biopolímeros son los encargados de que se produzca la contracción de la miofibrilla, y por lo tanto de la fibra muscular, hasta llegar al músculo entero.
Por último, es esencial destacar que este tipo celular forma parte de un tejido estable y con muy poca rotación de núcleos. Por ello, la tasa de recambio de las fibras musculares no supera el 1-2% a la semana, una cifra muy baja si se compara con las tasas de recambio de la capa más superficial de la epidermis, por ejemplo.
Existen fibras de contracción lenta y de contracción rápida, lo que determinará la funcionalidad y eficacia del tejido muscular según qué tarea se vaya a realizar. Exploraremos esta diversidad fisiológica en futuras ocasiones.
Resumen
¿Qué te ha parecido? Resulta muy curioso conocer que, a nivel microscópico, algunas de las células de nuestro cuerpo han pasado por procesos de cambios drásticos con el fin de adquirir una funcionalidad especializada. La fibra muscular es un claro ejemplo de ello: es el producto de varias células, presenta varios núcleos, se separa del medio mediante un sarcolema y dentro de su sarcoplasma alberga miles de miofibrillas, con el fin de que se pueda producir su contracción.
Gracias a estas especializaciones fisiológicas, muchas células son capaces de realizar tareas altamente especializadas inconcebibles sin ellas. Sin la fibra muscular, el movimiento y la permanencia del ser humano tal y como lo conocemos a día de hoy en el entorno tridimensional sería completamente imposible.
Referencias bibliográficas:
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