La escala F: el test de medición del fascismo
Todos y cado uno de nosotros somos seres únicos, que van a vivir vidas distintas y experimentar diferentes situaciones. También el modo en que vemos e interpretamos el mundo, y el cómo nos relacionamos con el medio, es distintivo de cada persona. Lo mismo ocurre con nuestras opiniones y actitudes hacia los diferentes ámbitos y situaciones de la vida.
Todo ello tiene un enorme interés para ciencias como la psicología, la cual a lo largo de su historia ha ido generando un gran número de instrumentos y métodos con el fin de medir y valorar la existencia de rasgos de personalidad y la tendencia a creer y valorar la realidad de determinadas maneras. Existen una gran cantidad de ellos, sirviendo algunos para valorar el grado de predisposición hacia un tipo de personalidad o un rasgo concreto. Un ejemplo de estos últimos es la escala F, de Theodor Adorno, la cual pretende medir la predisposición al fascismo y al autoritarismo.
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La escala F de fascismo
Se conoce como escala F un instrumento de evaluación de la personalidad humana creada con el objetivo de generar un método que permitiera valorar la existencia de lo que denominaba una personalidad autoritaria o, mejor dicho, de la tendencia o predisposición al fascismo (proviniendo la F de la escala de esta palabra).
Esta escala nació en 1947 de la mano de Adorno, Levinson, Frenkel-Brunswik y Sanford, tras finalizar la Segunda Guerra Mundial y tener que vivir largo tiempo en el exilio. La escala pretende valorar la presencia de una personalidad que permite predecir tendencias fascistas a partir de la medición de los prejuicios y las opiniones contrarias a la democracia, buscando valorar la existencia de una personalidad autoritaria.
Concretamente el test mide la existencia de adhesión rígida a los valores de la clase media, la tendencia al rechazo y a la agresión hacia aquellos contrarios a valores convencionales, la dureza y la preocupación por el poder y el dominio, la superstición, la contrariedad ante lo emotivo o subjetivo y adscripción a una racionalidad rígida, el cinismo, la predisposición a considerar la proyección de los impulsos como causa de situaciones de peligro, la repulsa hacia la sexualidad divergente, la idealización del propio grupo de pertenencia y la autoridad y la sumisión a normas generadas por esta.
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La personalidad autoritaria
La creación de la escala F parte en primer lugar de la consideración de la existencia de una personalidad autoritaria, teoría defendida entre otros por Adorno, la cual puede generar una tendencia hacia el fascismo.
Este autor consideraba que las actitudes e ideologías sociales formaban en cierta medida parte de la personalidad, algo que en el caso del fascismo podría explicar un tipo de personalidad tendiente al conservadurismo, la exaltación al endogrupo, la agresividad y la repulsa hacia valores no convencionales. Así pues, aunque algo cultural el surgimiento de actitudes como el fascismo o la democracia serían productos de un tipo de personalidad.
El autor, con una orientación de carácter psicoanalítico, consideraba que la personalidad autoritaria es producto de una represión inconsciente que se pretende resolver mediante intolerancia. El sujeto autoritario presenta una actitud extrema derivada de la proyección hacia el exterior de sus propios conflictos internos. Para este filósofo, se vincularía el autoritarismo al neuroticismo y a una infancia siendo dominado.
A lo largo de su infancia, el sujeto se ha visto sometido a un superego no ha permitido que el ego (pulsiones, deseos e impulsos) del propio niño se desarrolle con normalidad, siendo este inseguro y precisando de un superego que guíe su conducta. Ello hará que se generen actitudes de dominación y hostilidad a lo que el sujeto considere fuera de su grupo de pertenencia.
Las características de una persona autoritaria son resentimiento, convencionalismo, autoritarismo, rebelión y agresividad psicopática, tendencia a la compulsividad de hábitos intolerantes y maniáticos y manipulación de la realidad en pos de desarrollar una postura dictatorial.
Una escala científicamente discutible
A pesar de que la escala pretende ofrecer un instrumento de medición válido, lo cierto es que científicamente adolece de una serie de características que la han hecho objeto de una amplia variedad de críticas.
En primer lugar destaca el hecho de que teniendo en cuenta las bases a partir de la cual fue elaborada, se está patologizando un tipo concreto de algo que no se sustenta en algo psiquiátrico sino en un tipo de actitud política concreta o ideología. También destaca el hecho de que la opinión política de una persona puede ser altamente modificable, algo que no parece tener en cuenta.
Asimismo, otro motivo de crítica es el hecho de que los ítems del test no fueron testados previamente, y que existen ciertos prejuicios en su formulación que reducen su validez y objetividad. Los ítems tampoco son mutuamente excluyentes, algo que dificulta la interpretación del test y puede o inflar o devaluar sus resultados. Asimismo su elaboración fue subvencionada por el Comité Judío Norteamericano, algo que no deja de ser un elemento que implica la existencia de un conflicto de intereses.
Otra de las críticas es que el entrevistador puede utilizar los resultados de manera discriminatoria, siendo un instrumento con cierta carga de culpabilización y criminalización del evaluado dependiendo de sus resultados. Así, el evaluador no es totalmente parcial durante su pasación.
Una última crítica se realiza teniendo en cuenta que la escala únicamente valore el autoritarismo vinculado al conservadurismo político de derechas, no valorando la opción de que existan autoritarismos por parte de grupos izquierdistas.
Referencias bibliográficas:
Adorno, T. W.; Frenkel-Brunswik, E.; Levinson, D.J. & Sanford, N.R. (2006). La Personalidad Autoritaria (Prefacio, Introducción y Conclusiones). EMPIRIA. Revista de Metodología de las Ciencias Sociales, 12:. 155-200. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Madrid, España.