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Cuando no surge el sentimiento de maternidad que idealizamos


Ante el nacimiento de un bebé, muchas madres se sienten alegres, agradecidas, empoderadas por traer a sus hijos al mundo.

Sin embargo, para muchas mujeres, el puerperio puede suponer una experiencia difícil, llena de miedos, culpabilidad, sentimientos negativos que afectan a sus relaciones afectivas y sociales, a la lactancia e incluso al vínculo con su bebé. Es lo que denominamos la depresión post-parto (PPD).

En este artículo veremos qué es lo que pasa cuando con el nacimiento de un bebé no llega la anticipada e idealizada ilusión de ser mamá, sino sensaciones vinculadas al malestar.

Los momentos claves del nacimiento

El embarazo, parto y puerperio son momentos de especial vulnerabilidad para la mujer, donde la persona se muestra más sensible y pueden existir factores personales o contextuales que pueden estar afectando al vínculo que se genera entre la madre y el bebé. El inicio del vínculo con nuestro bebé puede verse alterado en diferentes momentos.

1. Durante el embarazo

El vínculo con el bebé comienza en el útero, y el feto percibe todas las emociones que su madre está sintiendo. Si la historia de vida de la mamá ha sido compleja, el proceso hormonal que se desarrolla en el embarazo da lugar a un periodo de transparencia psíquica (Bydlowski, 2007), donde la mujer siente la necesidad de revisar y reparar su historia, en especial, el vínculo con su madre, para poder comenzar a crear la conexión emocional con su bebé.

Si existen conflictos o rupturas de apego sin resolver en la historia de la mamá, es más probable que el vínculo afectivo pueda verse afectado de forma negativa. Por ello, el embarazo es un buen momento para poder trabajar y reparar nuestra historia de apego.

2. La maternidad y paternidad

Esta fase comienza a desarrollarse desde el momento que se se sueña con la llegada del hijo o hija, y hasta que llegue pueden pasar muchas cosas.

Una madre no surge de la soledad y del aislamiento; es el resultado de un contexto familiar, vincular, social, económico, tecnológico. La biología también imprime su protagonismo, y para llevar a cabo la maternidad se necesita de apoyos, de generar las condiciones para una gestación saludable. En este proceso no solo cuanta la madre y su familia, sino toda la sociedad.

3. El parto

El que se dé un parto natural o altamente medicalizado e intervenido, que existan complicaciones médicas o que la mujer no se haya sentido segura en esa situación, puede dar lugar a que la conexión emocional con nuestro bebé no sea la esperada.

4. El postparto

Separaciones físicas y emocionales entre la madre y el recién nacido, o intervenciones médicas en el bebé o la madre, entre otras cuestiones, pueden hacer también que el establecimiento de un vínculo emocional fuerte se vea aplazado.

5. El puerperio

La falta de apoyo y cuidados por parte de la pareja y el entorno, problemas o enfermedades en la recuperación de la madre, o el estrés, generan dificultades de conexión madre-bebé.

Cuando la ilusión por ser madre no llega

Si la gestación ha ido bien y el parto ha sido respetuoso con la madre y con el niño, la mujer va a sentirse empoderada; las hormonas y los cambios emocionales lo propician, le confieren una fuerza interna y externa junto a una conexión, no solo con el bebé, sino también con ella misma. El instinto biológico mamífero dirige la conducta maternal y predispone a la madre a realizar ciertas acciones relacionadas con un buen desarrollo de la maternidad.

Sin embargo, si no ha podido ser dueña de su parto, de su cuerpo, del proceso, suele irse instalando una sensación de desconcierto e impotencia, que le lleva a perder la seguridad en sí misma. Es como si le hubieran robado algo de lo que no es consciente en su manera de experimentar el hecho de ser madre.

Hay diferentes variables que pueden dar lugar a que las madres no sientan ese torrente de amor que “deberían” sentir, y que tras ello llegue la sensación de culpa y malestar con una misma.

La depresión post-parto

Es muy común vivir sentimientos de tristeza, irritabilidad, ganas de llorar tras el parto, debido a la fatiga y al cambio hormonal. A este periodo se le denomina “Baby Blues” y lo padecen el 80% de las mujeres. Con el cuidado de las personas que rodean a la madre y al bebé , el descanso necesario y mucho apoyo emocional, estos síntomas desaparecen en pocos días.

Sin embargo, si esto no ocurre y el malestar continua manteniéndose, llegando a afectar a la vida diaria de la madre y el bebé, podemos estar hablando de una depresión post-parto. Para estos casos, desde Vitaliza recomendamos un acompañamiento profesional.

El TEPT asociado al embarazo o el nacimiento

También es importante acudir a un profesional si durante el proceso de parto o post-parto la madre tiene la vivencia de que en algún momento su vida o la de su bebé han corrido un serio peligro; esto puede generar un miedo intenso o desesperanza, llegando a desarrollar un Trastorno de estrés Postraumático (TEPT).

Este hecho puede darse entre un 2 y un 6 % de las mujeres que dan a luz, y un 30% suele generar algunos síntomas de este trastorno, persistiendo durante mucho tiempo, incluso años, si no es tratado de forma adecuada.

Entre los desencadenante principales de esta alteración se encuentra la percepción de negligencia o mala praxis durante o después del parto o de un alto intervencionismo obstétrico (uso de instrumental durante el parto, medicalización, cesáreas urgentes, etc.) donde la mujer siente una pérdida de control o un dolor excesivo durante un periodo prolongado de tiempo.

Síntomas

Los síntomas que acompañan a un parto traumático suelen ser:

  • Revivir contantemente el parto o las situaciones más estresantes del proceso.
  • Sentirse desconectada o distanciada de la realidad y de su bebé.
  • Irritabilidad e hiperexcitabilidad con su entorno y los profesionales de la salud.
  • Afectación del vínculo con su bebé.
  • Rechazo a la sexualidad y al deseo de volver a ser madre.

¿Qué hacer?

En casos de TEPT se recomienda animar a las mujeres a expresar sus sentimientos en grupos de autoayuda o con profesionales. La Terapia EMDR junto a estrategias de regulación y relajación como puede ser el Neurofeedback, resultan tratamientos efectivos para el TEPT tras un parto complicado.

Traer un bebé al mundo es uno de los acontecimientos vitales de mayor impacto emocional y físico en una mujer, por ello es muy importante acompañarles y cuidarles tanto a ella como al bebé. Esta ayuda debería combinar el factor humano que aportan los seres queridos, y la asistencia profesional por parte de expertos en psicoterapia.

Autoras: Anabel De la Cruz y Cristina Cortés, psicólogas de Vitaliza Psicología de la Salud.

Referencias bibliográficas:

  • Cortés, C. (2017) Mírame, siénteme. Estrategias para la reparación del apego en niños mediante EMDR. Desclée de Brouwer.
  • Bydlowski. (2007) La deuda de vida. Itinerario psicoanalítico de la maternidad. Biblioteca Nueva.
  • Olza, I. (2017) Parir. El poder del parto. S.A. Ediciones B.