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7 tips para saber si tengo un problema de ansiedad


La ansiedad no solo no es un problema o un signo de mala salud mental: forma parte de los mecanismos de supervivencia que nos ayudan a ajustarnos a los retos del día a día. Es por ello que todo el mundo llega a sentir, en algún momento u otro, malestar por ansiedad. Que resulte una experiencia molesta no implica que sea algo malo.

Sin embargo, si se dan determinadas circunstancias en las que las predisposiciones biológicas y las experiencias del día a día se mezclan, la ansiedad puede llegar a ser demasiado intensa o persistente. También puede aparecer a través de patrones disfuncionales, y dar lugar a psicopatologías.

Reconocer cuál es la línea divisoria entre el simple malestar por ansiedad y un problema psicológico asociado a la ansiedad es complejo, pero en este artículo te ayudaremos a reconocerla.

¿Cómo saber si tu ansiedad es normal o patológica?

Estas son varias preguntas que deberías hacerte para reconocer los problemas de ansiedad que pueden llegar a considerarse una señal de salud mental deteriorada. Por supuesto, el diagnóstico definitivo es realizado por los profesionales de este ámbito, pero fijarte en estos temas te ayudará a detectar a tiempo alteraciones en las que hay que intervenir desde la terapia. Por suerte, los trastornos de ansiedad pueden ser tratados y superados con ayuda por parte de psicólogos.

1. ¿Llevas semanas sintiendo angustia de manera habitual?

El factor tiempo es importante. Hay quien no llega a sentir niveles extremadamente altos de ansiedad. Pero si presenta niveles bastante altos o muy altos durante un periodo prolongado, esto también puede constituir un problema que merece ser tratado en terapia ya que podría tratarse, por ejemplo, de un Trastorno de Ansiedad Generalizada. Este se caracteriza porque la persona ni siquiera es capaz de identificar un motivo concreto por el que se siente así.

2. ¿Notas que frecuentemente te molesta tu tensión muscular?

La ansiedad no es únicamente un fenómeno psicológico, también se manifiesta a través de síntomas físicos. Uno de los más habituales es la tensión muscular. En casos extremos lleva a la aparición de temblores, pero que en formas más moderadas (aunque no por ello necesariamente benignas) hace que el hecho de estar tensos durante muchos minutos nos haga sentir dolor o molestias en algunas partes del cuerpo.

3. ¿Eres víctima de la rumiación psicológica a menudo?

La rumiación psicológica es la tendencia a que te vengan a la mente pensamientos o imágenes que te hacen sentir mal y que se resisten a ser “expulsadas” de tu consciencia, volviendo una y otra vez o incluso llevándote a sumergirte en ellas y a que les des vueltas activamente, reflexionando sobre todas sus implicaciones. En las personas con problemas de ansiedad es muy frecuente que se dé este fenómeno.

4. ¿Tienes problemas para dormir?

El insomnio en cualquiera de sus formas es una de las consecuencias más habituales de un nivel de ansiedad demasiado alto. Esto se relaciona mucho con la rumiación psicológica: cuando estamos en la cama intentando conciliar el sueño, es habitual que la ansiedad “atraiga” hacia nosotros los pensamientos y las ideas estresantes. E incluso si logramos empezar a dormir, es más probable que nos despertemos varias veces en contra de nuestra voluntad y que al día siguiente sintamos que no hemos descansado lo suficiente.

5. ¿Se ve afectada tu agilidad mental?

Los niveles excesivos de ansiedad, ya sean en crisis puntuales o de manera continuada (por ejemplo, a través de los síntomas del Trastorno de Ansiedad Generalizada) da lugar a un desgaste cognitivo. Es decir, problemas en los procesos mentales vinculados al razonamiento, la toma de decisiones, la memoria y el manejo de la atención, todo lo relacionado con la capacidad intelectual.

Estos efectos negativos de los problemas de ansiedad afectan sobre todo a la memoria de trabajo, que es la responsable de permitirnos tener varios elementos a la vez en nuestra mente y manipularlos para crear información nueva. Por ejemplo, las cifras a la hora de sumar sin ayuda de papel, y la gestión del foco atencional (nos cuesta más concentrarnos y no ceder ante las distracciones).

Afortunadamente, una vez los niveles de ansiedad han vuelto a la normalidad, estas capacidades cognitivas regresan también a sus niveles normales.

6. ¿Llevas un tiempo sufriendo problemas de digestión?

Los procesos digestivos son muy sensibles a la ansiedad, y se ven alterados por ella en cuestión de minutos. Teniendo en cuenta esto, es normal que de vez en cuando te duela el estómago o sientas acumulación de gases y problemas similares (podría ser debido a algo que has comido). Pero si te ocurre durante varios días seguidos o casi seguidos, la ansiedad tiene muchas papeletas de ser una de sus principales causas.

7. ¿Te muestras más irritable en tus relaciones con los demás?

Las personas con un nivel patológico de ansiedad sienten que el simple hecho de gestionar sus emociones y sus pensamientos les superan. Y por ello experimentan frustración cuando notan que los demás son una fuente extra de inconvenientes o problemas. Es por eso que suelen tener menos paciencia que de costumbre, reaccionando con mayor hostilidad en situaciones en las que no está justificado.

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Referencias bibliográficas:

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