Los 9 tipos de afecto (y sus características)
El afecto se define como la expresión subjetiva del estado de ánimo, las emociones. Entendemos, pues, que el afecto es variable y cambia según las emociones que presenta el individuo y como este las interprete.
Así pues, todo el mundo expresa afecto, aunque este se muestre de un modo más o menos adecuado, más o menos ajustado a la situación que está aconteciendo. En este artículo conoceremos los distintos tipos de afecto que existen y cómo se expresan a través de patrones de comportamiento.
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¿Qué es el afecto?
El afecto se define como la expresión subjetiva del estado de ánimo, es decir, es el modo de exteriorizar las emociones. Por esta razón, el afecto puede ser positivo vinculado con una muestra de agrado hacia un objeto o persona, pero también negativo. Asimismo, existen alteraciones de afecto o afecto inadecuado.
De este modo, el afecto nos permite observar y conocer cuál es el estado emocional de una persona. Vemos pues como se trata de una condición cambiante, podemos expresar más de un estado emocional a lo largo del día.
Así pues, lo entenderemos también como la respuesta que dan los individuos ante las distintas situaciones que les acontecen, según cuál sea el afecto que les genere. Por tanto, cuando valoremos si la expresión es adecuada o patológica tendremos en cuenta las circunstancias y si la conducta que realiza el sujeto se adapta a ellas.
Cuando evaluemos o valoremos el afecto debemos fijarnos en: la forma como aparece (si hay o no un estímulo desencadenante, la intensidad, la duración y si se producen variaciones de la expresión); el grado de adecuación (nos fijamos si el estado del paciente es acorde al contexto o si el modo de expresión es adecuado al mensaje o contenido que comunica); y el grado de proporcionalidad (tenemos en cuenta la relación estímulo e intensidad de la reacción ante dicho estímulo).
También valoraremos la reactividad, o cómo es la respuesta afectiva realizada, y la irradiación afectiva, que consiste en la capacidad que tiene el sujeto para que su entorno entienda y se contagie de su estado afectivo.
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Los principales tipos de afecto
Cómo ya hemos visto, existe tanto afecto positivo como negativo, puesto que el sujeto no siempre sentirá o expresará emociones positivas. Aún así, el afecto negativo no tiene por qué ser patológico o suponer un problema; es un modo de expresión de nuestro estado, siendo a veces más funcional externalizarlo que inhibirlo, puesto que el resultado de no hacerlo explícito puede ser más perjudicial.
El problema puede suceder cuando este afecto negativo se mantiene en el tiempo y empieza a repercutir en el individuo o a su entorno generando malestar. Conozcamos pues qué tipos de afecto existen.
1. El afecto amplio
Entendemos como afecto amplio el que expresan los sujetos mentalmente sanos. Son capaces de externalizar y mostrar cómo se sienten de manera adecuada y saludable una amplia variedad de emociones, tanto positivas (como sería la alegría o la felicidad), como negativas (miedo, enfado...).
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2. El afecto neutro
El afecto neutro es el que observamos cuando recibimos una sorpresa. No se clasifica ni como positivo ni negativo, el sujeto se encuentra desconcertado ante la situación que no esperaba, pudiéndose expresar de distintos modos tanto positivos (y dando muestra de agradecimiento, como abrazar o besar), como simplemente a través del quedarse parado sin reaccionar ante el sobresalto.
3. El afecto restringido
El afecto restringido o constreñido se muestra en sujetos con una gama e intensidad de expresión, externalización afectiva limitada.
Son individuos que los percibimos como poco expresivos, es decir, es difícil saber cómo se sienten, cuál es su estado emocional contemplando sus reacciones. Esta limitada expresión la observamos ante situaciones positivas pero también ante acontecimientos negativos.
4. El afecto aplanado
El afecto aplanado se caracteriza por la ausencia o casi ausencia de cualquier tipo de expresión emocional. Observamos cómo los sujetos con este tipo de afecto no externalizan ningún estado, no reaccionan ante ningún acontecimiento, no muestran ningún tipo de gesto, mantienen la cara inmóvil, inexpresiva, con un tono de voz monótono.
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5. El afecto embotado
El afecto embotado se expresa como una reducción grave de la intensidad del afecto; dicho de otro modo, es similar al afecto restringido pero más severo. Vemos cómo los individuos que se encuentran en este estado sufren una anestesia emocional, se muestran inexpresivos ante sucesos que generan reacciones en la población general.
Un trastorno mental donde observamos este tipo de afecto es el trastorno por estrés postraumático, después del acontecimiento traumático el individuo se muestra indiferente, sin expresar emoción ante ningún estímulo.
6. El afecto inapropiado
Como bien nos indica el nombre, el afecto inapropiado se define como una discordancia entre el contenido, el mensaje que nos comunica y el modo de hacerlo. Otro modo de denominar este tipo de afecto es paratimia o inadecuación afectiva, donde observamos una falta de relación, adecuación, entre el afecto que muestra el individuo y la situación o contexto en el que se encuentra.
Por ejemplo, una persona con afecto inapropiado podría estar contándonos la reciente muerte de su perro, expresando lo mal que se siente pero con una sonrisa en la cara. Son sujetos que nos pueden crear desconfianza o incredulidad, puesto que su expresión corporal no acompaña ni es acorde a su discurso.
7. El afecto lábil
El afecto lábil o labilidad afectiva se caracteriza por un estado emocional constantemente cambiante vinculado o no a estímulos externos. El sujeto muestra variaciones súbitas y repentinas de afecto, parece como si el individuo se olvidara del estado emocional actual para pasar a sentir uno completamente distinto.
Relacionado con la labilidad, existe un fenómeno conocido como incontinencia emocional o afectiva, donde se observa una severa falta de control en el modo de expresión del afecto. Las emociones suceden de manera impulsiva, muy rápida y con gran intensidad y sin poderlas dominar o regular.
De este modo, los sujetos lábiles pueden mostrarse contentos cuando hablamos del fin de semana y enfadarse al instante cuando cambiamos de tema. Como ya hemos dicho no es necesario que el cambio se vincule a un estímulo exterior, esta facilidad de variación afectiva se observa en distintas situaciones y ante diferentes acontecimientos.
8. Rigidez afectiva
La rigidez afectiva se define como la imposibilidad de variar el estado emocional. El sujeto es capaz de expresar cómo se siente, pero no logra sentirlo realmente. Así pues, observaremos una imposibilidad de modulación de las emociones independiente de los cambios o acontecimientos externos. Conociendo la definición vemos que muestra cierta relación con el embotamiento y con el aplanamiento afectivo, variando la gravedad.
Por ejemplo, el sujeto con rigidez afectiva referirá querer alegrarse, pero su sensación y expresión será de enfado y no podrá variarlas pese a modificar el contexto.
9. Ambivalencia afectiva
La ambivalencia o ambitimia consiste en presentar o tener sentimientos positivos y negativos hacia el mismo estímulo, ya sea un objeto, una persona o un suceso. Como vemos, este estado no se muestra solo en población clínica, con patología, sino que también lo podemos identificar en población sin afectaciones.
Por ejemplo, puede que nos guste una película de terror, pero al mismo tiempo nos genere miedo o angustia. O podemos querer a una persona, pero también mostrar envidia hacia ella.
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Relación del afecto con las psicopatologías
Después de conocer mejor las distintas clases de afecto que existen, hay algunas que las podemos observar más frecuentemente en sujetos con un tipo de patología concreta.
El embotamiento y el aplanamiento afectivo lo podemos reconocer en pacientes esquizofrénicos, sobre todo cuando predomina la sintomatología negativa.
Por su parte, el afecto inapropiado se puede mostrar en sujetos con esquizofrenia defectual y en individuos con síndromes orgánicos-cerebrales, quienes con frecuencia pueden mostrar dificultad para expresar sus emociones.
La labilidad afectiva es habitual en pacientes con cuadros pseudobulbares, quienes muestran dificultades para inhibir la expresión emocional o en individuos con demencia o sujetos con una afectación degenerativa.
La rigidez afectiva ùede ser desarrollada en personas que se encuentran en estado de manía, es decir, en un estado de euforia de alegría patológica; o individuos depresivos, que contrariamente a los anteriores no podrán modificar su estado de apatía y bajo estado de ánimo, muestran una tristeza patológica o pacientes con patología orgánica-cerebral, expresando también un mismo estado anímico con dificultades para cambiar.
Por último, la ambivalencia se puede observar, como ya dijimos, en población sin patología, aunque también es habitual en sujetos con trastorno de personalidad como el trastorno límite de la personalidad.