Pedúnculos cerebrales: funciones, estructura y anatomía
El cerebro humano es un órgano tan complejo que para funcionar correctamente debe contar con la participación de un gran número de partes y estructuras en su anatomía. Varias de estas partes del encéfalo son grandes y fáciles de distinguir a simple vista, como por ejemplo los lóbulos frontales, pero otros son muy pequeños y están ubicados por debajo de esos pliegues de la superficie.
Este es el caso de los pedúnculos cerebrales, unas pequeñas regiones del cerebro que, a pesar de su tamaño, son muy importantes. A continuación podrás conocer mejor estas estructuras anatómicas.
¿Qué son los pedúnculos cerebrales?
El cerebro humano está compuesto, a grandes rasgos, por dos tipos principales de “material”: la materia gris y la materia blanca. La primera es la que contiene una mayor concentración de somas neuronales “es decir, de “cuerpos” de neuronas, la zona en la que se encuentra el núcleo de estas células), mientras que en las zonas con materia blanca predominan otras zonas anatómicas de la neurona: los axones, elementos estrechos y alargados que cuando se agrupan en forma de fajos forman fibras nerviosas.
Los pedúnculos cerebrales son dos pequeñas estructuras de forma cilíndrica y color blanco que están compuestas por materia blanca. Nacen a partir del tronco del encéfalo, concretamente por encima del puente de Varolio, y llegan hasta la corteza cerebral proyectándose verticalmente.
Entre los pedúnculos del cerebro se encuentra la fosa interpeduncular, un espacio que actúa como separación física entre estas dos estructuras como si fuese una especie de túnel. Además, la cara ventral y la dorsal de cada pedúnculo se encuentran separadas entre sí por una lámina de algo que no es materia blanca, sino algo conocido como sustancia negra.
No son lo mismo que los pedúnculos cerebelosos
Es fácil creer que los pedúnculos cerebrales son lo mismo que los pedúnculos cerebelosos, pero no es así. Estas segundas estructuras tienen una función similar, ya que también funcionan como vías nerviosas importantes que recogen información proveniente de varias regiones. Sin embargo, tanto su ubicación como el tipo de información que integran estos conductos de señales neuronales son distintos.
Funciones de los pedúnculos cerebrales
Los pedúnculos cerebrales son fundamentalmente “autopiestas” de impulsos nerviosos que viajan por el encéfalo. Como están hechos de sustancia blanca, esta información los atraviesa con rapidez, ya que la mielina que cubre los axones (y que da esa tonalidad blanca a estas estructuras) hace que estas señales eléctricas vayan a gran velocidad.
La principal función de los pedúnculos cerebrales, pues, es la de comunicar dos zonas del encéfalo: el mesencéfalo (situado en la parte superior del tronco del encéfalo) y la corteza cerebral. De hecho, estos conductos de fibras nerviosas llegan hasta la división que se crea entre los dos hemisferios cerebrales.
De hecho, los pedúnculos contienen varias vías. Una de ellas es la corticoespinal, que tal y como su nombre indica comunica la corteza con la médula espinal, y la otra es el tracto corticopontino, que une la corteza con el puente de Varolio.
Como el tronco del encéfalo se encarga de ejecutar acciones automáticas y estereotípicas útiles o necesaria para nuestra supervivencia, el rol de los pedúnculos cerebrales también tiene que ver con esta tarea.
Así, las principales funciones de estos fajos de fibras nerviosas son la regulación de los impulsos motores y la transmisión de actos reflejos, dos mecanismos muy útiles para mantenernos vivos, ya que nos permiten reaccionar de forma rápida ante eventos significativos (especialmente si son peligrosos o dañinos).
Específicamente, los pedúnculos tienen un importante papel en los movimientos reflejos de los ojos, necesarios para que funcionen bien, y en la coordinación de estos actos con otros movimientos de la cabeza y el cuello.
Concretamente, estas estructuras intervienen en el control reflejo de los movimientos reflejos. Normalmente esto se da cuando las órdenes de la corteza motora llegan a los pedúnculos cerebrales, y de estos van a varios núcleos de una estructura conocida como tálamo, situado en las profundidades del encéfalo, en una zona conocida como diencéfalo.
Partes de este par de estructuras
Los pedúnculos cerebrales reciben conexiones del cerebelo, la corteza cerebral y las zonas bajas del tronco del encéfalo y de la médula espinal.
Por otro lado, los pedúnculos cerebrales están compuestos por varias partes o tramos. Uno de ellos es el tegmento del mesencéfalo, al que sucede el crus cerebral, y la otra región se llama pretectum. El tectum se extiende más allá del tronco del encéfalo, llegando hasta la corteza del cerebro.
La complejidad de los distintos componentes de los pedúnculos tiene que ver con el hecho de que estos se encuentran en una zona del sistema nervioso central en la que se llevan a cabo todo tipo de funciones de control y coordinación de acciones especializadas y creadas por millones de años de evolución y selección natural. En poco espacio, el tronco del encéfalo presenta zonas minúsculas encargadas de realizar acciones tan vitales como la regulación de los latidos del corazón o el control de la temperatura corporal.