¿Cómo se usa el reforzamiento positivo en psicoterapia?
El reforzamiento positivo es una de los recursos más valiosos en el ámbito de la psicoterapia, y muchas de las estrategias utilizadas por los psicólogos la tienen en su núcleo, como una parte fundamental de su manera de ayudar a los pacientes.
Pero… ¿De qué manera se utiliza exactamente este tipo de fenómeno psicológico cuando una persona acude al psicólogo para superar un trastorno mental o para gestionar algo que le produce malestar? En este artículo veremos cómo se usa el reforzamiento positivo en la psicoterapia.
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¿Qué es el reforzamiento positivo?
El reforzamiento positivo es un tipo de experiencia que se da cuando un tipo de patrón de comportamiento es interiorizado y repetido una y otra vez porque el individuo lo asocia con una situación deseable que ocurre como consecuencia de esta.
Como tal, es un proceso muy tenido en cuenta en la psicología en el marco del condicionamiento operante, que es el conjunto de estrategias usadas para modificar la conducta e seres humanos o animales haciendo que tiendan a realizar ciertos comportamientos y tiendan a no realizar otros.
Por ejemplo, estamos ante un caso de reforzamiento positivo cuando, por el hecho de haber ayudado a su hermano, los padres de un niño alaban su comportamiento y comentan que están orgullosos de él; esta vivencia no solo es agradable, sino que además contribuirá a que ese niño dé más valor a su rol como “apoyo” para sus seres queridos y siga comportándose de ese modo.
Por supuesto, una sola experiencia de reforzamiento positivo rara vez es suficiente para “asegurar” un patrón de comportamiento, y es por eso que los psicólogos diseñan programas de modificación del comportamiento para ayudar a las personas a gestionar adecuadamente sus rutinas y sus maneras de gestionar las emociones y los pensamientos que viven diariamente.
Eso sí, cualquier programa de intervención psicológica basado en el reforzamiento positivo debe aspirar a que poco a poco el elemento reforzador que se le da al paciente para que vaya superando su problema (por ejemplo, premios simbólicos tras pasar un determinado número de días sin tomar drogas) debe aspirar a que en determinado momento estos “premios” reforzadores puedan ser retirados sin que la persona vuela a sufrir el problema por el que buscó ayuda profesional.
Así pues, el reforzamiento positivo da lugar a un tipo de aprendizaje, pero su utilización no se limita solo al mundo de la crianza y de la educación, sino que además es muy relevante en el contexto de la psicoterapia. Veamos cómo.
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¿Cómo utilizamos el reforzamiento positivo en terapia psicológica?
Ahora que ya hemos visto las características principales del reforzamiento positivo, vayamos a su faceta más práctica en el ámbito de la psicoterapia: ¿cómo es usado por los psicólogos a la hora de ayudar a sus pacientes?
1. Es el núcleo de la terapia para niños y niñas con trastornos de conducta
Empezamos este listado con un ejemplo claro del uso de reforzamiento positivo en terapia psicológica, que no es otro que la intervención en niños y adolescentes que han desarrollado trastornos de conducta. Este tipo de alteraciones psicológicas se caracterizan por la impulsividad, la tendencia a no respetar casi nunca las normas de convivencia, y la predisposición al consumo de drogas y a adoptar comportamientos violentos (física y verbalmente).
En la mayoría de las ocasiones, estos jóvenes solo han vivido hostilidad y castigos en sus interacciones sociales, algo que hace que se sientan aún más desconectados del resto de personas. Pero mediante el reforzamiento positivo, son capaces de sentir por primera vez que hay ciertos patrones de comportamiento capaces de aportarles bienestar no solo a corto plazo, sino también a medio y largo plazo. De este modo, poco a poco van reconciliándose con el mundo y aprenden maneras de mitigar la sintomatología de este trastorno vinculado a la conducta antisocial.
Ahora bien, como veremos, el reforzamiento positivo no solo es usado a modo de “recompensa” para “niños que se portan bien”, tal y como suele entenderse en el contexto de la crianza. En la mayoría de los casos, se utiliza de maneras más sutiles.
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2. Ayuda a poner en práctica técnicas aprendidas en las sesiones con el psicólogo
La psicoterapia no solo son las reuniones entre paciente y terapeuta; también tiene lugar en el tiempo que transcurre entre sesión y sesión. Pero si la persona no aplica a su día a día lo que aprende en la consulta, apenas experimentará progresos.
Por eso, el reforzamiento positivo es utilizado para hacer que la persona interiorice una dinámica de incentivos que esté en marcha cada día, haciendo que asocie los momentos clave de su cotidianidad al problema por el que ha acudido al psicólogo, y sepa qué hacer para afrontar adecuadamente esa clase de experiencias.
Por ejemplo, en el tratamiento de una fobia, este procedimiento ayuda a que la persona siempre sea consciente de las situaciones en las que debe usar una técnica de respiración controlada que le permita “resistir” la experiencia sin huir o evitarla, y que se vea motivada por ese objetivo, tanto porque en su memoria asocia eso con la obtención de un reforzador, como por el hecho de que en situaciones concretas ella misma puede autoadministrarse “el premio”.
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3. Permite hacer que el entorno del paciente le aporte ese reforzamiento
¿Qué pasa cuando el profesional no está cerca y no hay nadie preparado para darle el reforzador al paciente? Esto puede parecer un problema, pero en realidad no lo es, porque la razón de ser de esta clase de intervención psicológica es que “la recompensa” se vaya volviendo cada vez más abstracta hasta que llega un punto en el que la persona la detecta en las propias consecuencias de su comportamiento adecuado.
Pero para lograrlo, muchas veces los psicólogos intentan hacer que los familiares de la persona con la que trabajan colaboren en el proceso, o le dan al paciente una serie de pautas para que sus seres queridos pasen a participar en ese proceso de reforzamiento positivo que se va extendiendo y distribuyendo en el entorno social de la persona. Por ejemplo, se les pide que informen a los demás del objetivo que se han fijado yendo a terapia, que les vayan manteniendo al tanto de sus avances, etc. De esa manera, las reacciones positivas de estas personas y su interés en el proceso generará una serie de expectativas que rodearán al paciente y harán que se sienta especialmente bien al ir mejorando.
4. Ayuda a hacer que los pacientes adopten unas rutinas de estilo de vida saludable
Por otro lado, no hay que olvidar que buena parte de la psicoterapia va enfocada a ayudar a la persona a romper el círculo vicioso de malestar autoinducido a partir de un estilo de vida inadecuado (causado en parte por una mala gestión de sus emociones ante el problema que le afecta). Por ello, se le prepara para adoptar hábitos saludables: comer mejor, dormir las horas suficientes, evitar formas de ocio dañinas, etc.
El reforzamiento aplicado en el marco de la psicoterapia es parte de ese sistema de incentivos que “encarrila” al paciente en esa ruta de los buenos hábitos. Y una vez lleva unas pocas semanas viviendo de esa manera, seguramente disponga de más energía y mayor capacidad de concentración para seguir logrando objetivos planteados en la psicoterapia.
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