Pimozida: mecanismo de acción, usos y efectos secundarios
Los fármacos antipsicóticos se han mostrado eficaces en reducir los síntomas más característicos de la esquizofrenia, principalmente las alucinaciones y los delirios; no obstante, este tipo de medicamento provoca con frecuencia reacciones adversas extremadamente intensas y difíciles de tolerar que pueden llegar a causar la muerte.
En este artículo analizaremos el mecanismo de acción, los usos y los efectos secundarios de la pimozida, uno de los antipsicóticos más potentes que existen y que se utiliza también para tratar los trastornos de tics crónicos y resistentes al tratamiento, en especial del síndrome de Tourette.
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¿Qué es la pimozida?
La pimozida es un psicofármaco de la clase de los antipsicóticos. Pertenece al grupo farmacológico de las difenilbutilpiperidinas, de la que también forman parte la clopimozida, el fluspirileno y el penfluridol; todos ellos fueron desarrollados por la empresa belga Janssen Pharmaceutica. La pimozida en particular fue creada en el año 1963.
Se trata de un medicamento con una potencia muy intensa, incluso más que la de otros antipsicóticos clásicos que son célebres por su agresividad, como el haloperidol. Esto hace que el riesgo de sufrir reacciones adversas típicas de los antipsicóticos, como el síndrome neuroléptico maligno y la discinesia tardía, resulte especialmente elevado al consumir pimozida.
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¿Cuál es su mecanismo de acción?
La pimozida ejerce efectos antagonistas sobre los receptores dopaminérgicos D2, D3 y D4, reduciendo la actividad de este neurotransmisor en el sistema nervioso central. Esta acción se asocia con la disminución de los síntomas positivos de la esquizofrenia, los más característicos de los cuales son las alucinaciones y los delirios.
La dopamina es el neurotransmisor principal del sistema de recompensa cerebral, de modo que el aprendizaje y la conducta motivados por la obtención de refuerzo dependen de este compuesto químico. Los síntomas de la esquizofrenia, tanto los positivos como los negativos, se han asociado a disfunciones en la transmisión de dopamina.
Los efectos sobre la dopamina también son la causa de las reacciones adversas del consumo de pimozida y otros antipsicóticos. Entre estas encontramos el síndrome extrapiramidal, que se caracteriza por la aparición de signos como la rigidez y las contracciones musculares, los movimientos involuntarios y la inquietud física y psicológica.
¿Para qué se utiliza la pimozida?
La pimozida se utiliza principalmente para el tratamiento de dos clases de trastornos psicológicos de origen orgánico: las psicosis y los tics. En particular este fármaco se administra en casos resistentes y/o crónicos de esquizofrenia, síndrome de Tourette y otras alteraciones que se engloban en una de dos estas categorías.
Los estudios que han analizado la eficacia de la pimozida en comparación con otros antipsicóticos utilizados de forma más frecuente, como la clorpromazina, revelan que resultan aproximadamente igual de efectivos para tratar los síntomas positivos de la esquizofrenia y otros trastornos del espectro de la psicosis.
En la literatura científica se hace referencia también al uso de la pimozida para las alteraciones relacionadas con la paranoia y con los delirios; así, en ocasiones se aplica este fármaco en el tratamiento del trastorno delirante, en el de la personalidad paranoide y en el del delirio de parasitosis o síndrome de Ekbom, propio del síndrome de abstinencia de alcohol.
Efectos secundarios y reacciones adversas
Los efectos secundarios más habituales del consumo de pimozida incluyen los mareos, la somnolencia, la sudoración excesiva (hiperhidrosis), la sequedad bucal, el estreñimiento, los despertares repetidos durante la noche por necesidad de orinar (nicturia), la disminución de los movimientos musculares (hipocinesia o acinesia) y las alteraciones del habla.
Otras de las reacciones frecuentes y generalmente leves que pueden aparecer son el nerviosismo, las sensaciones de debilidad, las alteraciones posturales, la diarrea, la salivación excesiva, el incremento de la sed y del hambre, la sensibilidad a la luz, los movimientos anormales, la inexpresividad facial y la disminución del rendimiento sexual.
Por otra parte, entre los efectos secundarios graves y característicos de los antipsicóticos encontramos el síndrome neuroléptico maligno (que provoca la muerte en un 10% de los casos), la discinesia tardía (movimientos repetitivos e involuntarios, frecuentemente de la boca) y la acatisia (una sensación de malestar e inquietud intensas y constantes).
También hay signos que indican que la medicación está actuando de forma negativa, por lo que cuando aparecen es necesario consultar al médico. Los más importantes son la confusión, la fiebre, la rigidez muscular, la aparición de contracturas en el cuello, las dificultades para tragar y los movimientos incontrolables de la cara.
Una reacción adversa particularmente problemática es la aparición de alteraciones en el ritmo cardiaco. Se sabe que, si la dosis de pimozida es muy elevada, este fármaco puede llegar a provocar la muerte súbita a causa de que favorece que los latidos del corazón se vuelvan irregulares. Por tanto cuando se prescribe pimozida suelen programarse electrocardiogramas.
También se ha descubierto que la pimozida puede provocar el surgimiento de tumores en ratones. Sin embargo, los datos disponibles no permiten extrapolar esta grave reacción adversa a los seres humanos de forma científicamente fiable.