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Conoce el “alfabeto emocional” que conviene memorizar


"No hay duda de que el ser humano vive cada vez más. ¿Cómo hacer para que esta longevidad no sea una acumulación de dolencias y enfermedades, sino una etapa vital plena de experiencias y desarrollo personal?". 

Para el Dr. Juan Hitzig, la gestión emocional es clave. Por eso desarrolló el “alfabeto emocional” que nos ayuda a ser conscientes de nuestras propias emociones y a entender qué ocurre en nuestro cerebro cuando hacemos “mala sangre”. Por ejemplo, algunas emociones comienzan por “s”, como serenidad, que nos ayuda a liberar serotonina, un neurotransmisor que favorece la tranquilidad, mejora el estado de ánimo, mejora la calidad de vida, aleja la enfermedad y retarda la velocidad del envejecimiento celular.

Para entender las ideas del Dr. Hitzig, puedes ver el vídeo que se muestra a continuación.

Entendiendo el alfabeto emocional

Esta semana, el equipo del Instituto de Asistencia Psicológica y Psiquiátrica Mensalus nos ayuda a entender la importancia de la gestión de las emociones y lo que significa el alfabeto emocional.

¿Cómo nos puede ayudar el “alfabeto emocional”?

El trabajo del Dr. Hitzig es un modo inteligente de resumir información beneficiosa para el equilibrio físico y emocional del individuo. La rapidez y claridad que ofrece la explicación ayuda al espectador a recordar el valor/coste de su gestión de pensamientos y emociones. 

En realidad, todos conocemos las conductas y actitudes que describe el vídeo, sabemos cuáles nos convienen y cuáles no. Aún así, no siempre resulta fácil alejarse de las “R” para empaparnos de las “S”. Para aumentar la conciencia sobre nuestro modo de enfocar la vida, podemos preguntarnos cuestiones que funcionen a modo de “medidor”. Veamos algunos ejemplos:

  • Hoy, ¿Cuánto tiempo he invertido en las “S”?
  • Y, ¿en las “R”?
  • ¿Existe alguna “S” o derivadas que eche en falta? ¿Desde cuándo?
  • ¿Qué pensamientos son los que me atrapan en las “R”? ¿Lo asocio a alguna situación/es concreta/s?
  • Cuando esto sucede, ¿cómo me siento?

El vídeo resalta una frase del poeta hindú Rabindranath Tagore: "Si tiene remedio, ¿de qué te quejas?...Y si no tiene remedio, ¿de qué te quejas?". ¿Cómo podemos aplicarlo?

De entrada, la reflexión nos recuerda que, si dejamos las quejas y los pensamientos negativos de lado, resultará más sencillo dirigir la atención hacia aquellos aspectos positivos que no estemos considerando; de cualquier situación, siempre podemos sacar un provecho.

La queja tiene una función finita: expresar el malestar. Una vez expresado, ¿en qué deriva la queja? El problema aparece cuando la retroalimentamos y nos alejamos de su primer objetivo. Quedarse atrapado en la queja se traduce, tal y como hemos visto, en un pozo de estrés. Esto conlleva un aumento de los niveles de cortisol y una disminución de los niveles de serotonina (dejamos de invertir energía vital en aquello que nos produce bienestar). Es lo que el vídeo presenta como la “receta” de hacerse “mala sangre”.

Así pues, las “S” son las que aumentan la serotonina a través de actitudes que promueven el pensamiento positivo. ¿Cómo podemos potenciar la conexión con dichas conductas?

Exacto. El video presenta las conductas “S” (serenidad, silencio, sabiduría, sabor, sexo, sueño, sonrisa, sociabilidad y seducción) como el motor del amor, el ánimo y el acercamiento entre otros. Si revisamos nuestro “alfabeto emocional” propio, seguro que encontramos multitud de conductas que asociamos a las tipo “S”, conductas que generan pensamientos positivos.

Aún así, muchas veces tendemos a pensar “qué ha ido mal” puesto que “lo que ha ido bien” se da por hecho. Pues bien, el famoso “se da por hecho” es el que priva de reconocimiento propio y ajeno. Sin reconocimiento es difícil que se generen pensamientos relacionados con aquello que funciona, aquello que a diario hacemos y que los demás hacen bien. En definitiva, es complicado que aumentemos los niveles de este neurotransmisor que, para muchos científicos, es una de las hormonas básicas del bienestar.

Concretamente, la serotonina como neurotransmisor en el sistema nervioso central representa un papel importante en la inhibición de distintos estados relacionados con la depresión. Justamente, los antidepresivos se encargan de modificar los niveles de serotonina en el individuo.

¿Cuáles son las otras “hormonas del bienestar”?

La dopamina y las endorfinas juegan un papel fundamental. La dopamina es la hormona del placer. El papel de la dopamina en la experiencia del placer se ha asociado al deseo anticipatorio y la motivación (lo que comúnmente denominados “querer”). Las endorfinas son las hormonas que promueven la calma, reducen el dolor y mejoran el humor entre otros. Así mismo, contrarrestan los niveles elevados de adrenalina asociados a la ansiedad y retrasan el envejecimiento.

Hoy abríamos este artículo con una frase del Dr. Hitzig asociada al envejecimiento...

Sí. El Doctor lanza una gran pregunta:

“No hay duda de que el ser humano vive cada vez más. ¿Cómo hacer para que esta longevidad no sea una acumulación de dolencias y enfermedades, sino una etapa vital, plena de experiencias y desarrollo personal?"

La reflexión nos anima a revisar nuestros niveles de hormonas “del bienestar” o el malestar (como es el ejemplo del cortisol) a través de aumentar la autoconciencia sobre nuestra conducta y actitud. Somos lo que pensamos. Por ello, cuanto más flexible sea nuestro pensamiento, más caras y modos de actuar reflejaremos, y más oportunidad tendremos de conectar con el pensamiento positivo.

La flexibilidad del pensamiento es la que nos convierte en personas resolutivas. Ello nos abre las puertas al mundo de un modo seguro; cuanto más resolutivos seamos, menos alertas y estrés generaremos.

Dicho esto, terminamos el artículo con el interrogante del principio: “R” o “S”… Y tú, ¿de quién eres?