Relato sobre la Batalla de Puebla

Relato sobre la Batalla de Puebla

5 de mayo de 1862: el día en que México derrotó al ejército francés

Hace más de siglo y medio, en las cercanías de la ciudad mexicana de Puebla, tuvo lugar un enfrentamiento entre las tropas locales y el ejército invasor del Segundo Imperio Francés, en una batalla que a muchos recordó las gloriosas gestas militares de la antigüedad grecorromana. Nos referimos a la Batalla de Puebla, un breve alto en la toma de México por parte de los europeos, en lo que se conoce hoy como la Segunda Intervención Francesa en México.

Las fuerzas enfrentadas no podían ser más dispares. En una esquina, conducidos por Ignacio Zaragoza, militar de apenas 33 años, estaban los 4.500 hombres del ejército mexicano; en la otra, al mando del conde de Lorencez y pariente de la emperatriz Carlota, Charles Ferdinand Latrille, estaban los 6.500 del disciplinado y mejor equipado ejército imperial francés.

Los primeros, pertrechados en el sur y este de las afueras de la ciudad, en los fuertes de Loreto y Guadalupe; y los segundos avanzando sobre ellos desde la cercana Hacienda la Rementería. Es en parte la disparidad de los ejércitos lo que hizo la victoria mexicana tan gloriosa e inesperada.

El avance de los franceses había sido fustigado por guerrillas de caballería mexicana a lo largo del camino. Alrededor de las 9 de la mañana, se los divisaba ya en el horizonte, pero la batalla tuvo su inicio formal un par de horas después, bajo el repique de las campanas de la ciudad y un primer cañonazo desde fuerte Guadalupe.

Las primeras horas de batalla

Desoyendo las recomendaciones de sus aliados (los conservadores mexicanos que anhelaban el regreso de una monarquía) y confiando en la superioridad numérica de su bando, el comandante francés dirigió sus tropas, divididas en dos columnas, directamente hacia los fuertes. En el espacio entre ellos se toparon de frente con el 6to Batallón de la Guardia Nacional del Estado de Puebla, al mando del coronel Juan Nepomuceno Méndez, y allí se produjo el primer intercambio de disparos.

Mientras los mexicanos reorganizaban su estrategia, formando un ángulo entre el fuerte Guadalupe y la Plaza San Román, los franceses instalaron sus baterías frente al fuerte, devolviendo el fuego enemigo recibido. Entonces, las tropas oaxaqueñas comandadas por Porfirio Díaz se movilizaron para cerrar el flanco derecho del campo de batalla, dejando a los franceses de pronto en un callejón sin salida.

Los zuavos franceses, su infantería de élite, intentaron entonces tomar el fuerte Guadalupe, sin éxito. Fueron recibidos a punta de bayoneta por los fusileros mexicanos y tuvieron que retirarse después de un par de intentos. Mientras tanto, algo similar ocurría entre Guadalupe y Loreto, donde la columna francesa era resistida por el frente criollo y diezmada por un contraataque de caballería, que entró disparando sus carabinas y esgrimiendo sus mandobles.

Tres horas de batalla habían transcurrido, pero ya la derrota francesa comenzaba a vislumbrarse en el horizonte. Presa de una creciente desesperación por dar un golpe decisivo al enemigo, Lorencez se animó a un nuevo asalto hacia el fuerte Guadalupe, a cargo de los mismos zuavos y de los Cazadores de Vincennes; y al mismo tiempo envió una segunda columna de sus fuerzas a atacar por la derecha a las líneas mexicanas.

Este segundo frente fue recibido por los Zapadores de San Luis Potosí, al mando del general Lamadrid, y entre ambos bandos se emprendió al instante una feroz lucha cuerpo a cuerpo. Franceses y mexicanos tomaron por turnos sucesivos una casa en la falda del cerro, hasta que la victoria favoreció a los defensores: un cabo mexicano se mezcló entre las tropas enemigas y logró capturar el estandarte de los zuavos, asestando un golpe anímico tremendo a las tropas invasoras.

La lluvia que anuncia la victoria

Caída la tarde, la lluvia barrió el campo de batalla, haciendo más difícil aún el avance de los franceses. El último intento francés por conquistar piezas clave en el territorio correspondió, nuevamente, a los zuavos. Empeñados en conquistar un cañón de 68 libras instalado en Loreto, desde donde hacía estragos entre las tropas invasoras, hicieron una carga de infantería desesperada, que estuvo a punto de tener éxito. Pero a último minuto, el artillero mexicano logró sostener su posición.

Del otro lado, las tropas de Porfirio Díaz llegaron en auxilio de los rifleros de San Luis de Potosí, a punto de ser rodeados y acribillados por el segundo frente de los franceses, y detuvieron en seco el avance de los invasores, a través de una cruenta lucha cuerpo a cuerpo de los lanceros oaxaqueños. Repelidos nuevamente y totalmente desmoralizados, los franceses emprendieron entonces la retirada, dispersándose hacia la hacienda Los Álamos, desde donde se replegaron hacia Amozoc.

A las 6 de la tarde, la batalla había terminado. La victoria favoreció a los defensores mexicanos, cuyas bajas fueron de 83 muertos, 132 heridos y 12 desaparecidos, frente a los casi 200 muertos, 304 heridos y 127 capturados del bando francés. Fue una lección muy severa para los europeos, aunque no impidió a largo plazo ni la invasión de México, ni que se instalase el Segundo Imperio Mexicano. Pero la importancia de esta gesta heroica se celebra aún en nuestros días, cada 5 de mayo en el territorio mexicano.

Referencias:

¿Qué es un relato?

Un relato o narración es un conjunto de sucesos reales o ficcionales organizados y expresados a través del lenguaje, es decir, un cuento, una crónica, una novela, etc. Los relatos forman parte importante de la cultura, y contarlos y/o escucharlos (o, una vez inventada la escritura, leerlos) constituye una actividad ancestral, considerada entre las primeras y más esenciales de la civilización.

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