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10 Ejemplos de
Monólogo sobre el amor

Un monólogo sobre el amor es un discurso en el que un solo participante conversa consigo mismo para reflexionar acerca de este sentimiento de afecto del ser humano que necesita ser proyectado hacia otra persona o cosa.

El monólogo suele ser una herramienta de introspección que permite conectarse con la interioridad y la psicología del personaje que lo representa. Está dirigido hacia sí mismo, pero también tiene como destinatarios a los lectores o a la audiencia. Se diferencia del diálogo, en cuanto a que hay un solo personaje que afirma, duda, se cuestiona y se responde con el fin de reflexionar con autenticidad y desinhibición.

Se pueden encontrar monólogos en muchos géneros literarios, como ser poesía,​ cuento, ensayos, obras de teatro,​ novelas.

Existen tres tipos de monólogos:

  • Monólogo dramático o soliloquio. Es una obra de teatro completa o parte de esta en la que uno de los personajes, representado por un actor, habla consigo mismo en voz alta y exterioriza sus cavilaciones, emociones y sentimientos.
  • Monólogo cómico. Es un discurso enunciado por un comediante para reflexionar sobre temas de la vida diaria con humor. Tiene como fin hacer reír a la audiencia.
  • Monólogo interior o fluir de la conciencia. Es la narración, generalmente, en primera persona de los pensamientos de un personaje de una obra literaria. Es una técnica que intenta plasmar en el papel el flujo de pensamientos que surgen en el mundo real y el mundo interior de un personaje. Suele ser difícil de leer, debido a que la sintaxis de los pensamientos no suele estar dotada de lógica y coherencia. Por momentos, al lector se le dificulta descifrar lo que sucede.

Ejemplos de monólogo sobre el amor

  1. Extracto de Rayuela, de Julio Cortázar (1963). En esta novela, el protagonista reflexiona sobre el amor en tanto un sentimiento que atraviesa al ser humano y que no se elige con la razón.

Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. Pero estoy solo en mi pieza, caigo en artilugios de escriba, las perras negras se vengan cómo pueden, me mordisquean desde abajo de la mesa.

  1. Extracto de Otelo, de William Shakespeare (1604). En esta obra de teatro, Desdémona reflexiona sobre la dualidad del amor.

Veo a mi padre desdeñando y maldiciendo mi partida, veo a la madre que tuve y que ahora me parece mi única confidente cantarme una canción para los días difíciles; veo y siento mi vida breve, todas las cosas que dije e hice en este instante pierden su eternidad, se vuelven páginas de un diario silencioso, se vuelven un océano donde iré a parar y nadie podrá salvarme, tú no me salvarás, amor mío, esta vez no, no me salvarás pese a que rendí mi vida a tus pies y te hice caballero de mi virginidad. ¡¿Cuál fue realmente mi culpa?! Te amé, Mío y no fui desleal en ningún momento, es qué el amor es un daga de fuego que, por el día puede protegernos contra la tiranía del mal y, por la noche, herirnos mortalmente con su espada de hierro.

  1. Extracto de Romeo y Julieta, de William Shakespeare (1597). En esta obra de teatro, la protagonista reflexiona sobre que el amor como un sentimiento nocturno en tanto Romeo la visita cuando el sol (Febo) se esconde.

JULIETA.—Corred, corred a la casa de Febo, alados corceles del sol. El látigo de Faetón os lance al ocaso. Venga la dulce noche a tender sus espesas cortinas. Cierra ¡oh sol! tus penetrantes ojos, y deja que en el silencio venga a mí mi Romeo, e invisible se lance en mis brazos. El amor es ciego y ama la noche, y a su luz misteriosa cumplen sus citas los amantes. Ven, majestuosa noche, matrona de humilde y negra túnica, y enséñame a perder en el blando juego, donde las vírgenes empeñan su castidad. Cubre con tu manto la pura sangre que arde en mis mejillas. Ven, noche; ven, Romeo, tú que eres mi día en medio de esta noche, tú que ante sus tinieblas pareces un copo de nieve sobre las negras alas del cuervo. Ven, tenebrosa noche, amiga de los amantes, y vuélveme a mi Romeo. Y cuando muera, convierte tú cada trozo de su cuerpo en una estrella relumbrante, que sirva de adorno a tu manto, para que todos se enamoren de la noche, desenamorándose del sol. Ya he adquirido el castillo de mi amor, pero aún no le poseo. Ya estoy vendida, pero no entregada a mi señor. ¡Qué día tan largo! tan largo como víspera de domingo para el niño que ha de estrenar en él un traje nuevo. Pero aquí viene mi ama, y me traerá noticias de él.

  1. Extracto de El banquete, de Platón (385–370 a. C.). En este libro, Aristófanes toma la palabra y reflexiona sobre su propia concepción del amor.

—«Figúraseme, que hasta ahora los hombres han ignorado enteramente el poder del Amor; porque si lo conociesen, le levantarían templos y altares magníficos, y le ofrecerían suntuosos sacrificios, y nada de esto se hace, aunque sería muy conveniente; porque entre todos los dioses él es el que derrama más beneficios sobre los hombres, como que es su protector y su médico, y los cura de los males que impiden al género humano llegar á la cumbre de la felicidad. Voy á intentar daros á conocer el poder del Amor, y queda á vuestro cargo enseñar á los demás lo que aprendáis de mí.
(…) Desde luego, y ello es esencial, Amor no comete injusticias ni las tolera; sea con los dioses o con los hombres, ora de los dioses o de los hombres. Ni sufre violencias, pues aun lo que soporta no lo soporta por la fuerza, ya que la violencia jamás ataca a Amor, y cuando hace algo, sin verse forzado a ello es siempre, ya que todo entra en todas partes voluntariamente al servicio de Eros. Y cuando tanto de una parte como de otra hay acuerdo voluntario, “las leyes reinas de la ciudad”, declaran que se obra con justicia.
Además de justicia, tiene Amor templanza en grado sumo. La templanza consiste, en efecto, en opinión de todos, en dominar placeres y pasiones. Y no habiendo placeres superiores a los del amor, siéndole todos inferiores, vencidos son por él; y él, por tanto, vencedor. Luego siendo vencedor de voluptuosidades y pasiones, ¿cómo su templanza no sería superior a toda otra?

  1. Poema “El amenazado”, de Jorge Luis Borges (1972). En esta poesía, el sujeto poético presenta la angustia de quien se ve “amenazado” por la fuerza del amor.

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

  1. Extracto de Fragmentos de un discurso amoroso, de Roland Barthes (1977). En este ensayo, se reflexiona y reafirma al amor como un valor y nunca como algo negativo.

Afirmación: Contra viento y marea, el sujeto afirma el amor como un valor.
1. A despecho de las dificultades de mi historia, a pesar de las desazones, de las dudas, de las desesperaciones, a pesar de las ganas de salir de ella, no ceso de afirmar en mí mismo el amor como un valor. Todos los argumentos que los sistemas más diversos emplean para desmitificar, limitar, desdibujar, en suma despreciar el amor, yo los escucho, pero me obstino: “Lo sé perfectamente, pero a pesar de todo…”. Remito las devaluaciones del amor a una suerte de moral oscurantista, a un realismo-farsa, contra los cuales levanto lo real del valor: opongo a todo “lo que no va” en el amor, la afirmación de lo que en él vale. Esta testarudez es la protesta de amor: bajo el coro de las “buenas razones” para amar de otro modo, para amar mejor, para amar sin estar enamorado, etc., se hace oír una voz terca que dura un poco más de tiempo: la voz de lo intratable amoroso.
El mundo somete toda empresa a una alternativa: la del éxito o el fracaso, la de la victoria o la derrota. Protesto desde otra lógica: soy a la vez y contradictoriamente feliz e infeliz: “triunfar” o “fracasar” no tienen para mí más que sentidos contingentes, pasajeros (lo que no impide que mis penas y mis deseos sean violentos); lo que me anima, sorda y obstinadamente, no es táctico: acepto y afirmo, desde fuera de lo verdadero y de lo falso, desde fuera de lo exitoso y de lo fracasado; estoy exento de toda finalidad, vivo de acuerdo con el azar (lo prueba que las figuras de mi discurso me vienen como golpes de dados). Enfrentado a la aventura (lo que me ocurre), no salgo de ella ni vencedor ni vacilo: soy trágico. (Se me dice: ese tipo de amor no es viable. Pero ¿cómo evaluar la viabilidad? ¿Por qué lo que es viable es un Bien? ¿Por qué durar es mejor que arder?).

  1. Extracto de Werther, de Johann Wolfgang von Goethe (1774). En esta novela, el personaje reflexiona sobre el amor como algo que ocupa todo el día.

Amigo mío, permite que te haga una comparación. Sucede en esto lo que en el amor. Un joven se enamora de una mujer, pasa todas las horas del día a su lado, le prodiga sus caricias y sus bienes, y así le prueba sin cesar que ella es para él todo en el mundo. Llega entonces un vecino, un empleado, que le dice: «Caballerito, amar es de hombres; pero es preciso amar a lo hombre. Divide tu tiempo; dedica una parte de él al trabajo, y no consagres a tu querida más que los ratos de ocio; piensa en ti, y cuando tengas asegurado lo que necesites, no seré yo quien te prohiba hacer con lo que te sobre algún regalo a tu amada; pero no con mucha frecuencia; el día de su santo por ejemplo, o el aniversario de su nacimiento…» Si nuestro enamorado le escucha, llegará a ser un hombre útil, y hasta yo aconsejaré al príncipe que le dé algún empleo; pero ¡adiós el amor!…, ¡adiós el arte!, si él es artista. ¡Oh amigos míos! ¿Por qué el torrente del genio se desborda tan de tarde en tarde? ¿Por qué muy pocas veces hierven sus olas y hacen que vuestras almas se estremezcan de asombro? Queridos amigos: porque pueblan una y otra orilla algunos vecinos pacíficos, que tienen lindos pabelloncitos, cuadrados de tulipanes y arriates de hierbajos que serían destruidos, cosa que saben ellos muy bien, por lo cual conjuran con diques y zanjas de desagüe el peligro que los amenaza.»

  1. Poema de Cien sonetos de amor, de Pablo Neruda (1959). En este soneto, el sujeto poético reflexiona sobre el amor como un ente arbitrario, que no tiene lógica ni razón. El amante se siente irritado por encontrarse cautivo de este amor.

No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.

Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.

En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.

  1. Extracto de Cuando nos enamoramos, de Diego Gabino. En este stand up de El Club de la Comedia, se reflexiona sobre cómo se modifican los gustos y los hábitos cuando se siente amor por otra persona.

Buenas noches. Quiero hablarles del amor (…). Todo cambia cuando estás enamorado. Tu escala de valores varía radicalmente. Por ejemplo, antes, el domingo se lo dedicabas al fútbol. Ahora te vas a comer con ella y la sobremesa se prolonga. Tú la miras, ella te mira, la coges de la mano, las seis de la tarde. Pero, por mucho que la quieras, eres un hombre. Y hay un momento en el no puedes más y te levantas: ‘Voy al servicio. No te vayas ¿eh?’.
Y en cuanto no te vea , agarras al camarero y le dices «¿Eh, como va el Madrid tío?» Y con eso te quedas, porque cuando llegas al coche no puedes poner Carrusel Deportivo. No señor, estás enamorado. Hay que poner musiquita romántica. Una cinta que te has grabado especialmente para esa noche y que en un alarde de originalidad le has puesto el título de ‘Lentas’.
Por cierto, el coche es uno de los sitios donde más se nota lo tonto que te has vuelto con esto del amor, porque por primera vez, en lugar de desear que se ponga en verde, quieres que cambien a rojo para darle un beso: ‘Uy rojo, muá’.

  1. Extracto de La vida nueva, de Dante Alighieri (1292 y 1293). En esta obra, se alternan poemas líricos y capítulos en prosa que los explican. En este soneto, el sujeto ético habla del amor platónico.

Una vez divulgada, en cierto modo, esta canción, como la oyese cierto amigo mío, sintióse inclinado a rogarme que le dijera qué es Amor, pues quizá, por las palabras oídas, esperaba de mí más de lo que yo merecía., Y pensando yo que después de lo tratado era oportuno
decir algo de Amor, así como en la conveniencia de atender a mi amigo, decidí escribir unas palabras en que de Amor tratase. Entonces compuse este soneto, que empieza: «Escribió el sabio: son la misma cosa.»

Escribió el sabio: son la misma cosa
el puro amor y el noble entendimiento.
Como alma racional y entendimiento,
sin uno nunca el otro vivir osa.
Hace Naturaleza, si amorosa,
de Amor, señor, que tiene su aposento
en el noble sentir, donde contento
por breve o largo término reposa.
Como discreta dama, la Belleza
se muestra, y tanto place a la mirada,
que los nobles sentires son deseo:
por su virtud, si dura con viveza,
la fuerza del amor es desvelada.
Igual procede en damas galanteo.

Este soneto se divide en dos partes. En la primera hablo de Amor en cuanto es en potencia; en la segunda hablo de él en cuanto de potencia se reduce en acto. Esta segunda parte empieza en «Como discreta dama». La primera parte se divide en dos: en la primera manifiesto en qué sujeto se encuentra esta potencia; en la segunda explico cómo han nacido este sujeto y esta potencia y cómo uno se halla en relación con otro igual que la materia con la forma. La segunda empieza en «Hace naturaleza». Luego, al decir: «Como discreta dama», explico cómo dicha potencia se reduce a acto; primero cómo se reduce en
el hombre, y después -al decir; «Igual procede»- cómo se reduce en la mujer.

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