Ejemplos de
Apólogos

Apólogos

Un apólogo es un tipo de narración que se escribe o relata con el objetivo de transmitir una enseñanza moral. Estos relatos surgieron en oriente durante la Edad Media y tienen la misma finalidad que la leyenda pero, a diferencia de ésta, sus personajes son personas (y no animales como en las leyendas o en las fábulas). 

Características del apólogo

  • Suelen escribirse en prosa.
  • Son de carácter explicativo y tienen una extensión mediana o extensa.
  • No utilizan lenguaje técnico o formal.
  • Utilizan relatos que se asemejan a hechos reales.
  • No son historias fantásticas sino que sus hechos son creíbles y cotidianos.
  • Su objetivo es dejar una enseñanza moral y perfeccionar el autoconocimiento y la reflexión del lector u oyente.

Ejemplos de apólogos

  1. El anciano y el cuarto nuevo

Cuenta la historia que un anciano acababa de enviudar cuando llegó al asilo, su nuevo hogar. Mientras el recepcionista le informaba sobre las comodidades de su cuarto y la vista con la que contaría en dicha habitación, el anciano permaneció por unos segundos con la mirada perdida y luego exclamó: “Me gusta mucho mi nuevo cuarto”.

Ante el comentario del anciano, el recepcionista le dijo: «Señor, aguarde que en unos minutos le mostraré su cuarto. Ahí podrá evaluar si le agrada o no». Pero el anciano le respondió rápidamente: “Eso no tiene nada que ver. No importa cómo sea mi nuevo cuarto, yo ya he decretado que mi nuevo cuarto me gustará. La felicidad se elige por adelantado. Si me agrada o no mi cuarto no depende del mobiliario o la decoración, sino de cómo yo decido verlo. Yo ya he decidido que mi nuevo cuarto me agradará. Esa es una decisión que tomo cada mañana al levantarme”.

  1. El turista y el hombre sabio

En el siglo pasado un turista fue a visitar El Cairo, en Egipto, para conocer al anciano sabio que vivía allí.

Al ingresar a su casa, el turista se percató de que no había muebles, vivía en un pequeño cuarto muy simple donde solo había unos cuantos libros, una mesa, una cama y un banco pequeño.

El turista se asombró por la escasa posesión de sus bienes. «¿Dónde están sus muebles?», preguntó el turista. «¿Y dónde están los suyos?», respondió el sabio. «¿Mis muebles? Pero si yo solo estoy de paso», se asombró aún más el turista. «Yo también», le contestó el sabio, y agregó: «la vida terrenal es solo temporal, pero muchas personas viven como si fueran a quedarse eternamente aquí y se olvidan de ser felices».

  1. El sultán y el campesino

Cuenta la historia que un sultán salía de las fronteras de su palacio cuando y al cruzar por el campo se encontró con un anciano que plantaba una palmera. El Sultán le dijo: «Oh, Anciano ¡Qué ignorante eres! ¿No ves que la palmera tardará años en dar sus frutos y tu vida ya se encuentra en el ocaso?». El anciano lo miró con bondad y le dijo «¡Oh, Sultán! Plantamos y comimos. Plantemos para que coman». Frente a la sabiduría del anciano el Sultán, sorprendido le entregó unas monedas de oro en señal de agradecimiento. El anciano hizo una pequeña reverencia y luego le dijo: «¿Has visto? ¡Qué pronto ha dado sus frutos esta palmera!»

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