Diferencias entre Cuento y Novela

Tanto el cuento como la novela son dos géneros narrativos y su principal diferencia radica en la extensión, dado que el primero es un relato corto, mientras que la segunda puede abarcar cientos de páginas.

Como todo texto narrativo, tanto el cuento como la novela se suelen estructurar en tres partes:

Introducción. Se trata del comienzo de la historia, en el que se presentan los personajes y también donde se da comienzo a la acción. Se muestra, además, la “normalidad” de la historia, la cual se verá alterada en el nudo.
Nudo. Se trata del conflicto que hace que esa historia sea interesante de contar, es el momento en el que se altera la armonía inicial y se producen los hechos más importantes. Es el problema principal al que deben enfrentarse los personajes.
Desenlace. Se trata de la parte final de la historia. En este momento se resuelve el conflicto que se presentó en el nudo.

Sin embargo, el cuento y la novela como géneros literarios presentan algunas diferencias significativas.

Características particulares del cuento

Algunas de las características más destacadas del género cuento son:

La brevedad. Por lo general, los cuentos son narraciones cortas, en las que todo lo que se dice debe ser imprescindible para la trama.
Poca cantidad de personajes. Habitualmente, los cuentos presentan pocos personajes, dado que todos deben tener participación relevante en la trama.
Unidad de espacio y tiempo. Como se trata de narraciones breves, lo más frecuente es que los cuentos transcurran en pocos escenarios y en un tiempo único.
Trama única. En el cuento, hay una sola historia central, y todas las acciones que se narran deben tener sentido en relación con el final. Lo que se suele relatar es un episodio único de una vida o de una historia mayor.
Es condensación. En el cuento, por motivo de su brevedad, se intenta condensar las acciones en poco texto, de modo que se suele mantener en todo momento cierta intensidad narrativa.

Características particulares de la novela

Algunas de las características más destacadas del género novela son:

La extensión. Por lo general, las novelas suelen ser historias más extensas, donde son posibles las descripciones complementarias y las digresiones.
Mayor cantidad de personajes. Habitualmente, permiten la aparición de muchos personajes, dado que la extensión y la complejidad de la trama lo ameritan.
Múltiples espacios y épocas. En el caso de las novelas, la extensión permite que haya más escenarios que en un cuento y que la historia transcurra en diversos espacios y en distintos momentos o épocas, dado que pueden relatarse diversos episodios que componen una misma historia.
Diversas tramas. Una novela puede presentar varias tramas y acciones de igual relevancia para el relato, dado que las historias suelen ser más complejas. Lo que se suele narrar es un mundo, un microcosmos, y no tanto un episodio aislado como en el cuento.
Es expansión. Como la novela es un texto relativamente largo, la o las historias que se quieren narrar se presentan in extenso, lo que genera que se alternen momentos de mayor tensión dramática con otros más distendidos. Por eso también pueden presentar división en capítulos y apartados, algo que no suele suceder en los cuentos.

Ejemplos de cuentos

“El Aleph”, de Jorge Luis Borges.
“Casa tomada”, de Julio Cortázar.
“El cuarteto de cuerdas”, de Virginia Woolf.
“El corazón delator”, de Edgar Allan Poe.
“El cumpleaños de la infanta”, de Oscar Wilde.
“Mejor que arder”, de Clarice Lispector.
“El jorobadito”, de Roberto Arlt.
“El diario de Porfiria Bernal”, de Silvina Ocampo.
“El gato negro”, de Edgar Allan Poe.
“Llamadas telefónicas”, de Roberto Bolaño.
“El jardín de senderos que se bifurcan”, de Jorge Luis Borges.
“El recado”, de Elena Poniatowska.
“¡Diles que no me maten!” de Juan Rulfo.
“El capote”, de Nikolai Gogol.
“El curioso caso de Benjamin Button”, de Francis Scott Fitzgerald.
“El tren a Burdeos”, de Marguerite Duras.
“La continuidad de los parques”, de Julio Cortázar.
“Las nieves del Kilimanjaro”, de Ernest Hemingway.
“La mujer del boticario”, de Antón Chéjov.
“Cuento azul”, de Marguerite Yourcenar.
“El almohadón de plumas”, de Horacio Quiroga.
“Una rosa para Emilia”, de William Faulkner.
“Ante la ley”, de Franz Kafka.
“Cornelia frente al espejo”, de Silvina Ocampo.
“La carta robada”, de Edgar Allan Poe.
“Esa mujer”, de Rodolfo Walsh.
“Tarde de agosto”, de José Emilio Pacheco.
“Corazonada”, de Mario Benedetti.
“Las lunas de Júpiter”, de Alice Munro.
“Paco Yunque”, de César Vallejo.
“El hermano menor”, Mario Vargas Llosa.
“El barril de amontillado”, de Edgar Allan Poe.
“En memoria de Paulina”, de Adolfo Bioy Casares.
“El cocodrilo”, de Felisberto Hernández.
“Corazones solitarios”, Rubem Fonseca.
“La mujer más pequeña del mundo”, de Clarice Lispector.
“El rastro de tu sangre en la nieve”, de Gabriel García Márquez.
“La condena”, de Franz Kafka.
“El Axolotl”, de Julio Cortázar.
“A la deriva”, de Horacio Quiroga.
“Bola de sebo”, de Guy de Maupassant.
“El traje nuevo del emperador”, de Hans Christian Andersen.
“Encender una hoguera”, de Jack London.
“Funes el memorioso”, de Jorge Luis Borges.
“La dama del perrito”, de Antón Chéjov.
“La lluvia de fuego”, de Leopoldo Lugones.
“No hay camino al paraíso”, de Charles Bukowski.
“Sobre encontrarse a la chica 100% perfecta una bella mañana de abril”, de Haruki Murakami.
“No oyes ladrar los perros”, de Juan Rulfo.
“Vendrán las lluvias suaves”, de F. Ray Bradbury.

Más en: Cuentos

Ejemplos de novelas

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes.
Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.
Crimen y castigo, de Fiódor Dostoievski.
Madame Bovary, de Gustave Flaubert.
La casa de los espíritus, de Isabel Allende.
Anna Karenina, de León Tolstói.
El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry.
La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares.
El gran Gatsby, de Francis Scott Fitzgerald.
Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain.
En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.
El Señor de los Anillos, de J. R. R. Tolkien.
1984, de George Orwell.
El juguete rabioso, de Roberto Arlt.
La fiesta del chivo, de Mario Vargas Llosa.
Guerra y paz, de León Tolstói.
Aura, de Carlos Fuentes.
Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley.
Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño.
Cumbres borrascosas, de Emily Brontë.
Rayuela, de Julio Cortázar.
El arpa y la sombra, de Alejo Carpentier.
El túnel, de Ernesto Sabato.
En nombre de la rosa, de Umberto Eco.
La señora Dalloway, de Virginia Woolf.
Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez.
El guardián entre el centeno, de J. D. Sallinger.
Leonora, de Elena Poniatowska.
Moby Dick, de Herman Melville.
El hombre que amaba a los perros, de Leonardo Padura.
Ulises, de James Joyce.
Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro.
El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas.
Los miserables, de Victor Hugo.
La campana de cristal, de Sylvia Plath.
La vuelta al mundo en ochenta días, de Julio Verne.
Pedro Páramo, de Juan Rulfo.
A sangre fría, de Truman Capote.
La montaña mágica, de Thomas Mann.
El extranjero, de Albert Camus.
Fahrenheit 451, de F. Ray Bradbury.
Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago.
Plata quemada, de Ricardo Piglia.
Drácula, de Bram Stoker.
Rojo y negro, de Stendhal.
Operación Masacre, de Rodolfo Walsh.
Yo el Supremo, de Augusto Roa Bastos.
La hora de la estrella, de Clarice Lispector.
La tregua, de Mario Benedetti.
El cuento de la criada, de Margaret Atwwod.

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