Zonas objetivo
Las zonas objetivo son acuerdos en los cuales dos o más países se comprometen a mantener el tipo de cambio entre sus monedas dentro de un determinado rango. Es decir, se apunta a una estabilidad cambiaria.
En otras palabras, las zonas objetivo son tratados que permiten que un par (o grupo) de monedas puedan intercambiarse a un precio que se mantendrá sin mucha variabilidad.
Este tipo de sistema no es tan rígido como el del tipo de cambio fijo. Sin embargo, exige un mayor compromiso por parte de las autoridades monetarias en comparación al tipo de cambio flexible.
Características de las zonas objetivo
Entre las características de las zonas objetivo destacan:
- Permite ofrecer una mayor certidumbre a los agentes económicos. Es decir, se reduce el riesgo de tipo de cambio, de manera que los exportadores e importadores pueden estimar los resultados de sus negocios con un mayor margen de seguridad.
- Dado el punto anterior, las zonas objetivo permiten incentivar el comercio entre las naciones que participan.
- Los acuerdos pueden estar sujetos a distintos grados de flexibilidad, pudiendo admitirse variaciones, por ejemplo, de 1% o 3% por encima y por debajo de un nivel de tipo de cambio.
- Para mantener el tipo de cambio dentro del rango meta, la autoridad monetaria interviene. Esto, a través de sus diferentes instrumentos, como la compra o venta directas de moneda o los repos.
Ejemplo de zonas objetivo
Un ejemplo de zonas objetivo puede ser el aplicado en la Unión Europea (UE) mediante el Mecanismo de tipo de cambio (ERM por sus siglas en inglés). Este ofrece un marco para gestionar el precio del euro en relación a la moneda de un país que no pertenezca a la zona euro, pero sí a la Comunidad Europea.
Actualmente, el ERM solo incluye la moneda de Dinamarca. Así, la corona danesa se unió al ERM II el 1 de enero de 1999, comprometiéndose a mantener un tipo de cambio de 7,46038 coronas por euro. Esto, con una banda de fluctuación estrecha de ± 2,25%.