Laicismo

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El laicismo es una corriente ideológica que defiende que Estado y religión han de estar separados en la vida pública.

El laicismo señala la importancia de que las instituciones religiosas se mantengan al margen de influir en la vida pública. Ya que estas pueden ejercer presión o influencia sobre la legislación, favoreciendo así sus intereses o extendiendo sus valores o ideas a toda la población, no solo a los seguidores de dicha doctrina.

El laicismo no propone la prohibición o extinción de todo tipo de fe, ya que uno de los pilares básicos del Estado laico es la libertad de conciencia. Cada uno, en su intimidad, puede creer o seguir cualquier tipo de doctrina religiosa.

La mayoría de los países del mundo son laicos o aconfesionales. Exceptuando los países árabes que sí que son abiertamente teocráticos. De hecho, el Jefe del Estado es también considerado como el líder espiritual del país. Con lo cual, la legislación y la cultura del país están basadas en el Corán y en el fundamentalismo islámico.

Origen del laicismo

El laicismo, entendiéndose este como el la separación entre Estado y religión, es decir, el Estado laico, tiene su origen tras la Revolución francesa del siglo XVIII. Hasta el momento, religión y Estado se encontraban estrechamente ligados.

En el absolutismo, el rey ocupaba el trono por divinidad. Es decir, al único ante el que tenía que justificar sus actos y rendir cuentas era ante Dios. La Revolución francesa rompe con el absolutismo y la religión pasa a un segundo plano.

Diferencia entre laicismo y aconfesionalismo

No hay que confundir estos dos términos cuando hablamos de ellos. A diferencia de lo explicado anteriormente, un Estado aconfesional no se adhiere a ninguna religión concreta. Pero sí que puede colaborar con las que considere oportunas, tanto económicamente como en otros aspectos. Por el contrario, el laicismo busca romper todas las relaciones con las instituciones religiosas.

España, por ejemplo, es un Estado aconfesional, esto significa que, teóricamente, la Iglesia no influye en las decisiones estatales. Pero el Estado sí que puede relacionarse con ella y realizar colaboraciones en algunos aspectos. Como ejemplo encontramos la casilla de la declaración de la renta.