Iliquidez

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La iliquidez es la característica de un activo por la cual no puede venderse fácilmente, o, si se desea obtener efectivo de inmediato, se tendría que aceptar un precio muy por debajo de lo que el vendedor considera justo.

Es decir, la iliquidez significa que un bien no puede ser intercambiado por dinero en el corto plazo. Puede tratarse de un activo financiero o de algún otro tipo de propiedad.

Primero, en el caso de los activos financieros, la iliquidez se da por la falta de compradores, es decir, no existe la cantidad suficiente de inversores interesados. Esto puede llevar a pérdida si el poseedor del instrumento tiene mucha premura en venderlo.

Se considera que los activos financieros ilíquidos son de alto riesgo, por lo mismo que no pueden transarse con facilidad, más aún, en contextos de crisis o de incertidumbre.

Asimismo, fuera del mercado financiero, son ilíquidos los activos no corrientes, destacando el caso de los inmuebles. Estos suelen tener un proceso de venta largo. En este rubro también se podrían incluir los coches, las antigüedades y otros bienes de alto valor.

Iliquidez en una empresa

En el contexto de una empresa, la iliquidez significa que no cuenta con el efectivo suficiente como para poder enfrentar sus obligaciones de corto plazo, como el pago de deudas bancarias o a sus proveedores.

Lo anterior no quiere decir que la compañía no tiene propiedades, pues puede tener activos no corrientes que no puede vender para cumplir con pagos inmediatos. Asimismo, puede ser que la firma haya realizado ventas, pero las transacciones quizás en su mayoría han sido a crédito por lo que aún dichos ingresos no se han materializado.

Por todo lo explicado, al analizar una empresa no solo se debe observar su balance de situación y su cuenta de resultados, sino su flujo de efectivo donde se registra la entrada y salida efectiva de dinero de la entidad.

Cabe recalcar, además, que la venta de activos ilíquidos no forma parte del negocio principal de la compañía. Sin embargo, en tiempos de crisis, por ejemplo, una firma podría verse obligada a deshacerse de ciertas propiedades para evitar la bancarrota.