Fuga de capitales

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La fuga de capitales supone la salida de activos o dinero de un país como respuesta a algún suceso de carácter económico que haya tenido lugar en el mismo. Esto puede ser consecuencia de una subida de impuestos sobre el capital o cuando un país no puede cumplir sus obligaciones de deuda y por tanto pierde su nivel de confianza y credibilidad.

Se trata por lo tanto de un fenómeno que ocurre en la economía en ocasiones como resultado de diversos factores, como revalorizaciones de moneda cuando la inflación adquiere niveles más altos que los tipos de interés. Habitualmente, en aquellos países donde se sufre una fuga de capitales los tipos de cambio, o los tipos de interés, están controlados por el Gobierno.

Efectos de la fuga de capitales

La fuga de capitales es un lastre para los Estados, ya que supone una pérdida de reservas en el país y un notable miedo a que se produzca una depreciación de la moneda. Con este temor general, suele pensarse que las reservas con las que se cuenta no llegarán a ser suficientes para poder contrarrestar su efecto. Por este motivo los habitantes de este lugar prefieren deshacerse de su moneda a cambio de divisas y poder obtener ingresos con los que poder invertir fuera del país. Este tipo de operaciones suelen ser realizadas con un banco central.

La fuga de capitales puede incluso provocar una devaluación, al obligar al banco central a llevarla a cabo en una proporción mayor a la prevista originalmente.

Consecuencias de la fuga de capitales

El principal efecto que provoca en una economía una fuga o huída de capital es la disminución del nivel de riqueza y el empeoramiento de las expectativas de inversión. Así, se desincentiva a los habitantes de dicho país o a inversionistas extranjeros a participar en la economía del mismo.

Por otra parte, la devaluación sufrida afecta más a los individuos del país afectado. Esto, ya que en la mayoría de los casos sus bienes o inversiones habrán sufrido una considerable pérdida de valor.