Fianza

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La fianza es un tipo de garantía que trata de asegurar el cumplimiento de una obligación (deuda).

Es decir, las fianzas son una especie de seguro por si existen impagos o desperfectos, por ejemplo, al pago de un alquiler, depósito o crédito.

Mediante esta modalidad, una persona (fiador) se compromete al pago de una deuda en favor de un tercero, que podrá hacer uso de la fianza en caso de fallo o incumplimiento de la obligación por parte del deudor.

Las fianzas se utilizan en operaciones económicas como herramienta de confianza entre las partes de una transacción. De esta manera, es posible delegar fiabilidad en los pagos y reducir riesgos.

Es posible que en una fianza haya más de dos agentes. Esto, debido a que el fiador puede delegar dicha fianza en una tercera persona, que responderá como garante.

Tipos de fianza

Se pueden observar dos tipos de fianza:

  • Fianza con garantía real: Se deposita un bien o activo para dar confianza en el pago de una obligación que, en el caso de no cumplir tal, será ejecutada. Este es el caso de un aval en una hipoteca.
  • Fianzas personales: Pueden ser anticipos, pagos parciales y similares, como adelanto de una obligación futura. Un buen ejemplo de ello es una fianza de alquiler o un pago proforma.

Un rasgo característico de las fianzas es que suelen ser revocables, de forma que, una vez concluida la transacción, la persona que ha ostentado la fianza devolverá la garantía real al deudor.

Ejemplo de fianza

Imagina que vas a alquilar un piso. Eres estudiante y necesitas un piso para ir a una ciudad a estudiar en la universidad.

Tras mirar muchos pisos, finalmente decides uno. Dependiendo de si quién lo alquila es particular o profesional, la fianza puede cambiar. También depende de la zona y de la seguridad jurídica. No obstante, lo normal es que una vez decidas que vas a alquilar ese piso y llegues a un acuerdo, tengas que pagar un mes o dos meses de alquiler en concepto de fianza.

¿Qué consigue con esto la persona que lo alquila (el arrendador)? Consigue reducir el riesgo de impago. Ya que si hay impago se queda con la fianza. Y, además, si hay desperfectos puede no devolver la fianza. Por ejemplo, si rompemos una puerta por un uso inadecuado de la misma, puede que el arrendador descuente el coste de reparación de la fianza.

Lo anterior, ya que la fianza se devuelve una vez finaliza el contrato.