Determinismo
El determinismo es una teoría filosófica que afirma que todos los hechos y acciones humanas están condicionados antes de que estos sean ejecutados.
Según la corriente determinista, todas las acciones que llevan a cabo los seres humanos están basadas en una relación causa – efecto. Efecto que es relativamente previsible, puesto que no es fruto del azar, sino que es un determinado hecho (causa) quien lo motiva.
En el ámbito filosófico, es un pensamiento general. Es decir, es una forma de concebir el mundo y los hechos que le suceden a los seres humanos y a su interacción con la naturaleza. Pero también hay que destacar que el determinismo se aplica a otras ciencias sociales y a otros ámbitos distintos. En este sentido, se aplica en campos como la geografía, la economía, la psicología, la biología, la religión, así como otras disciplinas.
¿Cómo se clasifica el determinismo?
Hay dos grandes ramas en las que se divide el pensamiento determinista. Estas se clasificación según el grado de azar que permiten.
Así pues, las dos corrientes principales son las siguientes:
- Determinismo fuerte: Esta corriente defiende que cualquier acción está totalmente determinada por hechos o eventos anteriores. No acepta ningún grado de azar.
- Determinismo débil: Esta posición, en cambio, cree en la probabilidad, es decir, que es muy altamente probable que los hechos estén determinados con anterioridad. Aunque, a diferencia de la anterior, acepta la existencia del azar.
Tipos de determinismo
Como mencionamos al principio, el determinismo se aplica en numerosos ámbitos y disciplinas, por lo que estos, que se ofrecen a continuación, son algunos de ellos:
- Determinismo geográfico: Se trata de la corriente que afirma que, según la zona en la que uno ha nacido y se ha desarrollado, una persona actuará de una u otra manera. Las necesidades de cada medio moldean a las sociedades, determinando cómo han de adaptarse al mismo. Montesquieu desarrolló una teoría mediante la cual, el clima y el terreno de cada territorio forjan el carácter y las costumbres de quienes viven en él. Por ejemplo, los habitantes de las zonas nórdicas y escandinavas tenían que trabajar más para protegerse contra el frío.
- Determinismo económico: Según Karl Marx, la superestructura de una sociedad estaba determinada por la infraestructura. Es decir, las relaciones de producción y las fuerzas productivas son las que determinan los elementos jurídicos, políticos e ideológicos. Según quien posea los medios de producción, así serán las relaciones sociales. Una cosa determina la otra.
- Determinismo biológico: Este afirma que el comportamiento y las acciones emprendidas por los seres humanos vienen dadas por su dotación genética. De hecho, muchas enfermedades vienen determinadas de forma biológica, sin que podamos hacer nada; es el caso del ELA o la esclerosis múltiple. Surge así la polémica en torno a los psicópatas u otros trastornos peligrosos. Los psicópatas, cuyos comportamientos no son provocados por factores externos, como el maltrato o el abuso de estupefacientes, tienen un origen biológico.
- Determinismo religioso: Defiende que las acciones de las personas están sujetas a la voluntad de Dios, siendo este quien determina el comportamiento del ser humano. Siendo esto así, siempre se lleva a cabo la justificación de los actos por parte de quien los comete, aunque ellos sean moralmente reprobables. Es común escuchar que una u otra cosa se ha hecho por la voluntad de Dios, porque él así lo ha querido. Dando a entender la exculpación de la acción humana.
¿Qué es el determinismo en la sociedad?
Si estos postulados que defiende el determinismo son ciertos, muchos aspectos de nuestra vida están condicionados y determinados por numerosos aspectos. Y así parece suceder culturalmente.
Si una persona nace en España, esta hablará español y, en general, le gustará la gastronomía española, su clima y sus paisajes, entre otras cosas. Una persona oriental, por el contrario, adquiere una serie de preferencias que distan mucho de las anteriormente mencionadas, y que le llevan a comportarse de una forma muy distinta a como se comporta el ciudadano español.