Contratos financieros atípicos
Los contratos financieros atípicos o depósitos estructurados son productos de inversión por los cuales las entidades de crédito reciben dinero, valores o ambos. A cambio, ofrecen una retribución en el futuro.
Culminado el plazo del contrato, la institución crediticia pagará en efectivo (y/o sus equivalentes) o con títulos financieros . Ello, en función a la evolución de una acción, un portafolio o un índice bursátil. Por lo tanto, no se asegura el reembolso total del capital del cliente.
Ventajas y desventajas de los contratos financieros atípicos
Entre las ventajas de los contratos financieros atípicos destacan:
- Ofrecen una mayor rentabilidad que las cuentas de ahorro bancarias.
- Pueden ser útiles para personas familiarizadas con los mercados de capitales y que entienden el funcionamiento de productos financieros complejos.
Sin embargo, también hay algunas desventajas de estos contratos:
- Son una alternativa de alto riesgo. Supongamos que la rentabilidad del depósito estructurado depende de la cotización de la Minera XY. Entonces, si las acciones de esta empresa caen durante el periodo del acuerdo, el inversionista perderá parte de su capital.
- Son de difícil comprensión para la mayoría del público. Pueden confundirse con los productos de ahorro, cuando en realidad son una alternativa de inversión.
- Como no se negocian en los mercados secundarios organizados (como la bolsa de valores), no se pueden cancelar anticipadamente. Ello, aunque la expectativa sea de pérdida.
Composición de los contratos financieros atípicos
Los contratos financieros atípicos resultan de la combinación de dos tipos de productos con características distintas:
- Un depósito, normalmente a corto plazo, que remunera una rentabilidad mayor que la del promedio del mercado.
- Un activo financiero con un horizonte de largo plazo. Puede tratarse de una participación en un fondo de inversión o de un depósito ligado a la evolución de una acción (o combinación de acciones) o de un índice bursátil.