Capital intelectual

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El capital intelectual es la suma de todos los activos intangibles que una compañía, a través de la innovación y el desarrollo, ha conseguido transformar en conocimiento y en valor añadido, ya sea presente o futuro.

El capital intelectual, en otras palabras, hace referencia a la totalidad de activos intangibles (aquellos que no se ven). Intangibles que, a través del desarrollo y la inversión en innovación y progreso, han acabado convirtiéndose en conocimiento útil para la compañías. De esta forma, el activo intangible, para considerarlo capital intelectual, debe aportar un cierto valor a la compañía.

Dada la profesionalización de los sectores en la economía, el capital intelectual es un concepto relativamente nuevo. Pues estamos hablando que este concepto, junto a otros, comenzó a utilizarse en las empresas por el año 1997. Fue en este año cuando autores como Brooking o Steward comenzaron a utilizar el concepto en estudios. Estudios que, posteriormente, fueron aplicados en empresas, en el campo social, así como en el mundo académico. 

¿Qué se considera capital intelectual?

Aunque no existe un elevado grado de consenso sobre lo que sí se considera capital intelectual y lo que no. Muchos autores sí han hecho aproximaciones comunes sobre el concepto. En resumen, el capital intelectual se aglutina en tres grandes bloques. Estos bloques en su conjunto representan lo que denominamos capital intelectual. 

Estos tres bloques a los que nos referimos son los siguientes:

  • Capital relacional: El capital relacional hace referencia al conjunto de vínculos, así como acuerdos, y, en resumen, la totalidad de relaciones que posee la empresa con su entorno. Es decir, todas las relaciones que la empresa posee, ya sea con proveedores, competidores, accionistas, clientes, socios, etc. Aunque muchos tratan de medir las relaciones de la compañía con indicadores seleccionados, aún se consideran grandes dificultades para medir la totalidad del aporte de cada relación a la propia compañía.
  • Capital humano: El capital humano es el conjunto de las competencias que poseen los trabajadores que desempeñan sus funciones en una compañía. El talento, el conocimiento, las habilidades, la capacidad de innovación, los valores. Todo lo relacionado con las competencias que poseen los trabajadores en la empresa, aportando valor, con ello, a la misma.
  • Capital organizativo: El capital organizativo hace referencia al conjunto de sistemas de organización que, a través de la experiencia, la empresa ha ido desarrollando y profesionalizando a lo largo de su historia. El capital organizativo, al igual que el humano, hace referencia a una serie de conocimientos que, gracias a la experiencia, se han ido adquiriendo con el tiempo, consiguiendo mejoras sustanciosas en los rendimientos, aportando así un valor añadido a la compañía.

Diferencia entre propiedad intelectual y activo intelectual

Aunque parece que ambos conceptos están ligados, la propiedad intelectual y el activo intelectual son conceptos completamente distintos. Es decir, aunque ambos se integren en el bloque de capital intelectual, hablamos de dos tipos de capital intelectual, pero que presentan importantes diferencias clave.

En primer lugar, el activo intelectual es todo aquel activo intangible que ha sido creado dentro de una compañía. Estos activos son de gran importancia y valor para la compañía, ya que de ellos depende, en muchos casos, el éxito de la misma. Sin embargo, este capital intelectual, a diferencia de la propiedad intelectual, no puede registrarse mediante las leyes de propiedad intelectual, es decir, no puede protegerse. La dificultad para cuantificar su valor provoca que el capital intelectual quede excluido de la regulación en materia de registro de la propiedad intelectual.

Por otro lado, la propiedad intelectual, como su propio nombre indica, sí recoge todos aquellos activos intangibles que, de acuerdo con las leyes de propiedad intelectual, se encuentran dentro de las mismas. Hablamos de intangibles de los que sí podemos generar aproximaciones valorativas como marcas, patentes, procesos, así como todo aquello que tenga un valor cuantificado y pueda existir el riesgo de apropiación indebida o robo.