Definición de vaguedad
Vaguedad es la propiedad de vago. Este término (vago), por su parte, puede aludir a algo que resulta vacío, carente de firmeza o sin precisión.
Por ejemplo: “Los expertos manifestaron su desconcierto por la vaguedad del comunicado que difundió el gobierno municipal”, “Me parece lamentable que un candidato a presidente se exprese con tanta vaguedad al analizar los asuntos más trascendentales del país”, “Al tener que explicar cómo había obtenido el dinero, el hombre habló con vaguedad y no dio detalles”.
La noción de vaguedad, por lo tanto, se usa para calificar a las declaraciones que no muestran sustento o que no son claras. Supongamos que una profesora le pregunta a un alumno por qué no hizo la tarea. El joven, en lugar de dar una respuesta concreta, contesta con vaguedad: “Estaba dispuesto a hacer la tarea, pero estos días son algo complicados para mí. Llegué a mi casa y busqué el cuaderno, pero sonó el teléfono y hacía mucho calor; aunque yo quería cumplir con mis obligaciones, al final no pude”. Como se puede apreciar, el estudiante no brinda una explicación coherente y sólo responde con frases vagas.
La vaguedad puede considerarse una falta grave en algunos contextos. Si un funcionario público no logra explicar cómo logró incrementar su patrimonio en un 100% en apenas un año, esa vaguedad puede tomarse como un indicio de un posible acto de corrupción. De lo contrario, el funcionario en cuestión podría explicar con claridad el origen de su enriquecimiento súbito y rebatiría cualquier acusación o sospecha.
Diferencias entre vaguedad y ambigüedad
Estos dos términos suelen ser usados como sinónimos, pero presentan claras diferencias, más allá de que ambos permitan usar un lenguaje poco preciso. Cuando usamos una expresión o una palabra ambigua, buscamos que expresen más de un significado, mientras que la vaguedad se enfoca en uno solo pero lo vuelve difícil de descifrar. A través del lenguaje ambiguo, el emisor ofrece una riqueza que puede esconder más de un mensaje detrás de una frase o incluso de una sola palabra, mientras que la vaguedad invita al interlocutor a la búsqueda de un solo mensaje.
Para comprender lo dicho en el párrafo anterior, observemos el siguiente ejemplo: «La verdad es que esta película es tremenda». El adjetivo «tremendo» tiene varias acepciones, y tan sólo las dos primeras que nos muestra el diccionario de la Real Academia Española son prácticamente opuestas: «terrible, que debe ser temido», «que debe ser respetado». Por lo tanto, podemos decir que la oración de ejemplo es ambigua, ya que bien puede significar que la película es muy mala o que se trata de una auténtica obra maestra.
Si, por otro lado, el emisor hubiera dicho «Ah, sí, ¡qué película!», el mensaje no nos aporta información clara, sino que no sumerge en la vaguedad: no podemos saber si la obra es o no del agrado del emisor, y para ello debemos indagar en el tema. En este caso no hay términos que nos puedan orientar, sino una simple exclamación que no resulta suficiente para emitir un posible veredicto.
En la ambigüedad siempre es posible resolver el significado una vez que se establece el contexto, mientras que la vaguedad suele presentar palabras que nunca aportan un significado preciso. Por ejemplo, el término «carta» tiene varios significados, ya que puede ser una epístola o un libro en el cual se listan los platos de un restaurante; si se usa de forma ambigua, sólo basta averiguar la ambientación de la historia para entender a cuál de ellos se refiere. Palabras como «alto» o «grande», por otra parte, nunca brindan datos específicos, sino que siempre son vagas, independientemente del contexto: alto puede ser alguien que mide 1,80 metros, pero también una persona de 2,50 metros.