Definición de turgencia

Antes de proceder a determinar el significado del término turgencia, se hace necesario dejar patente cuál es su origen etimológico. En este sentido podemos decir que emana del latín, ya que es fruto de la suma de varios componentes de dicha lengua:
• El verbo “turgere”, que puede traducirse como “estar hinchado”.
• La partícula “-nt-“, que viene a indicar “agente”.
• El sufijo “-ia”, que es sinónimo de “cualidad”.

Turgencia es un término que hace referencia a la característica de lo turgente. Este adjetivo, por su parte, refiere a algo voluminoso o firme. En el ámbito de la medicina, por otra parte, se califica como turgente a aquel fluido que produce una hinchazón en cierta región del organismo.

La idea de turgencia, por lo tanto, puede emplearse para nombrar a la presión que generan algunos líquidos en las paredes celulares y a la elasticidad que muestra la piel debido a la presión de los tejidos.

Importante es establecer que existe lo que se conoce como turgencia mamaria. Ella consiste en que los pechos tengan las venas muy marcadas, parezcan pesados y tanto las areolas como los pezones estén más grandes de lo habitual así como mucho más sensibles a cualquier roce e incluso algo despigmentados.

Esa situación se puede producir en diferentes momentos en la vida de la mujer. No obstante, cuando es más frecuente que la padezca es durante el embarazo. Y es que es debido, entre otras causas, a que su cuerpo está sometido a una serie notable de cambios hormonales.

A nivel visual, podemos decir que los anteriormente citados son los síntomas que vienen a dejar claro que una futura mamá está sufriendo una turgencia mamaria. Asimismo hay que decir que, en muchas ocasiones, esta se convierte en la principal “pista” que indica a una mujer que se encuentra embarazada.

No obstante, aquella, en menor medida, también es experimentada por cualquier mujer cuando se encuentra teniendo el periodo o cuando se halla en los días que dan forma a lo que se conoce como síndrome premenstrual.

Se conoce como turgencia de la piel a la capacidad de este órgano para expandirse y regresar a su estado original, lo que refleja su elasticidad. Al analizar la turgencia, un médico puede determinar si una persona está deshidratada.

Un examen rápido de turgencia consiste en estirar la piel de la mano o el abdomen durante unos segundos para levantarla. Al soltarla, la piel debería regresar de manera casi inmediata a su estado habitual, demostrando su turgencia saludable. Cuando el retorno es lento, refleja una contracción de la turgencia y, por lo tanto, un signo de un problema de salud.

Las dos causas más comunes de pérdida de líquidos son los vómitos y la diarrea, pero este fenómeno también tener lugar ante un cuadro de diabetes, insolación, pérdida excesiva de peso o bien como consecuencia de un descenso en el consumo diario de líquidos. En los niños pequeños y, especialmente, los bebés, el cambio es más drástico y puede acelerarse con la fiebre. La turgencia deficiente de la piel, que ocurre como consecuencia de las situaciones recién expuestas, también se conoce con el nombre de piel pastosa o disminución de la turgencia cutánea.

Otros factores que pueden contribuir con la aparición de turgencia deficiente de la piel y que no tienen ninguna relación con los líquidos del organismo son la esclerodermia y el síndrome de Ehler’s Danlos, entre otros trastornos del tejido conectivo que afectan la elasticidad de la piel.

Cabe mencionar que para cuando se hace evidente la disminución de la turgencia, el nivel de deshidratación suele ser moderado o grave (una deficiencia de líquidos del 5% y del 10% del peso corporal, respectivamente), por lo cual es importante tomar los recaudos necesarios para no llegar a dicho estado.

Como primera medida es muy importante consumir una buena cantidad de agua por día; puede parecer raro para muchos, pero algunas personas no sienten sed muy a menudo, y deben obligarse a sí mismas a beber agua según las indicaciones de su médico. De todas formas, ante la mera necesidad de líquido no se debe pensar dos veces.

Si bien los controles caseros son efectivos para asegurarse de estar dentro del rango de los valores normales de turgencia, existen signos que indican la necesidad urgente de visitar al médico, como ser que: la piel permanezca levantada tras estirarla o que tarde demasiado tiempo en volver a su estado de reposo normal; que no sea posible aumentar el consumo de líquidos debido a problemas tales como los vómitos; que la disminución de la turgencia se dé junto con diarrea, fiebre o vómitos. Dos de los exámenes clínicos que se suelen realizar en estos casos son el análisis de orina y el conteo sanguíneo completo (CSC).

En las plantas, también existe un nivel de turgencia que se considera normal. En él, las células logran dilatarse hasta un cierto punto por la presión que experimentan en su interior, forzando a las membranas a mostrar su capacidad elástica. Si las células pierden mucho líquido, se produce su contracción, que es lo que ocurre al marchitarse la planta. Puede decirse que, para crecer, las plantas requieren de una presión de turgencia que expanda sus células.

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