Definición de tiritar
El verbo tiritar, de origen onomatopéyico según la Real Academia Española (RAE), alude a estremecerse o temblar. El terror, la fiebre y el frío son algunos motivos que pueden hacer tiritar a una persona.
Temblar de frío
Cabe destacar que tiritar es sinónimo de titiritar. La RAE reconoce ambos términos, aunque circunscribe titiritar al temblor provocado por el miedo o por el frío.
Las bajas temperaturas nos llevan a tiritar
Por ejemplo: “Apenas se metió en el agua, la muchacha comenzó a tiritar”, “Los alaridos que llegaban desde fuera de la casa hicieron tiritar al niño, que decidió esconderse debajo de la cama”, “Desde que contraje la enfermedad, no puedo dejar de tiritar, me siento realmente muy mal”.
Tiritar al entrar en contacto con agua fría es algo normal e inevitable, aunque no todos los seres humanos tenemos el mismo grado de tolerancia a las bajas temperaturas. Esto significa que en algunos esta reacción se dispara cuando el frío es extremo, y viceversa.
El segundo ejemplo hace referencia a la respuesta involuntaria ante el miedo, que puede resultar equivalente a la del frío, aunque también se puede ver acompañada de sudoración, palidez y aturdimiento, entre otros síntomas. Por último se habla de una enfermedad que produce fiebre y, por lo tanto, una sensación de frío que nos lleva a tiritar.
El hipotálamo y el frío
Es normal que un individuo empiece a tiritar al exponerse a bajas temperaturas. La raíz biológica de esta respuesta orgánica se encuentra en el hipotálamo, una zona del cerebro que funciona como si fuera un termostato.
El hipotálamo se encarga de la regulación de la temperatura corporal: si el frío exterior amenaza el equilibrio, el hipotálamo le ordena a los músculos que se muevan con contracciones repetitivas para producir energía en forma de calor. Esto quiere decir, por lo tanto, que al tiritar generamos calor.
Es importante señalar que las contracciones musculares que se desarrollan al tiritar son involuntarias. No es posible evitarlas ni controlarlas, ya que en estos casos el organismo considera que existe la necesidad de subir la temperatura corporal.
Tiritar de miedo
“Cuentos para tiritar de miedo”, por otra parte, es el título de un libro escrito por el autor chileno Saúl Schkolnik. La obra, editada en 2003, presenta nueve relatos de terror orientados al público infantil.
Así como el frío conduce al organismo a tiritar como parte de una serie de mecanismos que no buscan otra cosa que elevar la temperatura del cuerpo, el miedo está relacionado con una serie de cuestiones que heredamos de nuestros antepasados más remotos. Por ejemplo, el cerebro puede relacionar esta sensación de incomodidad con la presencia de algún insecto peligroso sobre nuestro cuerpo, y por esta razón nos lleva a sacudirnos para conseguir que se caiga.
Ante una situación de terror, es común que comencemos a tiritar
Algo similar ocurre con los ataques de hipo, que se caracteriza por una serie de contracciones del diafragma que se dan también de forma involuntaria y que culminan en el cierre de las cuerdas vocales, motivo por el cual si intentamos hablar emitimos un sonido similar a «hip». Una de las explicaciones más comunes de este fenómeno es que el organismo cree estar siendo envenenado y que por eso busca expulsar del tracto digestivo la sustancia tóxica con estos movimientos bruscos.
Volviendo a la acción de tiritar como respuesta a una situación aterradora, también se puede interpretar como un intento primitivo de ahuyentar al sujeto que nos lo causa. Esto debemos entenderlo desde un punto de vista amplio y relativamente abstracto: sabemos que si alguien nos ataca por la calle de nada servirá que temblemos, pero es probable que estos mecanismos hayan surgido en nuestro cerebro hace miles de años, ante otra clase de amenazas, y que en aquellos casos tan remotos sí fueran útiles.