Definición de tipografía

¿Conoces el origen etimológico de la palabra tipografía? Si no es así, y antes de entrar de lleno en lo que es el análisis del significado del término, es importante que sepas que aquel se encuentra en el griego. En concreto, esta palabra procede de la unión de tres componentes: el vocablo tipos que significa “molde”, el concepto graphos que puede traducirse como “escribir o grabar” y el sufijo –ia que es equivalente a “cualidad o acción”.

Se conoce como tipografía a la destreza, el oficio y la industria de la elección y el uso de tipos (las letras diseñadas con unidad de estilo) para desarrollar una labor de impresión. Se trata de una actividad que se encarga de todo lo referente a los símbolos, los números y las letras de un contenido que se imprime en soporte físico o digital.

El diseño, la apariencia y las dimensiones de los tipos dependen de la tipografía. Es posible distinguir diversas ramas o divisiones en este arte, como la tipografía creativa (que explora las formas gráficas más allá de la finalidad lingüística de los símbolos), la tipografía de edición (vinculada a las propiedades normativas de las familias de tipos), la tipografía del detalle o microtipografía (centrada en el interlineado, el interletrado y la marca visual) y la macrotipografía (especializada en el tipo, el estilo y cuerpo de los símbolos).

La tipografía imitaba, en un principio, la caligrafía. Con el tiempo se fue optando por los tipos más legibles y fáciles de entender, una decisión vinculada además a los adelantos técnicos.

Los tipos móviles originarios fueron desarrollados por Johannes Gutenberg (13981468), aunque dichos experimentos ya eran realizados por los chinos en el siglo XI. Gutenberg se dedicó a grabar los caracteres en relieve de manera inversa sobre una matriz hecha de acero y, en 1445, logró crear el primer libro impreso de Occidente (la Biblia).

Un libro el citado, que también es conocido como la Biblia de 42 líneas, en alusión al número de líneas que daba forma a cada página.

A la hora de hablar de tipos, que son cada una de las clases de letras existentes o de las piezas de la imprenta que se usan para realzar una letra o signo en concreto, tenemos que subrayar el hecho de que aquellos cuentan con una serie de componentes que forman lo que es su anatomía. Así, por ejemplo, poseen una altura, astas, un brazo, cola, una determinada inclinación, remates e incluso una oreja.

De esta manera, partiendo de este conjunto de elementos y de otros muchos más, se lleva a cabo el establecimiento de dos clasificaciones de tipos: histórica o por forma.

En el caso de la primera modalidad citada podemos hablar que se compone de tipos antiguos, egipcios o modernos, entre otros. Mientras, en la segunda este conjunto de letras se diferencian en base a si tienen o no remates que faciliten o dificulten lo que es su lectura.

En el siglo XIX, la tipografía apostó por dos grandes técnicas: la monotipia (donde cada símbolo es fundido en relieve de manera aislada) y la linotipia (las líneas completas son fundidas por separado y, al finalizar la impresión, se vuelve a fundir todo).

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