Definición de texto científico
Un texto es un conjunto coherente de enunciados con intención comunicativa expresado a través de signos. El adjetivo científico, por su parte, nombra a aquello perteneciente o relativo a la ciencia (que es el conjunto de métodos y técnicas que permiten organizar la información).
Un texto científico, por lo tanto, se basa en la utilización del lenguaje científico. Se trata de un tipo de texto que apela a un lenguaje claro, con una sintaxis no demasiado compleja y oraciones ordenadas. El objetivo es que la información no sea malinterpretada: estos textos, por lo tanto, deben ser precisos.
Quien escribe un texto científico evita los términos ambiguos ya que pretende que el significado de sus palabras sea unívoco, con un único significante y significado. Por eso intenta minimizar cualquier rasgo de subjetividad, destacando los datos concretos por sobre las opiniones.
La intención es que el texto científico sea comprendido por cualquier integrante del grupo al que se dirige. Aspira a la universalidad mediante su terminología específica, que permite traducciones precisas y exactas a otras lenguas sin lugar para las interpretaciones erróneas.
Los textos científicos, por otra parte, presentan enunciados que pueden ser sometidos a la verificabilidad (es decir, que puedan ser comprobados). Lo habitual es que sean producidos en el marco de una comunidad científica para comunicar y demostrar los avances conseguidos en una investigación. Gracias a las revistas de divulgación científica, estos contenidos alcanzan a una mayor cantidad de receptores, aunque estas publicaciones suelen utilizar otro tipo de lenguaje más cercano al lector promedio.
Esta necesidad de sensibilizar, de alguna manera, el contenido de un texto científico surge ante el rechazo que culturalmente se inculca hacia el conocimiento exacto y, ¿por qué no?, hacia la lectura en general. Las matemáticas, la física, la astronomía, son materias cuya complejidad suele ser percibida de una forma exagerada, lo cual produce una suerte de miedo en los estudiantes por creer que no serán capaces de entenderlas.
En este sentido, es innegable que los textos puramente técnicos no reparan en el color de sus líneas, no buscan una manera amable o considerada de expresar el conocimiento, sino que se apoyan en un modelo de organización efectivo, asumiendo que sus lectores se acercarán a ellos con sed de aprender, de resolver dudas.
A diferencia de la ficción, los textos científicos deben estar preparados para ser consultados rápidamente y sin un orden en particular. Resulta imprescindible que los temas estén dispuestos de manera tal que los lectores hallen en pocos segundos el capítulo de su interés. Esto se debe a que en muchas ocasiones, estos libros son utilizados en momentos críticos de un proceso creativo, sea de investigación o de desarrollo, dado que contienen la solución a esos problemas que impiden continuar con el trabajo.
Es importante señalar que un mismo tema puede ser enfocado desde diferentes perspectivas, incluso cuando se trata de conceptos matemáticos muy específicos. Tomemos por ejemplo la geometría, la rama que estudia las propiedades de las figuras en el espacio: tanto un matemático como un programador o un arquitecto pueden necesitar interiorizarse en ciertos conceptos de la geometría, pero cada uno parte de una serie diferente de necesidades y conocimientos previos, por lo cual el mismo texto no sería adecuado para los tres.
Dependiendo del tema que traten, los libros de contenido científico pueden incluir ejercicios al final de cada capítulo, que incentiven a los lectores a poner en práctica lo que hayan aprendido hasta el momento. Esto resulta especialmente útil en matemática y física, y representa el proceder natural de cualquier persona interesada en estas materias: el lector de textos científicos quiere descubrir y hacer, teorizar y realizar.