Definición de teísmo

Para poder entrar de lleno en el establecimiento del significado del término teísmo se hace necesario, en primer lugar, poder conocer cuál es el origen etimológico del mismo. En ese caso, podemos decir que se trata de una palabra que deriva del griego, pues es fruto de la suma de dos componentes de dicha lengua:
-El sustantivo “theos”, que puede traducirse como “Dios”.
-El sufijo “-ismo”, que es equivalente a “doctrina” o “pensamiento”.

De ahí que pueda definirse como la “doctrina que cree en Dios”.

Se denomina teísmo al reconocimiento de la existencia de un dios que creó el universo y que aún se involucra en su conservación. El concepto también puede vincularse al hecho de creer en seres divinos.

La idea de teísmo surgió en la Antigua Grecia con referencia a la creencia en las divinidades que formaban parte del Olimpo. Con el tiempo comenzaron a reconocerse diferentes teísmos de acuerdo a las cualidades atribuidas a los dioses.

A lo largo de la historia mucho se ha hablado del teísmo por parte de figuras importantes y reconocidas. Este sería el caso, por ejemplo, del famoso francés Voltaire quien no dudó en exponer que los teístas piensan y creen en la existencia de un Dios que no sólo es creador de todo y de todos sino que cuenta con un poder que resulta infinito. Asimismo, determinó que esas personas que creen en el teísmo establecen que fue ese Dios el que les dio forma, les hizo libres y les otorgó el instinto.

El monoteísmo, por ejemplo, sostiene la existencia de un único dios. El catolicismo, el judaísmo y el islam son religiones monoteístas. El politeísmo, en cambio, se basa en la creencia en varios dioses, como ocurre en el hinduismo. En todos estos teísmos, se acepta que el dios o los dioses han creado el universo y se siguen involucrando en él, aunque trascendiéndolo.

De la misma manera, no podemos olvidarnos de la existencia de lo que se da en llamar henoteísmo. Bajo este término se hace referencia a la creencia de que hay varios dioses diferentes pero que luego hay uno que es supremo a todos.

El deísmo, por otro lado, reconoce la participación divina en la creación del universo, aunque descarta la posterior intervención sobrenatural. Para el pandeísmo, de hecho, dios y el universo son una sola cosa (por eso no hay “intervención”).

Muchos han sido los deístas importantes que han existido a lo largo de la historia. Este sería el caos, por ejemplo, del inventor Benjamin Franklin, de Montesquieu, de Rousseau o incluso del presidente de los Estados Unidos George Washington.

El concepto de teísmo también da lugar a la noción contraria: el no-teísmo. Estas posturas no creen en la existencia de un dios creador y absoluto. El budismo es una religión no-teísta: se basa en las enseñanzas de Buda Gautama, un ser humano que vivió unos quinientos años antes de Cristo.

En el campo del no-teísmo podemos mencionar al ateísmo (no creen en ningún tipo de dios) y al agnosticismo (que afirma que no se puede sostener la existencia de los dioses, aunque no la niega ni la descarta).

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